Este fin de semana eran las fiestas del pueblo de Raúl y no hemos querido perdérnoslas por nada del mundo. ¡Con lo bien que se lo pasan los peques allí!
Hemos llenado al maleta de ropa invernal, que ya se sabe que en la zona burgalesa refresca y no hemos encontrado con unas mañanas soleadas para ir en manga corta.
El sábado por la mañana pusieron castillos hinchables por cuenta de las fiestas y los niños se volvieron locos de contento. Botaban, rebotaban, se deslizaban por el inmenso tobogan... No querían ni oír hablar del castillito para pequeños. Si les atropellaban o había un choque inoportuno ni se les ocurría llorar no fuéramos a sacarlos de su paraíso.
Sólo logramos convencerlos para que salieran con el anuncio de que iba a empezar la sardinada. Eso ellos no se lo perdían. Corrieron a la cola al olor del pescadito frito y les dieron su ración acompañada con una generosa rebanada de pan a modo de plato. Iván engulló tres muy a gusto y Daniel se dedicaba a chupar la sal y la grasa que recubría la suya. Cuando intentamos dársela a trocitos se enfadó muchísimo porque se la habíamos roto. A los adultos nos acompañaban el ágape con un vasito de vinito que te rellenaban cada vez que ibas a por más. Tras tres vasitos ya estaba yo la mar de contenta.
Después de llenar la barriguita hubo que volver a los castillos por exigencias del bando infantil. Pensaba que les sentaría fatal después de comer, pero se ve que estos ni sienten ni padecen. Como el de mayores había estado al sol y quemaba se avinieron a saltar en el de pequeños hasta que lo desinflaron.
De allí a comer y a celebrar el cumple de la abuela Paca, que es tan buen y generosa que compartió su día con sus biznietos. Cómo sabía ella que les iba a hacer muchísima ilusión volver a soplar velas. Como la abuela Chari es muy previsora había comprado velas para todos. Los tres recibieron sus regalos. Para Daniel e Iván dinero y ropa. El mayor al principio arrugó el ceño, pero luego no había quien le quitara su chaleco gustoso de encima.
Por la tarde, salimos a ver pasar las carrozas. Este año había mucha competencia para el concurso. Me parecieron todas sensacionales: Heidi con sus montañas, el circo con dos precioso leoncitos, una boda gitana con todos los detalles, la pandilla heavy macarra, los jeques forrados, los angry birds, los bomberos, la carroza de los egipcios con momia y todo... Que por cierto la momia se tiró a darle un abrazo a Daniel y éste le regaló un caramelo por si acaso venía con intención de comérselo a él.
Iván se llevó un susto tremendo cuando un payaso se acercó a él con unas tijeras enormes. Se abrazó a mi con los ojos muy abiertos, eso sí, aceptó encantado el porrón de caramelos que le dio el payaso en compensación. Los niveles de azúcar de estos niños se han elevado muchísimo este fin de semana, pero he hecho la vista gorda por ser una ocasión especial.
Los primos "de Covarrubias" invitaron a mis peques a subirse al coche de su peña, pero solo cupo Daniel. No pasaba nada porque Iván prefirió seguir la ruta en los brazos de mami (todavía oigo los lamentos de mis riñones). Tras tanta fiesta, música y alegría, los primos dijeron que se iban al castillo hinflable de pago (los gratuitos ya no estaban) y no quedó más remedio que aligerar el bolsillo y que subieran los míos también.
En esta ocasión no todo fue alegría, porque, de repente, apareció Daniel a nuestras espaldas llorando desconsoladamente. Se había caído por una agujero que tenía la red de seguridad hasta la maquinaria, había salido por una puertecilla por detrás del castillo y se había asustado mucho. Berreaba desconsolado porque ya no se atrevía a subir al castillo y se iba a perder toda la diversión. Por mi parte, fui a buscar a la encargada de la atracción y le avisé del peligro. La chica comprobó que se había roto la red y la apañó con una cuerda sin parar el juego. No me pareció muy profesional, pero puede que sea la mejor manera para que la gente no le coja miedo.
A Daniel le duró bastante el disgusto y al final decidió que sólo se montaría en Castillos hinchables "con seguridad". ¡Ole mi niño!
Hola Dacil!
ResponderEliminarDan ganas de visitarlo! Vaya fiesta!
Un beso
Pues es un pueblo precioso, aún sin fiestas. Te animo a ir y a que me lo digas jajaja
Eliminar¡Que chulas son las fiestas de Covarrubias no?
ResponderEliminar;)
Síiiii. Hay de todo y para todas las edades. Yo me lo paso siempre en grande :D
EliminarYa veo que os lo pasasteis genial a pesar del percance... Un besote!!!
ResponderEliminarPobrecito!! Vaya lagrimones!! Menos mal que sólo fue el susto. Y se lo pasó taaaaan bien el resto del tiempo que ya casi se le ha olvidado :)
EliminarMenudo fiestorro, jejejeje...
ResponderEliminarY el susto, menos mal que en susto quedó...
Besotes!
Sí, menos mal. Y que para cuando nos enteramos del asunto ya sabíamos a ciencia cierta que a Daniel no le había pasado nada. Si llegan a salir todos los niños y el mío no me da un infarto allí mismo. Aunque luego aparezca sano y salvo.
Eliminar¡Vaya susto! Hay que tener un cuidado con las atracciones .
ResponderEliminarLo que me he fijado es que todos andaban con mata corta y vosotros con sendos jerséis , jajaja ..¡Ya se nota el frío por el norte!..
Menos mal que no pasó nada.
EliminarEs verdad que hacía calorcito, pero los jerseis de los niños eran nuevos y querían lucirlos jajaja Me han salido presumidillos. Quien lo diría viéndoles de diario ;)
Que divertidas.....a pesar del susto de Daniel no?? pobrecito yo tambien me hubiera asustado...
ResponderEliminarSí, vaya accidente más tonto. Pero en general, fueron unas fiestas geniales :D
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