El domingo fuimos a ver una obra de teatro mágica y desternillante en los Teatros Luchana: Jack y las habichuelas mágicas. A los peques les encantó.
Había que ver a Daniel sufriendo porque la bruja y el ogro estaban a punto de pillar a Jack o a Iván dejándose la voz para avisar al protagonista del gran peligro que se cernía sobre él.
La puesta en escena era una maravilla. La vaca Margarita se ganó enseguida el corazón de mis niños, tan buena y responsable. Cómo contrastaba con el locatis de Jack, tan travieso e inconsecuente, pero con una gran corazón que le llevará a enzarzarse en una peligrosa aventura para ayudar a su mamá y a unos animales monísimos.
Tanto los chiquillos como los padres seguíamos entusiasmados las instrucciones de los actores: ahora gritad esto, ahora esto otro, ahora aplaudid, ahora todos a levantar las manos, ahora a cantar... y cuidadito que el ogro casi se come a Daniel, menos mal que le dijo que no le gustaban las chuches y él prefería un niño relleno de azúcar, y a Raúl también le quiso hincar el diente, se ve que lo vio delicioso.
Las caracterizaciones eran fantásticas. No sé cómo se podían mover por el escenario, y fuera de él, con tanta agilidad la vaca, el ogro y la gallina. No pude encontrar ninguna mirilla en el disfraz, aunque tenía que haberla.
La mamá de Jack era todo amor y gracia. Si es que no se podía enfadar con su hijo por muy trasto que le hubiera salido. Y ante la situación más precaria ponía buena cara y la resuelvía de la mejor de las maneras: trabajando.
A mí, como es normal, me encantó este personaje. Némesis de la malvada bruja, que no perdía la oportunidad de hacer rabiar al enorme ogro colmilludo y panzón que vive con ella. Son tan malos como graciosos.
El duende Martinico, por su parte, no es nada trabajador, así que hará lo imposible para que Jack se encargue de hacer su peligroso trabajo. Éste duende está hecho una buena pieza, pero también es la mar de simpático.
Hubo unos cuantos momentos en los que los peques habrían mucho los ojos asombrados por lo que veían en el escenario, otros que se dejaban la voz gritando y muchos otros en las que aplaudían con entusiasmo.
La obra se hace corta y es muy animada y divertida. Mis peques salieron entusiasmados de la sala y corrieron a hacerse una foto con el duende y la madre de Jack que los recibieron con los brazos abiertos y les regalaron sendas chapas de la obra para que tuvieran un recuerdo de un día tan especial.
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