La de aventuras que corrimos durante el Finde Lúdico Rural no tuvieron fin, o eso nos pareció. Incluso fuimos a visitar una fábrica de chocolate como si fuéramos el Charlie del famoso libro de Roald Dahl. Una muy antigua, que ya no produce, y que encierra un montón de secretos y curiosidades del arte chocolatero. La fábrica de chocolate Herranz, ubicada en el pueblo de Miguelañez.
Los niños iban emocionados ante la perspectiva de semejante visita. Y encima la cosa empezó de la mejor de las maneras: con reparto de chocolate. Aunque fuera blanco, que según la guía, de chocolate tiene poco y nada.
Acto seguido nos los metieron a todos dentro de una máquina mezcladora. Daba risa verlos. Tranquilos que no los mezclaron de verdad ni nada y cada uno volvió con sus progenitores de una pieza y muerto de la risa. La sala estaba llena de máquinas misteriosas. Gracias a ellas de esa fábrica salían deliciosas tabletas de chocolate a la taza, extrafino y con frutos secos.
La verdad es que nada más cruzar el umbral de su puerta parece que te trasladas a otra época. Tanto niños como mayores flipamos con la maquinaria y la forma de hacer el chocolate en esa época. Para los peques había una sorpresa que les encantó. Parte de la visita la hicieron viajando en un carrito de madera. Para que se moviera los de delante tenían que gritar choco y los de atrás late. Risas aseguradas. Aunque casi todos gritaban Choco-late con mucho entusiasmo para no equivocarse y que el carrito siguiera moviéndose.
Tampoco dudó ninguno en subirse a la báscula gigante cuando se lo pidieron. Los chiquillos y algún adulto, que también quería participar activamente en la visita.
Me encanta el interés y curiosidad de los niños por todo. Eran los primeros en preguntar, en señalar, en acercarse a las máquinas y seguir las explicaciones de la guía a la vez que intentaban toquetear todo lo que pudieran. Además, nuestra guía sabía como mantener su atención.
Tras empaparnos de muchas curiosidades de una fábrica museo de visita imprescindible, el recorrido terminó de una manera muy dulce: más reparto de chocolate. Nos fuimos de allí encantados y con buen sabor de boca.
Visita chula, aunque ya no produzcan allí seguro que aprendieron un montón.
ResponderEliminarAprendimos todos un montón!! Y casi podías imaginar cómo eran las cosas cuando funcionaba. Moló un montón!!
EliminarJoooo, qué chuliiiii. Coincido en que el chocolate blanco no es chocolate. De hecho, a mí no me gusta. Me empalaga mucho. Besotes!!!
ResponderEliminarA mi el blanco no me gusta nada, pero el de con leche que tampoco es muy bueno me pierde mmmmm
EliminarMenudo plan chulo!!! Me ha encantado la narración de la visita.
ResponderEliminarMuchas gracias!!! Lo pasamos genial aprendiendo tantas cositas curiosas :D
Eliminarq guay! cómo me gustan estas visitas a fabricas antiguas o en funcionamiento y con degustación ¡qué dulce!!!! me han entrado ganas de chocolate a la tazaaaa :D
ResponderEliminarAy si, que rico!!! Y acompañadito de churros ya es la repera mmmm
EliminarUn plan perfecto para hacerlo con niños. A todos les gusta el chocolate!
ResponderEliminarSíiii. Es una visita muy curiosa y dulce mmmmm
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