domingo, 15 de junio de 2014

El viernes especial de Daniel

El viernes andaba Daniel con una sonrisa de oreja a oreja. "Este es mi día especial" le contaba a todo el que quisiera oirle. Y ¿Por qué? Pues porqué estaba invitado a la gran fiesta anual del Jamón y el Queso del trabajo de Raúl y, encima, se celebraba el día de padres e hijos en su clase de natación. ¡Yujuuuu!

Recogimos a Iván mucho más temprano que de costumbre y nos fuimos los cuatro a disfrutar de un picnic al más puro estilo extremeño. El mayor, como siempre, se buscó un buen sitio en la mesa de las viandas y le dio trabajo a sus mandíbulas. El pequeño, que ya venía comido, se dedicó a atesorar palos y piedras muy emocionado.

Mientras, los papis se lanzaban a las delicattesen muertos de hambre y disfrutaban de la estupenda compañía: buena charla, risas, anécdotas y un jamón y un queso buenísimos.

La jefa de Raúl se compinchó con mi niño mayor y al final liaron una buena trifulca de agua y hielos que no vino nada mal, porque el calor apretaba que era un gusto.

Mis chiquillos hicieron gala de su famoso carácter inquieto sin cortarse un pelo. Tanto que a algunos de los asistentes les pillé mirándome con carita de pena y todo. Y es que no les llamo Atila y Godzila por nada. Disfrutaron muchísimo de la comida. Había que verlos devorar cerezas. Me sorprendió que Iván escupiera el hueso. Aún lo veo como un bebé, pero me temo que ya es un niño mayor. Eso sí, la camiseta no sé si sobrevivirá a las manchas. Por el color parecía que el pequeñajo se había puesto fino a vino del malo.

Aprovechamos la ocasión para dar uso a la canasta que nos regalaron en el evento de Decathlon y Madresfera. ¡Vaya lujo! No pesa nada y se monta en un minuto. Dio mucho juego.

De repente, Iván se convirtió en un guerrero temible a manos de la jefa de Raúl y un compañero suyo. Con un trozo de mantel de papel y unos palillos hicieron maravillas. Estaba encantado con su atuendo. Y Daniel un poco celosillo. Tanto que, en cuanto se despistó su hermano, le arrebató una parte para ponérsela encima.

A pesar de que no asistió ningún otro niño, los peques se lo pasaron genial con los compañeros de trabajo de su papá. Y, al final de la jornada, pudimos disfrutar de la compañía de unos bebés que estaban para comérselos. Si es que los achuchas y te dan ganas de tener otro. Menos mal que mis churumbeles me devuelven rápido la cordura.

El picnic fue todo un éxito, pero nos tuvimos que ir pronto para atender el otro evento especial del día de Daniel: la clase de piscina con mamá.

A todo correr me quité el polvo del campo, me puse el bikini, preparé todo y nos encaminamos al polideportivo, dejando a papi y a Iván relajados en casita. Bueno, en realidad, al más pequeño lo dejamos protestando porque no quería que nos fuéramos.

Llegamos a los vestuarios y nos encontramos con unas madres que me dibujaron la escena de lo que me iba a encontrar demasiado dura. Que una está desentrenada y eso de hacer largos lo iba a llevar yo muy mal.

Al final no fue para tanto. Nos metíamos en la piscina con juguetes diferentes cada vez y jugábamos cómo nos indicaba la profe mientras nos recorríamos la calle: que si con el churrito, que si con una pesa de goma eva, que si con una pelota... Muy divertido. Incluso improvisaron un tunel con tatamis en el que me metí una vez, pero que no volví a probar porque no era de mi talla y me quedaba ridículamente encajada. Ni que decir tiene que el chiquillo se lo recorrió un montón de veces. Estaba desatado. No podía parar de correr, saltar y rebotar contra las paredes. Supongo que los sobres de azúcar que se ventiló en la fiesta del jamón y el queso tuvieron algo que ver. Hasta la profesora me preguntó si le pasaba algo. Ganas me dieron de haber llevado una correa y atarlo corto. Si hubiera extendido los brazos y volado no me hubiera extrañado nada.

Volví al hogar agotada, pero no de los largos. ¡De perseguir a Daniel!

Menos mal que cayó en los brazos de Morfeo en cuanto apoyó la cabeza en la almohada. No puedo decir lo mismo del pequeño, que estuvo llorando y llorando hasta que, por fin, se quedó dormido. Supongo que estaba demasiado cansado y por eso se cogió la perra que se cogió.

Confieso que, una vez solventado el problema de sueño de Iván, yo también me desmayé en la cama.

4 comentarios:

  1. Qué chulada de día!!! Ya veo que se lo pasaron en grande. A pesar de tu cansancio, jajajaja. Besotes!!!!

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  2. Joe qué bien que lo pasáis! Ni un minuto de aburrimiento en vuestra casa!
    Besos

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    1. Me decía el otro día mi marido que no estaría mal que nos aburriéramos en casa un día jajaja
      Besos!!!

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  3. Que guay, lo debisteis pasar en grande, un dia así al campo es agotador pero muy divertido.

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