sábado, 18 de julio de 2020

La guerra del agua

Uno de los planazos veraniegos que estamos teniendo es el que incluye escaparse a un parque, muy cercano a nuestra casa, cargados de botellas y pistolas de agua para meternos de lleno en batallas campales muy muy refrescantes.

Con esto del coronavirus hemos cancelado todos nuestros planes viajeros y hemos decidido disfrutar de unas vacaciones tranquilas en Madrid. Aunque pronto me di cuenta de que tampoco estábamos disfrutando de la extensa oferta de esta ciudad. Sobre todo, a causa de la angustia que me ha generado el tema del virus.

Para empezar, no me meto en el metro si no es estrictamente necesario, con lo que el radio de acción se acota visiblemente. Además, no me gusta llevar a niños a espacios cerrados ... todavía, así que se restan aún más posibilidades. Soy muy agonías, lo sé.

Todas esas escapadas a museos, actividades culturales y exposiciones de otros veranos han desaparecido de un plumazo. Dando prioridad a las hogareñas, parquereñas y cercareñas (vale, me he inventado os palabras por la cara, pero no olvidéis que el lenguaje es dinámico y en un par de años a lo mejor os sorprendéis diciéndolas muahahaha).

Pues una de la que más triunfan últimamente es la de la guerra del agua. Supongo yo que es porque mamá participa un buen rato. Llegamos al parque y nos repartimos las zonas: en la rampa, en el puente del castillo o a suelo raso. Éste último es el que más radio de acción tiene, pero el que más se arriesga al fuego cruzado. Personalmente, es mi posición preferida porque es más fácil esquivar y puedes pillar desprevenidos a los otros dos.

Entonces se lía la de dios es Cristo, con gritos, imprecaciones, carreras, protestas y disparos a tutiplen. Todo ese guirigay se para de inmediato a la voz de ¡stop!, porque si no saben que nos vamos a casa ipso facto. Se grita stop si vemos un civil acercándose peligrosamente a la zona de guerra o cuando a alguien se le acaba la munición. Cuando pasa esto último, hacemos una alto, nos acercamos al banco y rellenamos las pistolas con el agua de la botella.

En el momento que viene un niño al parque se acabó la lucha y toca jugar al estilo tradicional, pero como vamos bastante temprano pueden pasar horas hasta que el primer niño asoma la nariz por ahí.

A la quinta o sexta batalla comienzo a flaquear y aviso de mi retirada para que sigan ellos mientras yo les observo en algún lugar seguro. Más o menos, porque siempre me da una bala perdida (de agua).

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Corremos mucho jajajaja

      La verdad es que empapados no y con el calor se hace nos secamos bastante rápido ainss echamos de menos una piscina... Fuimos a la municipal el sábado por la mañana y se nos quitaron las ganas de volver...

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  2. Lo de las pistolas de agua se agradece con este calorazo y es superdivertido... Si estuviera ahí me apuntaba👏👏

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