lunes, 24 de octubre de 2022

Cena de Halloween adelantada

Raúl quiere ir a su pueblo en Halloween porque hay un puente jugoso. Al resto de la familia no nos hace tanta gracia el tema porque teníamos planes chulos en Madrid para la noche más terrorífica del año, pero bueno, hemos accedido a regañadientes. De todas formas, en Covarrubias se curran mucho esta fiesta, así que es un planazo también.

El caso es que no me quería quedar con las ganas de tener una cena de Halloween aunque no fuera como la había planeado, ya que íbamos a invitar a una amiga y a su hijo y a jugar a un murder party que me había inventado en el que se necesitan seis personas. Por desgracia, no pudieron venir en la nueva fecha, así que hice sólo la cena y el juego lo hemos dejado para otra ocasión.

Las recetas las saqué de un completísimo post de Directo al paladar. Elegimos entre los niños y yo las que más nos gustaban y me puse manos a la obra. Y digo me puse porque en un principio iba a tener dos entusiastas pinches, pero Daniel me abandonó para irse con sus amigos e Iván se cansó en la primera receta. Creo que cada vez se parecen más a su madre: Me encanta comer, pero odio cocinar.

El caso es que el más pequeño participó en la preparación de las piruletas monstruosas, inspirada en la receta de las piruletas fantasmas, porque era muy divertido extender el chocolate fundido por el papel albal y chupar la cuchara al final no tenía precio. Pero cuando la cosa se puso más salada y seria se fua a jugar a videojuegos y me dejó a mí todo el trabajo.

Resignada, me armé de paciencia y útiles de cocina y me saqué una terrorífica y sencilla cena de Halloween de la manga (bueno, no tanto, que ya había ido a la compra con la idea en mente): Huesos de masa de pizza rellenos de carne (para chupar hasta le tuétano de nuestro fémur), empanadillas con ojo, dipper de cementerio, huevos rellenos con araña y pozos de gusanos completaban el menú.

Sólo quedaba ambientar un poco la cosa. Apagué las luces y me saqué las velas led con pie de candelabro incluido que molan un montón no es por nada). De mantel usé un trozo de telas con calabazas y un adorno de telaraña de gomaeva que había comprado previamente. Encima puse un mantel de plástico trasparente que es una de las mejores compras del mundo para cenas temáticas. Debajo pones lo que quieras que te lo protege de lujo).

Cuando tuve todo preparado llamé a la familia, que acudió con diferentes tonos de humor. Daniel estaba entusiasmado y deseando empezar la cena a la luz de las velas. Iván, por su parte, venía enfadado nadie sabe por qué y se sentó mascullando maldiciones, lo que no venía nada mal para la ambientación, pero me acabé cansando de su actitud. Es lo que tiene ser la madre del troll de turno. Viendo mi creciente cabreo, el peque intentó controlarse porque lo que era verdad e irrefutable es que, le pasara lo que le pasara, yo no tenía la culpa. No me lo quiso contar y sospecho que tenía que ver con que se había pasado de su tiempo de pantallas y dejar la partida para entrar en el juego de la cena le habría sentado como un tiro. El padre, se sentó muy predispuesto a entrar al trapo, pero no se lo ocurrió otra cosa que agobiar al mayor con el tema estudios y acabaron discutiendo a gritos.

Supongo que a estas alturas a nadie le sorprenderá saber que dejé salir a la hidra que vive en mí, mordí unos cuantos ojos y tranquilicé los ánimos en base a que en esta casa yo soy la que grita más alto y con un tono más feroz... por ahora.

Una vez encarrilados, mis tres invitados comenzaron a disfrutar de la cena (o más les valía) bajo mi furibunda mirada (luego dirán que fui yo la que la lío y que seguro que tenía la regla o alguna estupidez parecida ainsss).

El caso es que lograron apaciguarme a base de halagos hacia la comida, que no tardaron en mezclarse con críticas, porque no lo pueden evitar. Al menos lo intentan.

A media cena encendimos las luces a pesar de las protestas de Daniel porque Iván y Raúl aseguraban que no sabían ni lo que estaban comiendo. Así que habrá que llevarlos al oculista a no tardar mucho.

Cuando llegó el momento del postre me fui a hacer el cóctel sangriento. Creo que lo único que usé igual que la receta fueron las frambuesas. En vez de zumo de limón metí de naranja, que era lo que tenía. Y no puse azúcar porque usé granadina de la que me había sobrado del taller de cócteles que nos montamos hace un tiempo. Los ojos de melón los cambié por cerezas en almíbar (unos excelentes ojos de vampiro, pero no flotaban. ¡Se iban directitas al fondo! Así que el efecto no era el mismo.

Cuando volví a la mesa estaban discutiendo de nuevo. Esta vez por el número de piruletas monstruosas a ingerir. Los niños votaban por repartirnos las 16 que había en total y el padre decía que una e iba que chutaba. Al final ni pa ti ni pa mí. Dos por persona por eso de probar una de cada y todos felices.

Acompañadas por el coctel sangriento estaban muy buenas.

Para terminar la noche nos pusimos a ver El retorno de la brujas 2, que no es la gran película, pero está muy bien para pasar un rato de cine familiar. O al menos eso pensamos Iván y yo, que la disfrutamos muy a gusto desparramados en el sofá y tapados con una mantita. El padre en cambio, la sufrió en silencio. Y el mayor la sufrió ruidosamente y tocando las narices de vez en cuando.

No fue una velada perfecta, pero en general lo pasamos bien, al menos yo :)

4 comentarios:

  1. jejejeje uuuuu llega la noche más terroríficaaaa.Me encantan vuestro calentamiento. Y bueno... hombres.... jejejeje

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    1. Una se esfuerza al máximo para que todo salga perfecto y van y te trolean XP En fin, cualquier excusa es buena para hacer algo especial ;)

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  2. Chulísimo el banquete terrorífico! Para este año caen las empanadillas con ojos. Saludos

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    1. Muchas gracias!! Me encanta hacer cenas temáticas y las de Halloween es que son muy divertidas siempre XP Espero que te gusten las empanadillas!

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