viernes, 26 de marzo de 2021

Los elementos y los ciudadanos normales

Mis elementitos liandola
Cada vez que voy a buscar al pequeño al cole (el mayor ya se va sólo a casa) me encuentro por el camino a los "elementos" de sexto. Niños que se divierten escandalosamente y llamando la atención a fuerza de gritar palabrotas y burradas mientras se empujan o se tiran de las mochilas. Nada fuera de lo normal entre peques inquietos y un poquitos asalvajados en cuanto se les da un poquito de libertad de acción. En mi opinión, es una forma bastante inocente de sentirse poderosos en su pequeño mundo. La verdad es que siempre me sacan una sonrisa con sus tonterías callejeras. Aunque, en general, se llevan muchas más miradas censoras y airadas que de simpatía.

A la mayoría les conozco porque han sido compañeros de juegos de mi primogénito en alguna que otra ocasión. y sé que ellos me conocen a mí, pero siempre nos ignoramos cuando nos cruzamos, ellos porque no dejan de ser niños y yo por no avergonzarlos, que a estas edades la atención adulta es casi una ofensa cuando están entre colegas (aaay con el ya soy mayor mamá).

En fin, el caso es que un día di la vuelta a la esquina y me los encontré muy revolucionados mientras lápices, rotus y material escolar de lo más variopinto adornaba la acera en toda su extensión. Tres de ellos se disculpaban muy agobiados con el que miraba desolado su estuche vacío mientras profería tremendos juramentos. Seguro que se agobiaba sólo de pensar en recoger todo aquello.

A mí se me puso en marcha el modo madre y sin media palabra me puse a recogerlo rápidamente. Al verme, el afectado se puso a recoger conmigo rápidamente dándome las gracias tímidamente. Con la experiencia que tengo en un periquete estaba todo en el estuche de nuevo y había ganado en velocidad y eficacia a todo el grupo, que se sumó rápidamente en cuanto me vieron  a mí empezar (cuando hay que presumir, hay que presumir y yo soy muuuy rápida y eficiente recogiendo jajaja). Los peques estaban sorprendidos, avergonzados y agradecidos a partes iguales y todos me dieron las gracias antes de separarnos.

Pues bien, todos aquellos buenos ciudadanos, la mayoría con hijos (pero cero empatía, por lo visto), que  de normal les regalaban miradas duras y críticas a este grupo de peques, permanecieron impertérritos y voluntariamente ajenos a la escena mirando para otro lado y disimulando como si ahí no hubiera ni un sólo lápiz por recoger. Es más, los hubo que pasaban por la zona catastrófica, incluso pisando el material descuidadamente, y sin pararse a ayudar, por supuesto.

A todo esos les digo que más gamberros como esos chicos que se divierten a voces y menos ciudadanos modelos y criticones que a la hora de la verdad son las peores personas y los más incívicos. Con ese ejemplo no sé cómo queréis educar a vuestros hijos.

Y hasta aquí el desahogo tonto.

Por cierto, al día siguiente, cuando me los crucé, me saludaron en voz bajita jaaajajaja

2 comentarios:

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