miércoles, 30 de agosto de 2023

TdN 2023: Talleres

Durante las jornadas TdN de este año conseguí plaza para tres talleres muy chulos. 

Y me hubiera apuntado a muchos más, pero el tiempo es limitadísimo y no da para todo. Me quedé con ganas de pintar camisetas, hacer orejas furry, montar Koinoboris, asistir al microtaller literario, hacer joyeros de tela... Y el que más rabia me dio perderme fue el taller de micropuffs que impartió Kellypch, porque sé que se los curra muchísimo. Aunque su peque me dio una inmensa alegría cuando me regaló el micropuff que había hecho. ¡¡Es tan mono!!

Maquillaje de fantasía con aquacolor

El primero de ellos era una clase magistral sobre cómo maquillarse como personajes de fantasía, sobre todo orientado a rol en vivo.

La profesora nos dejó elegir libremente el motivo que más nos inspirase. Para ayudarnos nos ofreció varios modelos. Yo elegí el de jaguar porque sabia que a Iván le iba a hacer gracia con la obsesión que tiene con los felinos.

Otras opciones que eligieron las alumnas fue de lagarto de V, de Terminator con media cara de robot, de Katrina y de Geisha.

Con la guía de la pobre encargada de la actividad, a la que volvíamos loca, fuimos progresando en nuestros maquillajes compartiendo pinceles, esponjas y potingues. Como no teníamos espejitos usamos nuestros móviles para tal efecto. Aunque ya os digo que con espejo mucho mejor.

Yo me iba aplicando la base, las sombras y los detalles según la guía de ejemplo y gracias a los consejos de una niña que había elegido la misma opción que yo y se notaba que sabía mucho más que yo sobre pintarse el ojo.

La profesora, mientras tanto, se iba pasando de una a otra a ver cómo íbamos y a indicarnos el siguiente paso.

También nos sirvió de mucha ayuda su ayudante, que aseguraba no tener ni idea, pero luego te explicaba las cosas como un experto. A mí me enseñó a maquillarme moretones. Es facilísimo. Aplicas un punto rojo, otro morado, otro verde, otro amarillo y los mezclas bien con el dedo o con una esponjita y ¡voilá! tienes un moratón muuuuy realista.

Antes de salir del taller la profesora me dio toallitas desmaquillantes y me aconsejó usar crema hidratante para quitarme las capas de pintura. No se podía creer que no me hubiera traído desmaquillante. Me ofrecieron compartir el suyo un par de compañeras, pero yo quería enseñarles a las fieras mi nueva cara felina y eso de cuadrar horarios en estas jornadas es entre chungo e imposible.

Las fieras lo fliparon cuando me vieron. Y alguno más también se sorprendió. La verdad es que todos los maquillajes molaban un montón y estaba genial cruzarse con lagartos, leones, katrinas y terminators y sonreírnos cómplices.

Después de comer decidí darme una salto a la piscina con los niños, así que tocaba hacer uso de las toallitas y los consejos para una desmaquillaje de urgencia. Pasé de jaguar a siniestra, pero no me dejé el maquillaje en el agua de la pisci, que era lo importante.

Taller de Papiroflexia: X-Wing

Tras refrescarme en la piscina, me cambié corriendo y me fui al segundo taller, que consistía en hacer naves al estilo del juego de mesa X-Wing.

Nos sentamos a la mesa y elegimos el color que más nos gustara. Como yo soy incapaz de elegir la profe me dio uno a voleo y salió un precioso color naranja. En realidad no me jugaba nada porque todos los colores molaban.

Empezamos con las dobleces de papel muy entusiastas, pero pronto se fue complicando la cosa. Y complicando... Y complicando... La profe no daba a bastos con las dudas de sus alumnas. Lo que nos reímos con las asimetrías, las puntas que no coincidían, los doblajes al revés...

La verdad es que no íbamos a hacer naves perfectas sino a echarnos unas risas y eso se cumplió de sobra. Eso sí, las naves salieron todas de aquella manera. Aunque yo estaba muy orgullosa de mi nave superviviente de cruentas guerras espaciales.

El taller se alargó más de la cuenta, pero, afortunadamente, mi siguiente taller era con la misma persona que se encargaba de la actividad de papiroflexia, así que estaba de lo más tranquila.

Cesta de Crochet

El siguiente reto era hacer una cesta de crochet. Era la primera vez que me enfrentaba al trapillo y me pareció mucho más difícil de lo que parece. La profe nos dejó elegir color de nuevo y esta vez no me lo pensé mucho: cogí un trapillo rojo intenso precioso.

La profesora me aconsejó que cambiara el color porque el material era demasiado duro, pero yo me empeñé en que mi cesta tenía que ser de ese rojo que me había llamado la atención desde que asomó su telita de la bolsa en la que estaba.

Pagué cara mi elección. Me costaba sudor y sangre hacer los diferentes puntos, que encima no pillaba a la primera. Anda que no tuvo que deshacerme veces la labor la profe. La pobre lo hacía con toda la pena del mundo, pero es que si seguía con los puntos incorrectos no iba a llegar a ningún lado.

Hasta tuvo que hacerme parte para que alcanzara a las demás. Si es que era más buena... Yo, que iba a pasármelo bien, sufría menos que ella cada vez que veía algo mal y procedía a deshacer con carita de angustia.

A pesar de todo, yo estaba feliz viendo tomar forma a mi obra. Como decía la profe: Si no salía una cesta, pues saldría un posavasos, pero algo saldría.

Además, empaticé muchísimo con la compañera que tenía al lado porque ella también cogió un trapillo muy duro y estaba haciendo músculo como yo para conseguir hacer los puntos.

La última vuelta la hice desastrosa. Yo ya lo sabía, porque en vez de cesta me estaba saliendo un plato, pero oye, que el resultaba me parecía hasta chulo y el punto estaba tan duro que me limitaba a buscar el posible hueco por donde colarme en vez del punto correcto.

La profesora se rio mucho cuando vio mi obra de arte: "Oye, ni tan mal. Es original". Como yo misma jajajajaja 

Ese taller también se alargó más de la cuenta, pero no nos importó porque nos lo estábamos pasando genial. Aunque al final me tuve que ir porque vino mi familia a buscarme para comer.

En la cola me encontré  con la profesora que me regaló su nave de X-wing, que molaba un montón. Me hizo una ilusión tremenda.

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