La ciencia ficción es un género fantástico que nos llena la cabeza de ideas futuristas, aventuras increíbles y viajes alucinantes. Anda que no han pasado por mis manos títulos de los grandes para asombrarme, mantenerme en vilo e, incluso crearme inquietud con posibles futuros visionarios que parten del presente en el que fue escrito el libro. Algunos de ellos aciertan en cierto modo. Está claro que no viajamos en coches voladores, pero la creciente deshumanización de la sociedad, el control de las grandes empresas como Facebook o Google sobre la población, el servilismo del consumismo o los cada vez más frecuentes y descontroladas catástrofes naturales causadas por el cambio climático son un hecho. Aunque haya quien lo ponga en duda. También hay quien aún cree que la Tierra es plana o que las vacunas las crearon los científicos para envenenarnos. Este género siempre ha tenido bastante de detector de problemas sociales al basarse en lo que ya existe.
No habré pasado yo horas leyendo a Bradbury, Asimov, H.G. Wells, Verne... y tantos otros. O viendo películas de Spielberg, Cronenberg, Cameron, Verhoeven o J. J. Abrams ... Por eso me hizo mucha ilusión conocer la labor de la Fundación Asimov que tiene como Misión difundir este género como herramienta educativa y para la divulgación científica con el objetivo de transmitir el amor por la ciencia.
En este sentido, han publicado Las Aventuras de Vic Verne. Lo imposible no existe, un libro para acercar a los niños a este universo ilimitado, a la vez que les invita a vivir aventuras alucinantes en compañía de un niño muy inquieto e inteligente, su familia y sus amigos. Con este libro aprenderán que no hay límites a la imaginación y que todo se vuelve imposible si no se intenta, pero si creemos en nosotros mismos y en nuestras actitudes y posibilidades puede que lo que hoy es ciencia ficción mañana se convierta en una realidad.
Vic Verne pertenece a un linaje de científicos aventureros que guardan y estudian los descubrimientos más increíbles. Ahora, por imposición materna (¡Ay! que identificada me siento), tendrá que compaginar esta faceta con otra mucho más mundana: su asistencia a un cole normal y corriente. Así veremos cómo puede enfrentarse con la misma pasión a un caso de bullying, como a un viaje por el tiempo; o llegar a entender mejor la inteligencia artificial en androides que los prejuicios de algunos padres del colegio.
Víctor Martínez López, su autor, ha sabido hilar una historia, llena de referencias a los grandes de este género y a científicos que se adelantaron su época, que en tan sólo 117 páginas nos hace subir y bajar como en una montaña rusa de máquinas del tiempo, Neandertales, androides, abusones, niños inquietos, estaciones espaciales... Y un gran secreto que alberga la Sociedad Verne a la que pertenece, reflejo de las sociedades científicas que surgieron en el siglo XIX.
Reconozco que he disfrutado cada página. Yo diría que incluso más que mis hijos porque ellos aún no ha descubierto mucho de lo que encierra cada línea del texto. Para ellos es una aventura más de ciencia ficción que les lleva a un maravilloso viaje en la imaginación. A mi me da pie a seguir hablándoles de las maravillas de la ciencia y de las mentes prodigiosas que se adelantan a su tiempo.
Y eso que estos peques ya tienen bagaje por los padres que les han tocado y ya han oído hablar del terror que desató George Orwells con su relato radiofónico de la guerra de los mundos, del apocalíptico planeta de los simios que al final resulta ser el nuestro en el futuro, de las tres leyes de la robótica de Asimov, de los científicos que se redujeron y viajaron en una nave por el interior del cuerpo humano, de E.T., de Regreso al futuro, de la Guerra Interminable, del Gran Hermano (y no hablo del reality show), de Un mundo feliz, el peligro de la ignorancia, viajes a la luna en el siglo XIX, la leyenda que se forja alrededor de la pobre Laika (incluso les puse la canción de Mecano y acabamos todos llorando a lágrima viva)... Y un largo, larguísimo etc, que esperamos esté haciendo mella en su curiosidad y sus ansias de investigar y experimentar.
Con el primer tomo de las aventuras de Vic Verne viene un cuadernillo didáctico ideal para enriquecer la mente de los jóvenes lectores en el que se sugieren temas que se pueden exponer al hilo de esta lectura.
Para mí, lo ideal es hacer sesiones de lectura en voz alta y debatir sobre lo leído al final de cada capítulo, pero también se lo pueden leer ellos y después lo comentáis. O simplemente leerlo sin más y disfrutarlo porque es emocionante, divertido y sorprendente. Todas las opciones son buenas. Esta lectura está recomendada a partir de los ocho años, pero con la lectura en voz alta se vuelve apta para niños más pequeños.
¡Espero que saquen el segundo tomo pronto!
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