En cambio, si la vez sin pensar en otros productos te maravilla y subyuga con esos movimientos candenciosos de los olores y los personajes que, junto con la música, te atrapa y hace bailar tu imaginación.
La historia la presentan desde el primer momento y, a partir de ahí, no hay giros ni grandes sorpresas. Lo buenos son buenos y los malos sin malísimos. Las almas cándidas hacen acciones malas porque son obligados y los malvados siembran el mal porque lo llevan en su negra alma. El mensaje de siempre. Se pierde el aire de soplo fresco de la anterior película en la que no habían buenos ni malos, sólo malas acciones llevadas a cabo desde el dolor y la falta de comunicación.
El tema principal de la película es la amistad y se refleja de una manera preciosa en sus protagonistas: la wolfwalker y la hija del cazador de lobos. Típico, ¿verdad? pero lo bonito es cómo se cuenta. Me gusta el motivo por el que la niña loba busca el encuentro de la aldeana que la odia, como todos en el pueblo, y que no es otro que la soledad más aplastante después de que su madre desapareciera.El devenir de los acontecimientos los presentas de forma emocionante, a veces desgarradora, transmitiendo sentimientos de frustración, angustia, miedo, presión... pero todo concluye en un final demasiado a lo Disney y un pelín forzado que acabó de desencantarme, aunque me dejó con buen sabor de boca, porque para eso los construyen así.
A mis hijos les gustó mucho, sobre todo la manada de lobos, ese personaje coral que da mucha vida a la película a pesar de su papel de mera comparsa. La disfrutaron y, espero, que se quedaran con los valores y mensajes que encierra este metraje de una forma tan encantadora.
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