La educación es un tema muy complicado. La teoría es muy bonita, difusa y contradictoria, así que sólo queda la intuición y experiencia de cada uno. Pero... ¿qué pasa cuando somos dos a tomar decisiones importantes sobre la vida de un hijo? Pues que raramente nos ponemos deacuerdo. Aunque hay que salir adelante como sea y sin que el niño note mucho las discrepancias, porque entonces pierdes autoridad.
Cuando uno decide que el niño debe seguir un horario estricto en plan academia militar, el otro piensa que un día es un día... casi todos los días del año. Siempre hay un motivo para romper las reglas. Cuando alguien decide que la hora del baño es una rutina importante que no hay saltarse. El otro piensa que hoy hace mucho frío, que el niño se va a poner malo si le hacemos la faena de desnudarlo y meterlo en el agua en ese momento: "Espera que se caldee un poco la casa para ponerle el pijama".
Si un progenitor le riñe por sacar los libros de la estantería y tirarlos desordenadamente, el otro se pone a jugarc on él precisamente a eso. "¡No toques eso!", "¿Por qué? Deja que haga algo el pobre". "Eso no lo puede comer un niño tan pequeño" "Eeeeh.. ¿estas seguro?". "Córtale los pedazos de la comida más pequeños. No, mejor más grandes, para que se los pueda comer, pero entonces se atragantará. Y así todo el día. Ahora mismo el niño no nos entiende y probablemente tenga un poco de lío con lo que se puedey no se puede hacer y por qué hoy sí y mañana no. Pero es un bebé muy listo (aunque esté mal que yo lo diga) y lo que tiene muy claro es lo que puede y no puede hacer con cada uno de sus padres. Nos tiene calados.
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