jueves, 13 de julio de 2023

Los demonios visitan Covarrubias 2023

Me encanta que los demonios visiten Covarrubias una vez al año para atormentar a los que allí se reúnen para celebrar la fiesta de la cereza. Vienen cargado del fuego del averno para hacerte bailar al ritmo de la tamborada infernal y sus risotadas. ¡Todo un espectáculo y un juego la mar de divertido!

Al principio, mis hijos me acompañaban en mis correrías huyendo de estos diabólicos personajes, pero Iván decidió que desde la terraza del  bar de la plaza y con un mosto entre manos todo se ve menos diabólico y con mayor tranquilidad, y Daniel, decidió observar desde el borde de la plaza. Sólo yo me metí en medio de la vorágine infernal para saltar las lenguas de fuego y pasar por debajo de las chispas que tiraban por los aires. 

Al rato se me unió Raúl, que también le gusta la jarana, y vivimos la experiencia tope. Aunque entiendo que a mis hijos les dé respeto porque impresiona.

Curiosamente, este año las chispas calentaban, pero no quemaban. Y os lo digo que yo, que me comí bastantes. No sé como lo han conseguido, pero le han quitado muchísima peligrosidad a la costumbre de los demonios, lo que se agradece bastante.

Lo que no me gustó nada fueron unos cartuchos que lanzaban destellos de lo más rallantes y molestos. Por mí esos que no los traigan en su visita del próximo año, pero, claro, como elemento de tortura era más efectivo que los cartuchos de chispas y entiendo que los demonios vienen a lo que vienen: a castigarnos con el fuego del infierno y todo eso. Les debe reventar bastante que nos lo pasemos tan bien huyendo de ellos.

La traca final la interpretaron en la plaza en la que Iván se había quedado con unos amigos en la terraza de un bar y así pudo verla tan a gusto y desde la distancia que quería.

Los demonios parecieron estallar en llamas de repente y todo se volvió muy loco para acabar con una humareda y un silencio muy corto seguido por una salva de aplausos de los condenados que se lo habían pasado demasiado bien en la noche maldita.

Para recuperar fuerzas nos sentamos un rato en la terraza a tomar algo y lo que sí decliné fue la verbena posterior, que huir de demonios cansa mucho y aquí en el pueblo a lo tonto se te hacen las mil y mil de la madrugada sin darte cuenta.

Total, que los de la terraza se quedaron bailando y los que corrimos delante de los fuegos nos fuimos a dormir el sueño de los justos.








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