lunes, 23 de mayo de 2022

Darle un smartphone a un niño

Cuando tu niño llega a secundaria la resistencia a ponerle un smartphone en las manos se hace cada vez más difícil. No porque el peque te lo suplique más o menos que en los últimos cursos de primaria, sino porque la gran mayoría de sus amigos y conocidos ya lo tienen y su ocio y relaciones comienzan a girar en torno al maldito cacharro.

Por ejemplo:

- Daniel, ¡qué haces en el recreo?

- Mirar cómo otros juegan

O también:

- ¿Qué tal la excursión?

- Bien, pero me aburrí en el autobús porque todo el mundo va jugando con el móvil.

Yo es que estas cosas no las entiendo. No entiendo que permitan que saquen el móvil en el instituto, ni en actividades lectivas. Que el niño tenga móvil o no, ya depende de las circunstancias de cada familia. Hay situaciones en las que los padres están más tranquilos si el peque puede llamarles en caso de necesidad, por ejemplo si tiene que coger transporte público el solo. Pero en el centro hay teléfono y no existe tal necesidad.

Y ya cuando les apuntas a una campamento en el que la única posibilidad de que contacten contigo es a través de móvil propio, te empiezas a mosquear. Dan por hecho que con 12 o 13 años ya todos tienen uno.

También es verdad que cuatro o cinco días sin que te llamen tampoco es tan raro, y que si pasa algo ya te contactarían los monitores, pero, qué queréis que os diga, al final he caído. Daniel tiene móvil.

No me hace gracia, pero a él le ha hecho una ilusión tremenda. Aunque las reglas son: Lo que digan y estimen oportuno mamá y papá. Nada de contratos, ni acuerdos que luego pueda reinterpretar y usar en nuestra contra. Que lo conocemos demasiado bien. Para empezar el móvil entra dentro del tiempo de pantallas. Puede elegir entre el móvil, la tablet, el ordenador o una consola. Cuando no está dentro del tiempo de pantallas, el móvil está en la mesa del estudio de papá. Y apagado, claro.

Aunque somos bastante blandos porque ahora que todos tienen se hablan mucho por whatsapp y a veces le dejamos consultar el chat de los amigos fuera del horario de pantallas.

Cuando queda con los amigos en el parque se lo lleva porque juegan al escondite con él. Se recorren el barrio poniendo fotos de donde están en sus estados de whatsapp. 

Cualquier día nos llevamos un disgusto porque lo ha perdido o se le ha roto. Me lo estoy temiendo. Porque tengo claro que un móvil no es un juguete ni está hecho para las manos de un niño, pero al final la sociedad acaba imponiendo sus exigencias. Sin móvil acaban desconectados del grupo.

De lo que no se ha librado el peque es de las charlitas sobre uso, abuso y peligros. Se la hemos tenido que dar en varias dosis porque cada una daba lugar a preguntas y debates varios. Y así mejor, porque si es algo largo y unilateral seguro que nos desconecta a los dos segundos y la liamos.

Hemos intentado meter las charlas en conversaciones normales: cuando comentamos una noticia, algo que ha pasado en el cole o algo que le interese y vemos que cuadra, le metemos las perlas de sabiduría o la moraleja.

Sobre todo, que tenga claro que todos, sus amigos incluidos, tienen derechos de imagen y de privacidad, y que vulnerar cualquiera de las normas o leyes supone retirada inmediata del móvil por falta de responsabilidad.

Qué difícil es todo, aunque por ahora no hemos tenido más problema que pasarse de listillo con los turnos de pantalla. Que ya lo hacía antes.

Y el pequeño frotándose las manos porque ya sabe que la fecha límite para tener su móvil es el tercer trimestre de 1º de la ESO.

Que asco da a veces la tecnología.

2 comentarios:

  1. Mientras tenga un horario está bien. Un beso

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    1. Estoy de acuerdo contigo. Mientras haya horario y control perfecto. De hecho, no dejamos que se lo lleve al colegio, pero sí al parque, porque dice que de otra manera no puede jugar al escondite por fotos y que se aburre. Y a mí me revienta que vaya al parque con el móvil, pero tampoco quiero que se aburra. Es difícil :_(

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