El domingo volvimos a las Game On, aunque esta vez íbamos en plan parejita sin niños, así en plan romántico y eso. Hay maridos que te llevan a cenar y al cine y otros que te llevan a super jornadas de juegos de mesa. No sé vosotras, pero yo me quedo con lo segundo jajaja.
Creo que es la primera vez que voy a un evento jugón sin los churumbeles. Les echaba de menos, pero no tanto como creí. La verdad es que me sentía muy liberada. Eso sí, a ellos no les hizo ninguna gracia que les dejáramos en casa de la abuela y no les volviéramos a llevar a La Nave. No nos lo van a perdonar en la vida.
¡Hasta podía charlar con la gente tranquilamente y acabando las frases! Alucinante. Una de las primeras cosas que hicimos fue pasarnos por el puesto de Brain Picnic. Nos encantan sus juegos. Ikonikus es de los preferidos de Daniel y Mix It de Iván. Con el primero jugamos con las emociones, nos conocemos mejor y nos echamos unas risas a través de unas sencillas cartas icónicas. Al que le toca hace una pregunta que siempre empieza con "¿Cómo te sentirías sí...?" y el resto tenemos que dar una carta de nuestra mano que se corresponda en mayor medida a la respuesta que tenemos en mente. El jugador que ha hecho la pregunta barajea las cartas que le hemos dado sin verlas, las descubre y elige la que más le cuadre. El que haya puesto esa carta se la queda y el resto se descartan. El que consiga tres cartas gana.
En Mix It tenemos que lograr juntar las tres piezas del monstruo que nos toque poniendo carta sobre la mesa y robando del mazo. Te cuidado porque le puedes estar haciendo el monstruo a tu oponente sin querer y darle la victoria. Es muy emocionante y al más pequeño de la casa se le da de miedo.
Al lado estaba Gen-X y allí encontramos a Sergio Rodríguez, creador de Death over de kingdom, un juego en el que ya la estética de las cartas te hace desearlo, pero ya si lo juegas no puedes vivir sin él jajaja. Se juega a tres rondas. En la primera gana el que más puntos tenga, en la segunda el que menos y en la tercera todos los que no tengan ni la máxima puntuación ni la mínima. Cada carta tiene sus características especiales que puedes jugar para ganar o perder según te convengan. Durante tu turno puedes cambiar tu carta con el jugador de tu izquierda o con el mazo si es lo que tienes a tu izquierda, cambiarla por otra de tu mazo para despistar a tus oponentes o quedártela. Gana el que al final no tenga ni la máxima puntuación, ni la mínima. Justo en ese momento comenzaba un torneo de este juego y nos apuntamos sin pensárnoslo dos veces. Vaya risas. No pude acabar la liza porque empezaba una charla de Julia, de Bebé a Mordor, pero estoy segura de que hubiera ganado, o no, pero soñar es tan bonito...
Dejé a Raúl en el torneo y me dirigí al auditorio. Al final, no era una charla como tal, sino una entrevista en la que Julia contaba cómo había surgido el blog y los beneficios indiscutibles de los juegos de mesa en la educación de los niños. La idea que más me llamó la atención fue al de usar sus vídeos como trailers de juegos de mesa para ver cuáles les gustan más a los niños. Como cuando quieres ir al cine con los peques y les pones el trailer de la película antes para asegurarte de que les llama la atención. ¡Buenísima idea! A partir de ahora les pondré los vídeos a mis hijos. Hasta este momento sólo los veía yo y no se me había ocurrido esta posibilidad. Los vídeos reseña de Julia están hechos para que los niños los encuentren atractivos. Por eso constan de secuencias cortas, con tan animados, lleno de expresiones fáciles de reconocer por ellos y nunca nunca nunca le oirás una palabrota. Al final hubo ronda de preguntas y le hice una que me preocupa bastante: Mi hijo mayor hace trampas en cuanto nos despistamos. Seguro que nos cuela muchas, pero hay veces, hay veces... que... ¡Jolín! que es muy descarado. Yo le recrimino bastante mosqueada a veces y otras muerta de la risa, porque hay que reconocer que lo hace con gracia. Y me temía que estaba haciendo muy mal. Julia me confirmó que sí, que lo estaba haciendo fatal. Lo que hay que hacer es parar el juego inmediatamente y permanecer seria. Le haré caso.
Nada más salir de la charla me reencontré con Raúl. Al ir a saludar a Julia vi a Paloma de Refuerzo Divertido, un blog que da unas ideas fantásticas, y a Roberto Alhambra, un admirable profesor y autor de Los que ignoran. Alhambra nos recomendó que probáramos When I dream y, a pesar de que Raúl se hizo el remolón porque ya había jugado y no le había hecho mucho tilín nos sentamos a echarnos una partidilla. A mí sí que me gustó. Es sencillo, bonito, apto para muchos jugadores y muy original. Las cartas con preciosas ilustraciones se colocan en una cama. Cada una tiene una palabra en la parte superior y en la inferior y según su orientación se lee una u otra. Sólo vale la de la parte inferior.
Uno de los jugadores se va a "dormir" colocándose un antifaz y el resto se reparten las cartas de personajes y le van diciendo una palabra como pista en su turno. Dependiendo de si son Hadas, Hombres del saco o Sandman las dirán bien o mal, pero si das pistas erróneas tiene que ser sin que se note mucho o el durmiente se dará cuenta de que le estás haciendo trampa y no te hará caso. Cuando el jugador del antifaz prueba suerte con una palabra se descarta la carta de la cama y se siguen las pistas con la siguiente tanto si la ha acertado como si no ¡Buenísimo! En el momento en que se acaba el tiempo, el durmiente tiene que poner a prueba su imaginación contando un sueño en el que aparezcan los elementos que crea que ha acertado. Si logra nombrarlos todos gana dos puntos más todas las cartas con las palabras acertadas. El hada se lleva tanto puntos como cartas acertadas, el Hombre del saco tantos puntos como errores haya cometido y Sandman tiene que encontrar un equilibrio.
El siguiente fue Hogar Dulce Hogar, que ya había probado Raúl cuando "de soltero" el viernes y le había hecho gracia. El juego consiste en hacerte una casa poniendo habitaciones en el tablero. Para ello antes tienes que coger las cartas de un tablero central con una cuadrícula de dos por cinco. En la línea de arriba se ponen los tejados, cartas de acción y mobiliario, en la de abajo las habitaciones. En la primera casilla superior no se pone nada porque sirve para elegir se el jugador inicial. Éste se coge una columna de cartas a su elección primero y retira otra. El segundo escoge otra columna de lo que queda. Para poner cartas de habitación hay que seguir unas reglas y según logres colocarlas mejor te llevas más puntos. A mí también me gustó.
Tras perder vilmente contra Raúl, éste me hizo saber que estaba cansado de juegos de partidas cortas y que quería algo más complejo. Su intención era que jugáramos a Mansiones de la locura, pero la mesa estaba ocupada, así que echó un vistazo a lo que había libre y se decidió por Eldritch Horror. El mal se está apoderando del mundo y nosotros tenemos que evitar que el horror se desate en forma de Azathoth, el primer motor del caos, la antítesis de la creación, el necio sultán de los demonios; el que roe, gime y babea en el centro del universo. Un pedazo de bicho que nos hará enloquecer con tan sólo imaginarlo. Para evitar que destruya el mundo debemos elegir bien a nuestro personaje y viajar por el mundo investigando y luchando contra monstruos y adversarios a fuerza de tirada de dados para completar tres misiones. Comenzamos con la fase de acción. Podemos realizar dos, pero no repetidas. Para lograr movernos dos veces en un turno tendremos que gastar una acción en comprar un billete de tren o de barco que sólo valen para ese tipo de caminos. También podemos comprar cartas que nos ayudarán durante el juego. En la fase de encuentros luchamos con los adversario en caso de que estemos enfrentados o resolvemos encuentros de diferentes tipos según nuestra situación. Pueden ser de zona, de pistas, de portales... Hay que superar las pruebas tirando dados y rezando para no morir o no perder la cordura en el intento. Finalmente llega la fase de Mitos, en la que se cumplen las maldiciones, avanza la ficha que si llega al final marca la venida de Azathoth, se desvela una carta de Mitos... La partida fue muy emocionante y se nos dio lo suficientemente bien como para acabar salvando el mundo.
Cuando nos levantamos fuimos a ver si la mesa de Junk Art estaba libre porque siempre que pasábamos la encontrábamos petada. Normal, porque este juego, con sus fichas de madera gigantes llama mucho la atención. Allí nos reunimos de nuevo con Paloma y su churumbel para jugar una partida. Un voluntarios nos explicó un modo de juego en el que se roban tres cartas. Te quedas con la que crees que puedes colocar con más facilidad y le pasas una a tu contrincante de la derecha y otra a tu contrincante de la izquierda. Ellos a su vez, te dan una suya. Hay que buscar las tres piezas de las cartas y colocarlas de la forma más estable posible. Se repite la operación hasta que sólo queda una torre. La verdad es que te ríes mucho. De repente, al peque de Paloma se le cayó su torre haciendo pleno también con la de su madre y se desataron las carcajadas. Es un juego curioso.
Como colofón, jugamos a Ticket to ride France, una expansión muy chula de Ticket to ride. En el mapa la gran mayoría de las vías aparecen sin color porque, cada vez que robes cartas de vagones tienes que colocar tu mismo el color que vas a necesitar para hacer tus trenes, con lo que dificulta muchísimo el unir los destinos que aparecen en tus cartas de misión. Muy buena vuelta de tuerca.
De ahí ya nos fuimos a casa. Todavía faltaba una hora para que cerraran, pero mi instinto de mamá gallina se me disparó de repente y le di la tabarra a mi marido hasta que accedió a ir a por los niños. Lo cierto es que me sentía un poco culpable por haberles dejado en tierra después de lo bien que se lo pasaron el día anterior, pero que nos quiten lo bailado.
Las Jornadas fueron impresionantes. Y, para mí, lo mejor de todo fue el buen rollo y amor por los juegos de los voluntarios. Gracias a ellos este fin de semana ha sido extraordinario. Son unos cracks.
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