Un año más nos hemos podido alojar en el Ceulaj para disfrutar a tope del paraíso de los jugones y el ocio alternativo: las jornadas Tierra de Nadie. En esta ocasión celebraban el XV aniversario y las expectativas estaban muy altas. La verdad es que fue espectacular, pero es que todas las ediciones resultan espectaculares.
Este año, su novedad más importante ha sido que te podías apuntar online a las actividades en vez de chuparte horas y horas de colas a cuarenta grados a la sombra a las nueve de la mañana y a las tres de la tarde. No tiene precio estar desayunando o comiendo tranquilamente, sacar el móvil y apuntarte a lo que puedas, porque las plazas vuelan. Nosotros no tuvimos problema,. Además, si no logras la actividad que quieres hay un montón de opciones alternativas: ludoteca abierta de 9 de la mañana 1.30 de la madrugada, tiendas molonas, demostraciones, videojuegos (a mis hijos les flipa esta zona), piscina...
Para el que no las conozcan (¡¡¡¿a estas alturas no sabéis que existen?!!!) sólo diré que son cuatro días de ludopatía, rol, manualidades, charlas, deportes... y todo tipo de ocio alternativo que se nos ocurra para todos públicos. Es imposible que no te flipe estar allí.
La ludoteca es lo más. Tienen un catálogo tan extenso que es difícil elegir y casi te dan ganas de pegarte los cuatro días pegado a ella. Si de repente no tienes con quien jugar, no hay problema. Te acercas a las demostraciones, te apuntas a torneos... Y casi sin darte cuenta estás en medio de una emocionante partida.
Participar en partidas de rol es casi una misión imposible, porque hay que ser muy rápido para ocupar una plaza. Pero no tiene precio pulular por las instalaciones y encontrarte con los integrantes del rol en vivo: vaqueros, egipcios, supervivientes de Mad Max, guerreros, señoras y damas de época, gañanes...
Creo que debe ser el único sitio en el que levantas la vista de tu desayuno y te encuentras una marioneta peluda en la ventana dándote los buenos días.
Lo genial de este año es que la partida de rol infantil la pusieron con plazas muy numerosas para que ningún niño se quedara con las ganas.
Los organizadores se lo curraron un montón y supieron manejar a la veintena de niños que se presentaron con mucha maestría. Se nota que tienen tablas.
Además, nos dejaron participar a los padres ansioso como yo, que me lo pasé pipa en mi papel de pitonisa pirata ayudando a los peques a cocinar delicioso platos marineros.
Porque la aventura se desarrolla en Aragosta, la isla de los piratas. En la que unos aspirantes, los niños, optaban a convertirse en verdaderos piratas y pasar a formar parte de una de las cinco tripulaciones pasando las pruebas que les ponían los diferentes capitanes.
Además del rol en vivo, había actividades para niños a montones para todos los gustos, muchas de temática pirata y todas muy chulas. Gymkhanas, juegos, manualidades, pintacaras, rol...
Las actividades de manualidades también son una pasada. Este año me apunté a hacer vestuario pirata para los peques y a crear un miniálbum de fotos en un taller de scrapbooking.
Me quedé con las ganas del taller de plástico mágico, pero quiso la mala suerte que mis dos peques se pusieran malísimos el último día y me dediqué a cuidarlos.
Aún con fiebre y todo, el mayor me suplicó asistir a la Gymkhana pirata que organizaban en la piscina, e hizo fuerza con su hermano para que les llevara a la ludoteca. "Queremos jugaaaar", lloraban los dos ardiendo de fiebre y con ojitos achinados. Un drama.
Menos mal que los papás piratas son encantadores y nos dejaron Apiretal y Dalsy (que a mí se me había olvidado incluir en la maleta) para mitigar la enfermedad de estos dos jugones empedernidos. No les consolaba para nada mi afirmación de que podía haber sido peor: ¡se podían haber puesto malos el primer día!
Este año, incluyeron en las actividades Escapes Rooms, cuyas plazas volaron, y un montón de sesiones de laser tag muy divertidas. Daniel estaba obsesionado con participar en la actividad de los laser y cuando le apuntamos el pobre estaba malo y tuve que llevarle yo la pistola. Eso sí, se fue muy contento a la cama porque había matado a un enemigo acercándose tranquilamente por detrás. Esa hazaña le endulzó un poco el día.
Echando la vista atrás, me quedo con las risas, las estrategias geniales en los juegos de mesa, las aventuras llenas de imaginación, los chapuzones en la piscina para sobrevivir al calor, los reencuentros... Pero también hubo momentos tensos en los que quería ahogar a dos chiquillos diabólicos (los mío, of course). No sé si estaban ya incubando, o era el calor o el cansancio, o todo, pero hubo momentos en los que me lo hicieron pasar mal mal. resultado: Ahora claman al cielo porque están castigados sin videojuegos y no recuerdan haberse portado mal en ningún momento. Angelitos. Está clarísimo que la mala soy yo y que mi imaginación me juega una mala pasada. Desde luego, jugar al rol, ha desarrollado al máximo sus poderes de manipulación y resolución de conflictos.
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