Su camino hacia la gloria, lleno de zancadillas, traspiés, trampas, deseos, intereses y peligros mortales, va construyendo ese personaje y llevándolo hacia el punto desde el que arranca en la saga principal de Los juegos del Hambre. Y todo ello aderezado por espectaculares escenas, drama, futuro postapocalíptico distópico, juego de intereses, aires de renovación sádica y alienante y un escenario que nos habla de los orígenes de los controvertidos Juegos del hambre y su función en el organigrama social que nos presenta la saga. Sin olvidar la historia de amor, la real protagonista de esta película de acción, intrigas y tensión y la música que se te mente en la piel y refuerza sensaciones y sentimientos.
Al final nos presentan una película de acción que supera con mucho a las entregas anteriores y muy fiel a la historia del libro en el que se basa. Los actores convencen en sus papeles, aunque a Lucy Gray, interpretada por Rachel Zegler, se la ve poco afectada por su cruel destino. A mí me toca en suerte luchar por mi vida o una muerte violenta y dolorosa y no me lo tomo tan bien como ella. Ya os lo digo. En cambio, Tom Blyth como Coriolanus Snow convence más aún con su increíble capacidad de resiliencia y de adaptación a cada nueva sorpresa del destino casi sin pestañear. Pero, en el fondo, es una forma de expresar como le destrozan las barreras y a la vez le van construyendo muros de hielo alrededor del corazón, convirtiéndolo en el ser implacable y despiadado de la historia principal.
Total, que al final me fui al pase de prensa, que organizó la productora y distribuidora Vértice cine, y disfruté mucho de la experiencia. Me llevaré a las fieras a verla, que seguro que les gusta incluso más que a mí, aunque en esta ocasión se centra más en el ambiente de postguerra que en el juego estilo battle royal, que tanto les gusta.
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