Empecemos por el principio. Resulta que en el instituto de Daniel cuentan con cafetería y, aunque los alumnos de primero no pueden entrar porque tienen patio propio sin acceso (según mi churumbel, una especia de tierra de nadie), cuentan con un pequeño puestecito para que puedan adquirir su almuerzo cómodamente. Por supuesto, todo sano en la línea de una visión de negocios enfocada a los beneficios económicos: bolsas de patatas y similares, palmeras de chocolate, paninis... A ver qué si creéis que hay muchos adolescentes que se compran fruta de forma voluntaria para comer en el recreo. En fin, aunque no me guste la base alimenticia de esta iniciativa no me vi con fuerzas para negarle una paga de 5 euros semanales a mi hijo mayor para que fuera con los amigos a tomar a comprarse el almuerzo (porfi mami, todos lo hacen así, porfiiii). En fin, que a pesar de que estamos hablando de la friolera de 22 euros al mes de paga (A mí me parece mucho, que queréis que os diga), incluso se le queda corto, ya que el panini cuesta 1,50, la palmera 1,10 y la bolsa de patatas 0,50. Como en su mente está zamaparse un panini a la semana y el resto palmeras, ha decidido no comer uno de los días para poder conseguir sus objetivos. Por una lado lo tengo haciendo números y estrategias, que no está mal, pero por otro no me hace gracia que pase hambre y que coma tan mal todos los días.
Al que sí le ha hecho tilín el sistema ha sido al pequeño, que estuvo quejándose abiertamente porqeu él también quería una cafetería en su cole, o al menos un puestito aunque fuera pequeñito. después de una laaarga (demasiado larga) charla debate de por qué era imposible que se cumpliera su deseo llegó a la conclusión de que la solución estaba en su mano. Se sentó a desarrollar su incipiente idea y muy pronto me estaba presentando su proyecto.
Había confeccionado una lista de posibles almuerzos y sus precios "virtuales". Cada semana tendría 5 euros virtuales nuevos para gastar. Lo más sano es lo más barato y lo menos sano y apetecible lo más caro para que costara más conseguirlo (que conste que esto se le ocurrió a él. Yo no tuve nada que ver). Los productos que había apuntado, pero que no teníamos en casa y quedaban pendientes de comprar llevarían la etiqueta de "agotados" hasta que se repusieran. Y ¡plas! Me plantó la lista de precios en la nevera.
Estos tres días que llevamos con este sistema ha pedido sandwiches porque, como ya he comentado en alguna ocasión, mi peque es una reencarnación del tío Gilito y es más feliz con el dinero en la mano que gastándolo, aunque ese dinero sólo exista en nuestra imaginación. Supongo que la próxima semana, que arranca con 5 euros más el euro y medio ahorrado de ésta (que comenzó el miércoles por lo que recibió sólo 3 euros), se anime a darse algún capricho. O los caprichos se me van a acabar caducando.
El caso es que me encanta el sistema que se ha inventado. Bravo por su enorme creatividad y resolución a la hora de conseguir sus objetivos.
Tus hijos están todo el día dándole trabajo a la mente.😂😂 El caso es que viendo la lista yo estaba pensando: que barato compra este niño.
ResponderEliminarPues sí que compra barato, pero me viene bien que se tome los sandwiches sin protestar jejeje
EliminarMuchas gracias guapa
Me parece muy fuerte que en un centro educativo haya esas cosas. Recuerdo que en mi insti había una máquina de cafés y cuatro chuches que supuestamente era para los profesores. De todos modos, a partir de 3 de la eso podíamos salir y había muchos en la tienda de chuches y otro a coger bocatas de tortilla al bar.
ResponderEliminarBesos
Es que es un centro que tiene mucha oferta educativa, no sólo ESO y tiene que haber cafetería. Sobre todo, porque habrá gente que se tendrán que quedar a comer. Supongo que eso tendrá que ver con los servicios que ofrece. Yo sé que a partir de tercero les dejan salir a la calle donde tendrán mucho más dónde elegir. Incluso un hipermercado, pero ahora no salen del recinto, menos mal!!!
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