Ha caído en nuestras manos un auténtico tesoro que no desmerece en nada al lado del libro infantil en el que se basa: La novela gráfica de Las Brujas de Roald Dahl, adaptado por Penélope Bagieu.
La ilustradora se toma algunas licencias, como cambiarle el sexo al amigo del protagonista, que ahora será una niña un poquito sabelotodo, pero yo creo que estos detalles enriquecen la obra y le dan frescura.
En cuanto llegó a casa, el pequeño se apoderó del tomo y no lo soltó hasta que se lo leyó de cabo a rabo. Momento en el que el mayor aprovechó para echarle mano y... me tocó esperar de nuevo.
Hasta la noche no pude echarle un vistazo como dios manda y, la verdad, es que el estilo de las ilustraciones y la forma de narrar la historia me conquistaron desde el minuto 0.
Las viñetas son muy dinámicas y expresivas, dando protagonismo en todo momento al personaje frente al fondo, que muchas veces se pone al servicio de las emociones del personaje que mira.
Sobre todo, me han impresionado algunas viñetas de las acciones que se desarrollan en la cocina. Logran transmitir a la perfección el terror y la angustia del protagonista. Una maravilla.
La abuela está genialmente representada, con una personalidad única y arrolladora. Se ha convertido en mi personaje favorito. Y las conversaciones entre los niños ratones me encantan, no tienen desperdicio.
El cómic en sí, es muy fácil de leer, tiene poco texto y se da predominancia a la parte visual, pero la editorial lo recomienda a partir de 9 años, supongo que por la temática. No en vano se basa en el mejor libro de terror para niños en la historia de la literatura.
Iván, con ocho años, no tuvo problema en entenderlo y no pareció que le afectara más allá dela emoción de cada una de las escenas más extremas. Se lo leyó con calma y parándose en los dibujos, porque es un niño reflexivo que le encanta reparar en detalles.
Daniel, con diez, se lo bebió, incapaz de parar de leer o fijarse en nada más que no fuera lo que iba a pasar después. Y vino a buscarme para enseñarme una par de viñetas un pelín violentas bastante entusiasmado.
Eso de que el mundo estuviera plagado de brujas que odian a los niños y los hacen desaparecer no les aterró lo más mínimo más allá de la páginas del cómic, aunque sí que les puso los pelos de punta las aventuras y desventuras del niño protagonista.
Este tomo me parece una herramienta ideal para introducir a los lectores a los que un buen libro lleno de letras, y páginas y más páginas, sin casi dibujos (como dice Daniel)... les echa para atrás, en el maravilloso mundo de fantasía de Roald Dahl.
Lo cierto es que espero que amplíen la colección con otros títulos de este mismo autor.
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