Cómo yo no soy de Madrid, Juvenalia me sonaba como algo lejano, pero en cuanto le conté a Raúl que había ganado cuatro entradas para la edición de este año se le iluminaron los ojos. "Ey, yo de pequeño iba a allí y me encantaba" ese tirón de recuerdos fue lo que me ayudó para convencerle de volver un día antes del pueblo y pasar el domingo por la feria de los niños. Se hizo bastante el duro, pero al final cedió. Estaba claro que a él también le apetecía darse una vuelta a ver que había.
El domingo nos presentamos en Ifema con muchas ganas de divertirnos. Le habíamos echado un ojito al programa y habíamos encontrado un montón de cosas interesantes. Nada más acceder, a los niños se les salieron los ojos y no lograban decidir a qué ir primero. Pero enseguida se les quitaron las dudas y corrieron que se las pelaban a un hinchable larguísimo que ocupaba una buena parte del largo de la sala. Era un circuito muy chulo que acababa en tobogán. Y un poco más allá del tobogán... ¡Un cine 6D!
Allá que fuimos para saber de qué iba eso del 6D. Al final resultó ser un simulador de montaña rusa igualito al que nos habíamos subido en la feria de las fiestas del barrio y que tanto les había gustado. Así que salieron de allí la mar de contentos.
Y reanudaron su carrera hacia el siguiente objetivo con unos pobres padres pisándoles los talones y gritando que no hacía falta correr.
Pero cómo iban a aminorar la marcha si habían encontrado una verdadera maravilla: ¡las burbujas! Te metes dentro y haces el cabra maravillosamente. Una pasada. Era uno de los juegos chulísimos que había montado Fundación Mapfre.
A mis niños les costó un pelín pillarle el truco al asunto, pero en cuanto se hicieron con ellas no había quien les parara. Daban vueltas y más vueltas. Lo más divertido era cuando se quedaban atrapados boca abajo y tenía que venir un monitor a darles el empujoncito. Les veías patalear muertos de la risa.
Los monitores iban de una pelota con niño a otra haciéndolos girar, dándoles la vuelta o ayudándoles a dar vueltas de campana. Se veía que también se lo estaban pasando pipa. Creo que en esa atracción deberían dejarnos entrar a los padres para jugar un poco a la pelot... esto... ayudar a los peques jajaja
Iván le cogió un poco de miedo a quedarse boca abajo, pero enseguida vio la solución. Se daba la vuelta muy cerca de la valla, justo donde estaba yo. Así, si se quedaba patas parriba, su madre le devolvía a la posición original de un empujoncito y listo. Allí estuvieron mogollón de tiempo.
Y de ahí se pasaron al... ¡golf! Nunca hubiera puesto la mano en el fuego de que les fuera a gustar este deporte pero, mira por donde, les flipó.
Tanto, que quisieron repetir en el stand de la Federación de Golf de Madrid, pero había bastante cola y decidieron seguir con su recorrido.
Cambiamos de pabellón y entonces lo vieron... ¡un tobogán gigaaante! Pero que de cosas chulas había en Ifema este puente. ¡Madre mía que pedazo de tobogán hinchable! Nada menos que de diez metros de altura.
Allá que enfilaron ambos sin pensarselo dos veces. Se tiraron sin miedo, ni terror, ni nada. Y no repitieron porque les pasó lo mismo que con el golf, que justo en ese momento se formó una cola de espanto. Que suerte tuvimos de llegar un poco antes y poder tirarse la primera vez sin esperar.
La cosa fue de hinchables porque se metieron de cabeza en la zona Wipeout, que emula a un conocido programa de televisión basado en batacazos. ¡Vaya si se dieron tortazos! ¡vaya caídas! Casi me dolían a mí, pero ellos se levantaban exultantes. Alucino con los niños.
Primero se metieron en un circuito en el que unos esforzados padres les tiraban unas bolas gigantes con bastante puntería. Volaban niños, pero ellos encantados.
Luego pasaron a las bolas gigantes. En esta prueba tenían que saltar de pelota en pelota sin caerse.
También existía otra prueba similar, pero con tubos en vez de pelotas. Los míos se lo pasaron bomba dando brincos en ambas.
Luego les tocó en la asesina barredora. Madreeee. Que velocidad llevaba. Y cómo iba barriendo niños en su recorrido.
El nombre no se lo han puesto por casualidad. No. Aquí también volaban. Ostras que golpes. Y ellos tan pichis que salieron de la máquina tortur... estooo... de pura diversión.
Esto no acaba aquí, aunque mis hijos aseguran que fue lo que más les gustó de Juvenalia. Es que habían muchísimos más hinchables y se ve que mis hijos pensaban seguir agotando sus fuerzas en ellos mientras le quedara aliento. El siguiente fue el del salto mortal. Mortal porque los chiquillos se despeñaban desde una altura considerable. Pero no creáis que dudaban lo más mínimo antes de lanzarse a la colchoneta. ¡Y repetían! Los muy locos...
Lejos de cansarse se tiraron a lo banzai a otro hinchable con un tobogán de donuts. Allí Iván tenía que tirarse con un progenitor porque medía menos de 1,30 y no le hizo la más mínima gracia, pero no le quedó más remedio.
Al principio, convencí al padre para que le acompañara, pero como se quiso tirar dos veces a mí también me tocó deslizarme por la cuesta a velocidad de vértigo.
También aprovecharon para entrar en uno de escalada muy chulo con salientes y cuerdas. Lo pasaron genial emulando a Spiderman.
Sólo la zona de Lego fue capaz de sacarles de los hinchables.
Iván se emocionó con las figuras de Star Wars y con la exposición, mientras su hermano se metía en un taller a experimentar con el millón de bricks a su disposición.
Pero, de repente, algo captó su atención e hizo que lo dejaran todo para correr a coger los mandos de unos videojuegos. Evidentemente.
Por un momento me fastidió que se engancharan a las consolas, como siempre, pero luego pensé "Por fin un respirito". Aproveché para saludar a María José, autora de varios cuentos infantiles, como el de Elefante y Miguel, y voluntaria en Apadrina la Ciencia, con los que organizaba un taller muy chulo. Les pregunté a los niños si querían hacer el taller de ciencia, pero de camino se encontraron las Nintendo Switch y volvimos a perderles. Que rollo esto del lado oscuro de los videojuegos.
Sólo pude sacarlos de allí chivándoles que había una taller de cocina muy cerca de allí. Por fin conseguí su atención (más o menos) y les llevé al taller de shushi, que al final no estaba tan cerca. Enseguida se interesaron en poner las manos en la masa, pero había que apuntarse y hasta las dos no había hueco así que no les quedó otra que esperar.
Conseguimos convencerles para visitar el piso de arriba para ver qué más había. En realidad, yo quería pasarme por Mamá tiene un plan y Ocio para peques, que sabía que tenían su stand allí, pero mis hijos se recorrieron el área en menos de cinco minutos y dictaminaron que todo lo que allí había era para bebés. Mentira porque en Ocio para peques había un taller de Flexbot que prometía muchísimo, pero no quisieron pasarse. Me temo que ya andaban sobre excitados. Demasiadas opciones de ocio en sólo una mañana.
Al final, nos tuvimos que bajar tras ellos sin poder saludar a nadie. En cuanto volvieron al piso de abajo se nos colaron en la zona de las videoconsolas retro de Arcade Madrid. Ainss. No tienen remedio.
Como ya no quedaba mucho para que comenzara el taller de shushi les dejamos que se viciaran de nuevo con las pantallas. Lo sorprendente es que, llegada la hora, no protestaran demasiado y enfilaran bastante obedientemente hacia el Stand de Ludoteque, los que organizaban el taller.
Yo me las prometía muy felices porque a estos pequeños no les gusta el salmón, pero se ve que si lo hacen ellos con sus manitas sí porque Daniel se los zampó de una tacada. Iván se comió uno muy a gusto y me pidió que le envolviera los otros dos para comérselos más tarde.
Ninguno pensó en sus esforzados papá que llevaban toda la mañana corriendo tras ellos. Menos mal que por la tarde logré convencer al pequeño de que me diera uno de sus shushis. ¡Estaba buenísimo!
Y hasta aquí nuestro salto a Juvenalia. A eso de las tres salíamos por la puerta con dos peques protestando y suplicando por volver a entrar. Confieso que yo estaba agotada de tanto correr de una zona a otra. ¡Cómo debían de esta ellos! Es verdad que nos dejamos muchísimas cosas: los juegos gigantes de Cayro, la tirolina gigante de los Bomberos Unidos sin Fronteras, el circuito de seguridad vial de la policía... Y muchísimas cosas más. Madre mía. Habían tanta cosa que es como para ir todos los días del puente. Un detalle que se agradeció era el de las botellitas de agua repartidas por toda la feria para los niños.
Estas dos fieras ya claman por hacer tradición Juvenalia y volver todos los años. No son listos ni nada. Lo cierto es que lo pasamos genial y agradecemos muchísimo a Qué hacer con los peques por el sorteo del pack de cuatro entradas que ganamos.
He disfrutado un montón viendo las fotos, otro año participo en el sorteo y vamos a Madrid jejeje
ResponderEliminarSíiiii
EliminarApúntate y si te tocan ya tienes una buenísima excusa para darte el salto!!! Sería genial :D
Cómo mola verdad? Cuando vas un año, ya vas todos ja ja ja. Juveniles era típico de nuestra infancia y a mi me encanta que ahora lo sea de mis hijos. Hay un montón de actividades y si, una jornada se hace corta con todo lo que hay para hacer.
ResponderEliminarA ver si el año que viene coincidimos el día y lo disfrutamos juntos.
Un abrazo
El próximo año tenemos que quedar. Síiiii. Este el día era inamovible porque Raúl no estaba dispuesto a retrasar ni un segundo del o supueblo ainsss Que amor jajajaja
Eliminarel de aquí tb :D
Eliminarq chuli! Papi vió el otro día en las noticias q abrían Juvenalía y se acordó q el fue, bueno le llevaron la 1º vez q abrieron (es q d muy peque vivia en MAdrid) aquí hay PIN (parque infantil de navidad) hay actividades, talleres, actuaciones y barracas. Supongo q algo parecido será pero el vuestro más grande. ¡están genial para los peques!
ResponderEliminarPues el de allí también debe ser chulísimo. Son propuestas que los niños disfrutan a tope. Lo malo del de Madrid es que cuando se peta debe ser un infierno. Nosotros tuvimos suerte y nos pilló un día flojo, pero me han comentado que los días fuertes fue una locura
EliminarNosotros hicimos combo el sábado pasado. Del pabellón 1 donde estaba Harry Potter The Exhibirion y en el que estuvimos la mañana pasamos al pabellón 12-14 de Juvenalia donde pasamos la tarde. Un día completo. Lo pasamos pipa.
ResponderEliminarUalaaaaa!!! Ese combo vale millones de puntos a los ojos de los niños. Pensarán que sois los papis más guays del mundo :D
EliminarVaya pedazo de día especial. Va a ser difícil superarlo