En seguida empatizas con la protagonista a pesar de lo absurdo de las situaciones. Precisamente por eso se convierten en escenas muy graciosas que se suceden a velocidad de vértigo sin dejar al espectador respirar tranquilo ni un segundo. Más bien, te pegas toda la lectura preguntándote qué liarán ahora. No han solucionado la primera catástrofe que ya se dirigen con buen paso hacia la siguiente. Y nuestra protagonista, la única con un poco de sentido común, se ve obligada a usar todo su ingenio para solucionar los problemas que van surgiendo como setas a su alrededor a causa de la irresponsabilidad, insensatez e inconsciencia de los que la rodean, adultos incluidos. Sobre todo, adultos.
Harper no se puede quejar de falta de emociones en su vida. Eso desde luego. De hecho, estoy casi segura de que ya le gustaría un poquito menos de emociones, pero, en el fondo, esas rarezas son las que la hacen a ella especial en cierto modo.Pero eso lo iremos descubriendo poco a poco a medida que los accidentes, errores, confusiones y meteduras de pata descomunales se van sucediendo en las 239 páginas que conforman esta historia.
Otro punto atractivo, sobre todo a ojos infantiles, es que es extremadamente visual en su uso de diferentes tipografías y las divertidas ilustraciones de Aleksei Bitskoff, que se ajusta a la perfección al texto que acompañan. da la impresión de que están en el lugar exacto en el que deben estar para dar más dinamismo y énfasis a cada hilarante anécdota.La autora, Kathy Weeks, asegura en los agradecimientos finales que ha encontrado mucha inspiración en su propia familia y amigos, llevando un poquito de cada uno de ellos a las páginas de este libro, aunque de una forma extrema que, evidentemente, cualquier coincidencia con la realidad es pura coincidencia. O eso esperamos XP
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