Al día siguiente tocó hacer la maleta de nuevo, aunque en esta ocasión sólo para el fin de semana. Mi madre nos invitaba a todos los hermanos a una casa rural de ensueño que había encontrado mi hermana en Fataga. No lo tenía fácil porque las condiciones eran muchas: tenía que albergar a cinco adultos, tres niños y tres perros en unas fechas algo complicadas.
Pero lo logró y lo pasamos fenomenal. Llegar nos costó. Y encima Iván se mareó e hizo el numerito de niña del exorcista dejando el coche hecho una asquito. Nada más llegar al lugar les puse el bañador a los chiquillos y los metimos en el jacuzzi bajo la vigilancia de mi madre para poder arreglar el desaguisado en la medida de lo posible. Los niños encantados con las burbujitas y los chorros.
El lugar era impresionante. Además del jacuzzi, tenía piscina, zona de columpios, sofá al aire libre, barbacoa, una pista de petanca, una mesa enorme para disfrutar de las comidas y las cenas, unas vistas impresionantes, habitaciones grandes...
Para dos días que íbamos a pasar allí no salimos de la casa ni para dar un paseo por la zona. Los niños lo único que querían era bañarse en la piscina, en el jacuzzi o jugar con los superhéroes y las naves de Lego que les regalaron sus tíos Fernando, Marian y su prima Natalia.
La nota mala la puso Daniel aplastando el pie de su prima con una pelota de petanca con alevosía y mucha mala idea. Me puse como una loca furiosa con él y luego estuvo un buen rato sin querer acercarse a mí.
Por las noches dormíamos los tres en una cama, así que aprovechó la coyuntura para abrazarse a mí y pedir mimitos. Un par de horas después, los dos chiquillos decidieron que les agobiaba y me hicieron saber de una forma poco sutil y no verbal que sobraba en la cama. Menos mal que tenía una sofá cama estupendo al que acudir en la misma habitación. Esa noche dormí mucho mejor que la primera, en la que llegué a pensar que Daniel era epiléptico nocturno, porque movía las piernas y los brazos sin descanso despertando a su hermano y a su madre a cada minuto.
El fin de semana pasó volando y tuvimos que abandonar la casa agotados pero felices.
Qué envidia...!
ResponderEliminarAcabo de buscar "Fataga" en Google para ver dónde estaba y resulta que nos pilla algo lejos! jaja
Un lujazo poder pasar el fin de semana en una casita así, no me extraña que no salierais! jaja
Sí que está lejos!!! Pero valió la pena, aunque el camino y las curvas le valieron a mi hermana una tapicería maloliente ejem ejem :S
EliminarPlanazo, nena!! A mí me ponen una piscina así y tampoco me muevo del lugar, jejejejeje!
ResponderEliminarMuas!
Es que era un lugar para disfrutarlo. para los pocos días que fuimos.... ;)
EliminarEnvidia máxima! Normal que no salgáis si es que lo tenéis todo ahí dentro. Tener una casita así es mi sueño... jajajaja pero creo que hacer una escapada como al tuya es lo más cercano que tendré.
ResponderEliminarBesos
Nunca se sabe. La vida da muchas vueltas y seguro que consigues tu casita :D
EliminarQ guay!!! me alegro d q lo esteis pasando tan bien. Saludos. Fdo. Animal :)
ResponderEliminarVosotros también estáis disfrutando a tope. Me alegro mucho. Que gusto lo del spá, pero lo que más envidia me dio fue la cena romántica de tus papis en esa terraza tan chula. Yo también quiero jajaja
Eliminar¡Qué bien y Cuánto disfrute! Estar todos reunidos es una bendición que se disfruta con alegría más si sin pocas veces . El lugar es precioso ¡¡Qué linda tu madre!! de reunirlos a todos juntos .
ResponderEliminarSíiii. Mi hermana y mi madre tuvieron una gran idea. Lo pasamos genial allí todos juntos. Sólo nos faltó el pobre Raúl, que se quedó con las ganas, pero tenía que trabajar y fue imposible cuadrar fechas snif snif
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