Cuando la profesora de Daniel invitó a los padres a dar algún taller en la clase me pareció una idea genial. Quería hacer algo, pero no estaba segura de qué es lo que podría ser más adecuado para casi treinta niños. Me parecían demasiados para todo lo que se me ocurría. Así que pedí ayuda a la experta: la profesora.
Le presenté varias ideas y ella me aconsejó que hiciera un taller de experimentos. "Pocos y que no sean peligroso. Tampoco traigas alimentos por las alergias". ¿Y yo le hice caso?. Pues no, porque estaba entusiasmada y me pudo el fervor. Y así fue la cosa de caótica. Nos lo pasamos genial, pero la parte educativa no quedó muy clara. También me asesoró Seoane del blog Pensamiento Divergente. Que ella de esto sabe muchísimo.
Llegué a la clase cargada hasta arriba de material y con los nervios a flor de piel. Me recibieron unos niños muy sonrientes y cariñosos. Lo primero que hicieron fue darme un gran abrazo colectivo que me encantó. Mi hijo mayor estaba emocionado por tenerme allí. Enseguida se puso a mi lado y se autoproclamó mi ayudante. Otro amiguito suyo le imitó y se puso a mi otro lado.
Les pedí a todos que se sentaran en sus mesas para empezar los experimentos y sin dar tiempo a nada comencé a explicar los distintos estados de la materia. Les enseñé el vinagre, metí bicarbonato en un globo, enganché el último a la boca de la botella, mezclé los dos elementos y ¡voilá! El globo se inflaba solo. La reacción entre ambos elementos habían dado como resultado un gas. La maestra y yo nos pasamos por las cinco mesas de la clase para volver a realizar el experimento por grupos. Los peques estaban entusiasmados y les faltaba tiempo para volcar el contenido del globo en la botella. En una de estas una de las botellas se volcó y ¡zas! todos perfumados. Pero no perdieron la sonrisa en ningún momento. Al contrario. Repartí servilletas y limpiaron todo al instante. El problema es que yo no había llevado de sobra así que esa mesa no pudo ver el experimento de cerca. En compensación, les dejé las cinco botellas con globos inflados para que las manipularan a su gusto.
No tardé en retirarlas para cambiarlas por confeti y globos. Algunos niños sabían inflarlos, pero ninguno atarlos, así que nos pegamos un buen rato haciendo nuditos hasta que todos tuvieron su globos inflados, y algún que otro listo más de uno. El problema de explicarles la electricidad estática es que nadie, nadie, nadie, llevaba un jersey de lana. Afortunadamente, lo tenía previsto y había llevado dos jerseys de lana para que frotaran los globos y producir la electricidad. A todas luces fue insuficiente y no todos lograron atraer los confeti a sus globos. La maestra les tranquilizó diciéndoles que, como llevaban todos los experimento explicados en las hojas que les repartí, los podían hacer en casa con más tranquilidad.
Sin dar tiempo a más, volví a repartir una botella, esta vez de agua, en cada mesa. Rápidamente vertí unas gotitas de colorante alimentario rojo o azul para regocijo infantil. Ayudada por mis pequeños y eficiente ayudantes repartimos todos los claveles y cada niño metió el suyo en la botella de su mesa. Les expliqué cómo se alimentaban las plantas y les aseguré que al día siguiente encontrarían los claveles azules o rojos en vez de blancos.
Les pedí que limpiaran sus mesas y pasamos al último experimento. éste era el más participativo de todos y versaba sobre la resistencia de los materiales. Con espaguetis y nubes los peques tenían que intentar hacer la torre más alta. Les expliqué que cuanto más partieran el espagueti, más resistente sería, pero muchos no me hicieron caso y se lamentaban porque se les rompían con facilidad. Al final, más que torres construían obras de arte y venían corriendo a enseñármelas. Se lo pasaron pipa y se hincharon a comer. La maestra empezaba a pensar que mañana no le iba a venir ninguno por indigestión. Los más educados me pedían permiso para comerse los materiales de construcción, pero la mayoría atacaban sin pedir permiso. Hubo que aclarar que los espaguetis no se podían comer sin pasar antes por la olla.
Dimos por terminada la experiencia constructora y llegó el momento de recoger y limpiar. Menos mal que la profe tenía bolsas de basura, porque a mí se me habían olvidado. Entre todos hicimos lo que pudimos, pero creo que la señora de la limpieza se va a acordar de todos mis antepasados, porque aquello era un revoltijo de confeti, nubes, espaguetis...
Los niños estaban encantados. Habían preguntado mucho, manipulado mucho y jugado mucho. Lo que no me queda muy claro es si aprendieron algo con esta experiencia. Daniel dice que él aprendió cómo se alimentan las plantas y que los espaguetis hay que partirlos para que no se rompan, pero no sabe por qué. Bueno, algo es algo.
Para mí ha sido una experiencia increíble con la que he aprendido muchísimo: Que el que mucho abarca poco aprieta y que es mejor un experimento bien explicado que cuatro a matacaballo, que a los niños tenía que haberles explicado primero todo lo que íbamos a hacer y no sobre la marcha, que por mucho cuidado que pongas siempre hay accidentes y es mejor no llevar cosas que huelan mal (una de las botellas se derramó cerca del ordenador y casi me mato por limpiarlo antes de que llegara el vinagre a los cables), que hay que cuidar más el orden y no dejar que se desmanden tanto...
Por cierto, si a alguien le interesa conocer los experimentos que hicimos los puede descargar aquí.
que gran idea tuvo la profe y que divertido!!! veo que se lo pasaron genial, mi enorabuena porque eso es difícil a estas edades.
ResponderEliminarBesotes!!
No te imaginas la buena acogida y el interés de los niños. me han dejado alucinada :D
EliminarMe lo hicieron todo muy fácil
Jajajaja. Tiene que haber sido un caos pero, al menos, fue un caos divertido. Besotes!!!!
ResponderEliminarJajaja veo que te has hecho una idea muy cercana a lo que ocurrió jajaja
EliminarQue apañada eres, ya los probaremos por aquí.
ResponderEliminarPuedo imaginar cómo lo pasasteis y ten por seguro que Daniel ha crecido muchísimo con tus experimentos en su clase.
Pues creo que lo pasé yo mejor que ellos jajaja
EliminarLa verdad es que son muy facilitos y vistosos. Seguro que a jirafita le encantan :D
HOla: estoy segurísima que fue el día que más disfrutaron. Les encanta tocarlo todo, manipularlo y aprender jugando. La de la limpieza se acordará de ti pero los niños recordarán una experiencia inolvidable.... seguimos en contacto
ResponderEliminarCreo que disfrutamos todos. Da gusto ver niños tan interesados y con tanta curiosidad. Espero que la señora de la limpieza sepa disculpar un día de locura :S
EliminarMe alegro muchísimo que todo haya salido tan bien!!!.
ResponderEliminarEstoy segura que lo recordarán para siempre. A esas edades es mejor la manipulación ,tocar y experimentar que las explicaciones en sí , estas deben ser cortas y concisas ,porque sino se pierden . El objetivo es que en un futuro cuando den ese tema recuerden que experimentaron con ello , que les suene por lo menos.
El ayudante súper orgulloso estará feliz de su mami .
Te digo por experiencia que lo recuerdan . Las profes con las que trabajo "chantajean" a los niños con ello: ¡Portaros bien para que venga los experimentos! Y preguntan mucho , y me piden que vuelva, y sus caras emocionadas son sin duda un argumento valioso de cuán importante es este tipo de actividades.
¡Te FELICITO ! Eres una campeona porque le pusiste toda tu ilusión y con ello es más que suficiente.
Tenías que haber visto a Daniel. Le relucían los ojos y se sentía superimportante :D
EliminarMuchas gracias!! Me ayudaron muchísimo tus explicaciones. A cada momento me acordaba de ti y de cómo me habías dicho que lo hiciera.
Que divertido, ya me imagino a todos los peques como locos con los experimentos!!! seguro que lo pasaron bien y quedo muy claro todo!!!
ResponderEliminarTodo lo que sea romper con la rutina crea una gran interés jajaja
EliminarYo me lo pasé muy bien. Tengo que confesarlo ;)