En la segunda sesión del taller del huerto en familia nos tuvimos que cobijar en un aula porque fuera estaba lloviendo. Mi hijo mayor se llevó una gran decepción, ya que él se veía de barro hasta las orejas y poco faltó, porque, a pesar de ser a cubierto la clase iba de pringarse porque... Íbamos a hacer nuestras propias bombas de semillas. Ya sólo el nombre llamó la atención de mis churumbeles.
Resulta que un tal Fukuoka descubrió que con tierra, arcilla, agua y semillas se podían hacer unas bolitas que tirándolas sin ton ni son en tierra fértil eran ideales para la repoblación forestal y de cultivos con muy poco esfuerzo. ¡La repanocha! A mis hijos le hicieron los ojos chiribitas.
Y más aún cuando nos dieron los materiales para comenzar a hacerlas. A Daniel, que le puede el ansia como a su madre, se le fue la mano con el agua (dos veces ejem) y acabamos con un montón de materia prima, así que la compartimos con otra familia que había sido mucho más cuidadosa que nosotros. Nosotros habíamos elegido semillas de caléndula porque al mayor le sonó genial el nombra.
A los peques les entusiasmó mezclar, amasar y dar forma a las bombas, que no tenían por qué ser redondas, también las hicimos cuadradas, rectangulares, estrelladas... Cada niño a su gusto.
Las guardamos en unas hueveras que habíamos llevado y las reservamos para tirarlas en el próximo paseo que hagamos por los alrededores de Cova.
Entonces, la monitora comenzó un juego de memoria que era un pelín chungo, aún en la parte fácil. Teníamos que aprendernos que foto iba con qué nombre y que´saquito de semillas. Aquí se montó la de dios porque Daniel sacó la vena egoísta y se quedó con todas las tarjetas y aunque la monitora le dio más a Iván este montó en colera con lágrimas de rabia incluidas.
Cuando se le pasó un poco la perreta logramos entender que el pequeño se había cogido tal enfado porque las tarjetas que se había quedado el hermano se las sabía y las nuevas que le habían dado no. Así que la monitora lo sentó a su lado y le dio unas tarjetas muy facilitas para que las fuera poniendo en el lugar correcto. Y él encantado, claro.
La verdad es que la monitora manejó genial el asunto porque mi idea era cogerlos a los dos por el cuello e irnos a casa con bombas o sin ellas. Al final todo quedó en regañina a Daniel que aún a día de hoy sigue erre que erre que las tarjetas se las dieron a él y no al grupo y que por eso mismo él no había hecho nada malo. Que cabezón.
Me encanta esa actividad!! lo de las bombas me lo apunto para nuestro huerto parece diver
ResponderEliminarMuy diver! Entre que se enguarran todo lo que quieren y luego tienen que irse de excursión para tirarlas se lo pasan genial :D
EliminarMucho mejor a cubierto si tierra había igual igual no?¿
ResponderEliminarBesos
Yo supongo que él ya se veía dentro de una gran piscina de barro jajajaja
EliminarComo se entretienen!! Así da gusto, yo es que no me llevo bien con las plantas, tienen la manía de morirse todo el tiempo oye!
ResponderEliminarSe los ve muy entretenidos!
Un besazo
A mí me pasa igual. Tengo muy mal mano con las plantas, pero esto se supone que es éxito asegurado. Ni idea, Nosotros soltamos las bombas en el campo y supuestamente las semillas irán creciendo por si solas
Eliminarque chulada!!
ResponderEliminarSí, me ha molado un montón el taller :D
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