La tarta que me hacía mi madre

Como Iván había expresado su deseo que hacer una tarta conmigo me puse a buscar una receta fácil por internet. Navegando, navegando, me vino ala mente una tarta que nos hacía mi madre de pequeños y que nos encantaba. De repente me entraron muchísimas ganas de hacer exactamente esa. Más fácil imposible y no necesitaba horno.

Dispuse todos los ingredientes necesarios y llamé a mis hijos, pero ninguno dio muestras de querer ayudarme en mi empresa, así que me puse manos a la obra yo solita. Hice la crema pastelera en polvo, el mouse de chocolate en polvo (una que es vaguetona y no le apetecía hacerlo casero), mojé las galletas en leche con un poquito de pacharán (en la receta original era coñac, pero no tenía) y fui poniendo capas de las galletas y la crema pastelera. La última capa de mousse de chocolate y a la nevera.

Mi madre le ponía coco por encima y estaba de muerte, pero como a mis hijos no les hace mucho tilín este ingrediente, lo cambié por lacasitos y les invité a que me adornaran mi tarta de cumpleaños. Eso sí que lo hicieron encantados... Encantados de ir engullendo tantos lacasitos como ponían sobre la tarta. ¡Vaya pillos!

Después de comer, sacamos la tarta y me cantaron muy contentos cumpleaños felis, cumpleaños fatal y gronf gronf gronf, que es cumpleaños feliz en idioma dragón.

Nada más probarla me vinieron mil recuerdos a la mente, pero le faltaba algo, le faltaba algo... Me levanté de la mesa y me fui a por el coco rallado. Separé los lacasitos y espolvoreé generosamente. Ahora sí.