Aunque más importante fue aprender a hacer los llaveros, que molan un montón. No era difícil en sí, pero que quedara bien resultó algo más complicado. De hecho, el mío no tenía las cuerdas por donde debía, pero como quedó muy aparente me rendí en deshacerlo y volverlo a hacer.
La técnica consiste en sujetar una canica entre los dedos y pasar la cuerda cuatro vueltas hacia un lado, cuatro hacia otro, meterla por dentro y otras tres vueltas. O algo así. Es que estas cosas hay que verlas mejor que contarlas.Luego había que tirar del hilo e ir estirando de él hasta compactarlo en una bolita muy graciosa. Es un proceso la mar de entretenido.
Al final me fui a por unas tijeras para cortar el sobrante de la cuerda y quemarlo (porque tenía unas en mi habitación), pero me encontré con Papiprimerizo en el camino, que ya me había avisado de que venía a las jornadas, ya me lié a charlar con él y su preciosa familia y cuando quise regresar ya se había acabado el taller.De hecho, me habían dejado mi mochila en recepción para que no se me perdiera. Me avisó una de las asistentes que me vio todavía de charleta.
No logré cortar la cuerda sobrante, pero desvirtualicé a Papiprimerizo, que es mucho mejor :)
Llevábamos mucho años con la quedada en las TdN pendiente ¡y por fin se hizo realidad!
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