Esto de lidiar con los límites entre el mundo del mayor y del pequeño cada vez resulta más difícil. Al llevarse sólo dos años las fronteras entre el espacio personal de uno y del otro muchas veces vuelve difusa. Es maravilloso que siempre tengan a su hermano para interactuar, pero el roce y la convivencia causa estragos en las relaciones. Lo normal es que no se soporten el 75% del tiempo.
Así que cuando vamos al parque y sólo hay amigos de uno y no del otro o cuando hacemos alguna actividad con alguien en la que tengo que llevar a los dos por narices, comienzan los dolores de cabeza. Uno no quiere jugar con el hermano porque quiere estar sólo con sus amigos, el otro se aburre y quiere participar en los juegos como sea... Luchas, peleas, lloros, protestas, rasgado de vestiduras... En fin. Lo típico. Me vuelven loca.
Y esto viene a cuento con el post como parte introductoria para exponer los hechos que me llevaron a inaugurar el cine club de los pequeños. Ya había comentado que un padre valiente había formado un cine club para su hijo y amigos, entre ellos Daniel, que está encantado con la idea.
El problema es que a Iván también le encanta el plan y que su hermano no quiere verlo por ahí ni en pintura. Ni a él ni a mí, para ser exactos, así que se me planteó un problema un pelín peliagudo con dos niños mirándome con desesperación.
Sólo me quedaba una salido y no era la más fácil, ni la más cómoda, pero sí la que mejor se adaptaba a las necesidades de ambos, así que me tiré a la piscina. Me puse en contacto con otra madre que sabía que se encontraba en mi misma situación y le expuse mi plan alternativo de Cine club junior. Le pareció una idea estupenda, así que quedamos en que el día D, los mayores se irían a casa de su amigo y los pequeños a la mía.
Para gran alegría mía, se presentó voluntaria para ir alternando las sesiones cada vez en la casa de una. No es que no me guste organizar el cine club. ¡Me encanta! Los niños viven estas cosas de forma muy intensa y mola. Pero es que es echarte más tareas sobre los hombros y si se reparte la cosa mejor para mí.
Lo cierto es que ambas pensábamos que el horario de la actividad era un poco tardía para niños de 8 años. De ocho y pico de la noche hasta las diez y media u once, pero los peques estaban entusiasmados y tan ilusionados... En fin, que hablamos de un viernes, al día siguiente no hay que madrugar... ¡al toro!
Entremedias Iván invitó espontáneamente a un amiguito que se apuntó entusiasmado sin contar con los progenitores, para qué. Menos mal que cuando hablé con su padre accedió encantado. Le pareció un poco tarde, pero en vista de lo feliz que estaba su hijo con la idea acabó concluyendo lo mismo que nosotras: Bueeeeno, es viernes...
Así que llegó el día y cuando hube entregado a uno y recogido a dos, los senté en el sofá delante de unas mesitas individuales y les preparé una opípara cena a base de pizzas, patatas de bolsa y croquetas que triunfó, evidentemente.
Mientras engullían, sin parar de charlar y reír, veían la película que había elegido Iván para la ocasión: Dragon Quest Your History, que encima está en Netflix. Todo facilidades. El tema de que estuviera catalogada para mayores de 13 años me hizo dudar un poco, pero el trailer mostraba un argumento lleno de aventuras épicas y monstruos mazmorreros. Encima con apariencia de videojuego, ya que se basa en uno del estilo de Zelda (o eso me pareció a mí).
A los peques les estaba gustando y eso es lo importante. Sólo callaban en las escenas más impresionantes y se pasaron un buen rato encima del gato que aguantaba sus mimos y caricias con estoicidad poco común en los felinos.
Alguna vez me pareció que no se estaban enterando de nada, pero cuando se metían en las escenas para jalear al protagonista, gritar horrorizados o entusiasmados o reírse a carcajadas no tenía precio. Eso sí, si organizáis una cosa parecida no esperéis que los asistentes permanezcan sentados y en silencio atentos a la película. Eso sería un milagro.
Hacia el final de la película entendí por qué ponía que era para mayores de 13. No era porque fuera demasiado violenta, hubiera escenas subiditas o lenguaje inapropiado, que vá. Sino porque plantea una serie de cuestiones abstractas que es muy difícil, o imposible, que estos fierecillas pillen. Afortunadamente, las cuestiones existenciales se plantean en medio de una batalla épica, con lo que los chiquillos siguen enganchados al devenir de los acontecimiento sin hacer ni caso al diálogo profundo entre los personajes.
Evidentemente, en cuanto salieron las letras del final se volvieron hacia a mí para preguntarme como rayos termina. No voy a plasmar aquí sus preguntas para no hacer spoiler, pero sí que se quedaron pensando.
Como la sesión de los "senior" aún no había terminado les dije que podían quedarse un jugando un rato, pero ellos prefirieron sentarse en el estudio a dibujar los monstruos que más les habían llamado la atención de la película. Ganó Patxi por goleada, que supongo que no se escribe así, pero así suena.
Con la tontería se había creado un debate posterior al visionado y una actividad complementaria de forma espontánea. Con estos peques nunca se sabe...
Aunque todo ello salpicado con sus burradas, claro. Sólo diré que tuve que apagar lo del ok, google para que dejaran de escandalizármelo.
Y así llegó el momento de ir a por los hermanos mayores. Por el camino dejamos al peque que no tenía a nadie en la otra sesión en su casa. Daniel había visto al Vida de Brian y se había reído muchísimo, pero no había entendido nada. "Es que la película es absurda, no tiene sentido", "¡Exacto!, mi querido primogénito. Lo has pillado", me miró sin entender nada y aseguró que, aunque se le había parecido divertida prefería las películas con un guión más coherente. A lo que le contesté que me prometiera que la vería de nuevo de mayor y ya hablaríamos. Me temo que para disfrutar del humor absurdo hay que tener la mayoría de edad.
La vida de Brian no es para niños. Un beso
ResponderEliminarEso pensé yo, pero la eligió el niño que hace el Cine Club y los padres la habían revisionado para comprobar que no había ninguna barbaridad antes de ponerla a nueve peques de 10 u 11 años, así que... Lo único que pienso que hay cosas que es mejor hacerlas con la edad adecuada para disfrutarlas de verdad como ver ciertas pelis y leer ciertos libros
Eliminar¡Qué buen plan! lo de las edades de las películas ha cambiado un montón...cuando les pusimos a los nuestros ET, mi marido recordó q él había pasado miedo cuando sus padre le llevaron al cine a verla y a mis hijos les pareció de lo más normal todo.
ResponderEliminarEn cuanto a la cena, ¡¡qué suerte!! porque mi hija no hubiera cenado, pizza - no la gusta el queso, croquetas nada tampoco y patatas fritas depende de que tipo :-(
Confieso que antes de pensar en qué hacer para la cena pregunté a los padres jajaja Así iba sobre seguro. Es verdad que las edades han cambiado, pero en muchos sentidos porque, por ejemplo, Indiana Jones, que yo la veía sin pestañear desde niña, a estos les da miedo. Quien les entiende!!
Eliminar