viernes, 5 de abril de 2019

Valiente

Cuando vi el tomo de Valiente en la estantería de la librería no pude resistirme. ¿Ya había salido la continuación de Raritos y no me había enterado? Pues nada, nada ¡a la saca! Con lo que me gustó el primero. No podía esperar a leerlo.

Por supuesto, tuve que esperar, porque las obligaciones del día a día van primero que el placer de la lectura, pero el momento llegó y me acomodé para conocer la historia de Jensen. En el primer tomo ya me había llamado la atención el papel de este secundario alarmista que busca salvar al mundo del horrible peligro de las manchas solares, pero nunca pensé que la narración fuera tan triste.

En este cómic también se habla de abuso, acoso y marginación, pero ahora no es desde el punto de vista de un espectador, sino de la víctima. Una víctima que normaliza su situación y que no se da cuenta de por lo que está pasando hasta que las encargadas del periódico de la escuela le adoptan como chico de los recados y sujeto a estudiar en su proyecto sobre el acoso escolar. "¿Acoso? Si a mí no me pasa eso", piensa el protagonista, poco a poco la realidad le golpea en la cara, cuando se plantea si las preguntas que le van a haciendo sus compañeras al final sí que van a tener que ver con él.

Hasta ese momento, Jensen sobrevivía al día a día refugiándose en su imaginación, dando importancia a pequeños detalles y pensando que las situaciones que vive a diario en el colegio son lo normal, pero las intrépidas periodistas le darán que pensar. ¿Cuenta como acoso si son tus amigos los que se ríen de ti? ¿Me siento ignorado? ¿Me guardan el sitio cuando llego tarde?, son algunas de las preguntas que se empieza a plantear cuando de repente repara en que a lo mejor sí que es víctima de acoso.

De repente, ya no puede refugiarse en la negación y sus ensoñaciones y toca enfrentarse a la última pregunta del cuestionario: ¿Qué tipo de cultura te gustaría construir? ¿Qué sería lo normal? Y lo más difícil: ¿Que harías para conseguirla? Hay que ser muy valiente para romper con el orden imperante y luchar por el cambio. Sobre todo, cuando la mayoría de los actores que forman parte del drama no se dan cuenta de que hay algo que no funciona, empezando por la víctima, pasando por los abusadores (que a veces ni siquiera se dan cuenta del mal que hacen y otras luchan por conservar su pequeña parcela de poder primitivo a base de demostraciones de fuerza), y por los padres y personal docente.

Es una lectura absorbente que te pone la piel de gallina a cada paso que acerca a Jensen a la cruda realidad y que le llevan a tomar decisiones buenas, malas y regulares. Creo que debería ser lectura obligatoria en los colegios.

Evidentemente se la leí a mis hijos y, a pesar de que se hablaba de estudiantes de secundaria, Daniel, con nueve años, no tardó nada en extrapolarlo a su mundo de primaria, empatizando con la historia. A Iván, con siete años, le costó bastante más. De hecho, en el momento en el que jensen toma plena conciencia de que es víctima de acoso y no puede evitar que se le caigan las lágrimas el más peque de la familia me preguntó: "Mami, ¿por qué llora?", a lo que su hermano le contestó, "¿Pero es que no te has enterado de nada? Se ha dado cuenta de que todos pasan de él o le insultan y de que sus amigos son unos niños rata de lo peor", no es exactamente así, porque se ha perdido algunos matices por el camino, pero se quedó con lo principal. Con estas edades es casi imposible que vean las escalas de grises que se muestran en el cómic.

A los dos les ha encantado este tomo, y han retomado el anterior con mucho entusiasmo. Las historias les han atrapado y la forma de dibujar de Svetlana Chmakova, la autora, les fascina. Ya me están preguntando por la tercera parte. He investigado en la web de la autora y sí que hay una tercera parte: "Crush" (Aplastar), protagonizada por uno de los secundarios que aparecen en Valiente. ¡Estoy deseando que llegue a los lineales!





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