viernes, 11 de enero de 2019

Bienvenidos a Enero...

Ya estamos otra vez inmersos en la rutina. Aaaay dónde quedaron esas Navidades... Admito que al principio fueron un infierno con tanto trabajo y tareas que me salían por las orejas, incluido el tema de comprar los regalos. Ainss que estrés. Tuvo momentos buenos, pero casi casi que tenía que conseguirlos a base de robar horas de sueño a saco. En fin, ya pasó.

Luego me fui a Las Palmas y, claro, nada que ver. Seguro que el tema de estar lejos de casa y de mis tareas, con días de vacaciones y con una madre obsesionada con no dejarme mover un dedo influyó bastante. Sol, playa, paseos interminables en manga corta, el amor familiar canarión... Bueno lo dejo porque ya empiezo a notar pitidos en los oídos y mucho resquemor online.

Es broma, que conste que a mí me encanta los días fríos y soleados. Y si hay nieve de por medio ya me vuelvo loca. Una excursión al campo, una buena pelea de bolas de nieve, un muñeco de nieve más bien mutante y acabar la jornada ante una reparador caldito o consomé. Me encanta ese plan.

El caso es que llegué tan cansada a la isla que me he dejado llevar por el ritmo canario y tanto decirme "Relájate mi niña", que me relajé y claro. Aquí ando quitando las telarañas del blog que lo tengo muy abandonadito. Con la de cosas que tengo que contar. Me va a dar el tema Navideño hasta pasar los Carnavales. ¡Qué se le va a hacer! Eso me pasa por acumular el trabajo.

A lo mejor escribiendo, escribiendo me vuelven a dar las uvas... Una hora antes porque allí nos las tomamos con horario peninsular y así mi hermano se puede ir tranquilamente sin el problema del misterioso embotellamiento de año nuevo y sin el peligro de ser bombardeado por cohetes, que por aquí tienen fama de tranquilos y dulces pero hay que ver cómo se las gastan con los cohetes.

Precisamente este fin de año recordábamos entre risas las guerras entre los niños de enfrente y nosotros para colarnos los cohetes por la ventana. Que cafres éramos. Menos mal que las ventanas estaban muy alejadas y era casi imposible acertar. Aunque alguno colamos... Y nos colaron, claro.

Bueno, pues ya que estoy os cuento el fin de año, que estuvo lleno de música rarísima, bailoteo, risas, bombetas pequeñitas para no asustar más de la cuenta a Tapón y bengalas luminosas. Cómo lo vivimos. A mí me encanta el tema del cotillón y llenarle el salón de serpentinas a mi madre como cuando era pequeña. La diferencia es que este año, antes de irnos a la cama, recogemos entre todos y la habitación vuelve a su ser en unos minutos. ¡Cosa de magia!

La música digo que era rara porque la han elegido los niños y alguna su pobre prima, a la que casi no dejaban meter baza. Así que hemos bailado Diamantito, Pikachu Mike, Movimiento Naranja, Tomatito (esta es de lo peor, de lo peor)... El cocodrilo se metió en la cueva en honor al primito Ale... Y alguna de Rosalía, que yo no conocía y es algo así como malota flamenca, o eso me pareció, pero no soy ninguna entendida. También hubo greatest hits fiestero como el gangnam style o a quien le importa. Gran momento el de mi hermana, Raúl y yo cantando a voz en grito la mítica Hijos de Caín.

Y ahí estuvimos dándolo todo mientras el primito más pequeño se recorría la casa en motito y tiraba serpentinas tan feliz. Total que cuando llegó el momento campanadas yo ya estaba que echaba el hígado. Si es que no tengo edad ya...

Menos mal que el modelo hadita de Pedroche hizo que comenzáramos un acalorado debate sobre el poder de la carne en televisión versus muerte por congelación en el balcón, porqué las chicas de las campanadas siempre son despampanantes y los chicos simpáticos o por qué la gente piensa que las hadas van en bikini... Y cosas por el estilo super edificantes.

Mientras, yo aprovechaba para comerme alguna que otra uva antes de tiempo para evitar el atragantamiento bajo la divertida mirada de Natalia, que era la única que parecía darse cuenta. Totaaaaal, al final lo que cuenta es comerse las uvas antes de la última campanada o algo así. ¿No?

Por fin, las campanadas, las uvas (quien dice uvas dice también gominolas, lacasitos... Al gusto del consumidor), los besos, los abrazos y el champán.

Y champán chimpún que en mi casa son muy tempraneros, así que a las 23.30 todos durmiendo menos mi familia madrileña. Raúl es que eso de irse a la cama más temprano que cualquier otro día del año justo el 31 no lo concebía, así que lo resolvió con una noche de cine en la que ya casi se oían mis ronquidos al ritmo de las risas de mis hijos, que no paraban de partirse con una peli malísima, no sé qué de una salchicha que peleaba. Creo que no podían haber elegido una peor, aunque mejor me callo. No es bueno subestimarles en estos temas.

Ni el padre pudo con el sufrimiento de un argumento tan estúpido y antes de terminarla ya nos repartía en nuestras camitas ante las protestas de dos niños muy ofendidos. Curiosamente a día de hoy nadie les ha recordado que la dejamos a la mitad (ni creo que ocurra).

Y mira tu por donde que iba a escribir tres líneas y hay que ver lo que me he enrollado. Pues eso. ¡Feliz años a todos! Aunque ya vaya once días retrasada con el tema. Más vale tarde que nunca.

4 comentarios:

  1. Nosotros no hicimos nada especial, cena en casa, uvas y tele. Cangrejín se durmió a las 22h así que se lo perdió.

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    1. Cangrejín es muy listo jajaja
      A mí me encantan los planes tranquilos en familia <3

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  2. Me ha encantado el post... Qué divertido!!! Escribes genial. Lo pasamos genial, Ale está loco con sus primos madrileños😘😘💞💓

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    1. Lo pasamos genial. Síiii!!! Aaay Ale que achuchable y que mala leche tiene jajajaja Cómo les seguía e imitaba. Menos mal que Daniel es niñero y cariños porque el otro primo es un cardo borriguero ainsss
      Gracias por el cumplido. Casi no se nota que eres mi hermana, casi... jajajaja

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