Los Reyes han sido muy generosos este año, sobre todos los "externos". Estos peques han visto colmadas todas sus expectativas con creces. Se han tocado todos los palos: lo digital, Spiderman, libros, juegos, la vena bélica, manualidades, centros de ocio... Ahora hay que darle uso a todo. ¡No hay horas en el día!
En casa de las abuelas les trajeron algo que me llamó especialmente la atención: Unos troquelados de gomaeva para construir un dinosaurio. Lo guardé hasta que tuviera un ratito de tranquilidad para ponerme con ellos manos a la obra, pero ese ratito no llegaba y no llegaba...
Una tarde, Daniel me hizo un comentario que me dejó un poco triste. A pesar de saber que no era del todo verdad:
"Yo no quiero ser mayor nunca", aseguró muy serio.
"¡Anda! Como Peter Pan." , exclamé yo, "¿Y eso?"
"Porque Papá y tú estáis toooodo el tiempo trabajando", me soltó enfurruñado.
Vamos a ver. Hay rachas y rachas. Y ahora pasamos una racha de mucho trabajo los dos, pero ¡acabamos de tener una semana de vacaciones en Las Palmas de Gran Canaria con todos nuestros sentidos puestos en los pequeñajos! Es que nunca van a estar contentos. Y aunque estemos muy muy muy liados. Siempre busco el hueco para ellos.
Es verdad que nunca es suficiente porque tengo dos churumbeles muy creativos y a todas horas quieren que pruebes el nuevo juego que se han inventado, o que leas su nuevo cómic, o que te expliquen el videojuego que se les ha ocurrido, o que juegues a su juegacuento, o a su partida de rol... Es maravilloso lo que discurren, pero no hay horas en el día para limia, comprar, ordenar, trabajar, llevarles al parque o a cualquier otro sitio chulo, leerles cuentos y libros (porque siguen queriendo que les leamos), ver pelis con ellos (que también quieren), organizarles actividades, jugar con ellos...). ¡Son muy exigentes!
Pero vamos, que me tienen pillado el truco porque me faltó tiempo para sacar el juego de montar un dinosaurio de gomaeva.
Y ahí nos pusimos con el tema. Primero uno y luego el otro porque mi mente no da para más. Y las instrucciones no me parecieron precisamente sencillas. Venía el dibujo de cada lámina con las piezas que incluía y números en las cavidades dónde había que encajar la pieza que tuviera el mismo número. Ponte a buscar, a destroquelar y dar la pieza al niño de turno para que la colocara. Luego se caía al colocar otra y así continuamente.
Pero finalmente tuvimos nuestros dinos y los peques estaban felices. Esa noche me acosté bastante más tarde, pero valió la pena.
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