He disfrutado muchísimo con
El niño de fuego, escrito por Leticia Costas e ilustrado por Iván R. Me parece una lectura muy tierna, ideal para las vacaciones de verano que están al caer. El protagonista y los personajes que le acompañan te roban el corazón desde el primero momento. Hasta algunos antagonistas, que no les queda otra que ser como son para sobrevivir. A otros te dan ganas de repartirles collejas como panes, ejem.
Pero, ¡que me adelanto!, lo mejor es empezar por el principio: la sinopsis. Morgan es un niño peculiar, con un vida más peculiar aún. Resulta que alguien lo dejó en la puerta a la señora Culpepper, que, dicho sea de paso, también es muy peculiar, ¡pero qué personaje de esta historia no lo es! Incluso los padres de acogida que cuidan de Morgan mes a mes tienen sus cositas.
Aunque la que se lleva la palma es la grandísima Anna. Es tan fantástica que casi se puede decir que a veces eclipsa al protagonista.
Y ya es mucho decir tratándose de un niño de fuego, ni más ni menos, o eso dice la nota que dejaron junto a él junto con unas cerillas. Eso decía y más cosas, como que tiene que ir a la casa de las tres hermanas. Claro que, todo eso, suena a acertijo de los difíciles y pasarán muchos años hasta que cobre algo de sentido para los implicados.
Claro que no se puede decir que la traviesa Luminaria, la llamita que chisporrotea sobre el hombro derecho de Morgan y que sólo puede ver y oír él. Ya hemos insistido varias veces, en que este niño es muuuuy peculiar. Lumi, para acortar, es su mejor amiga y la que más le anima para convertirse en lo que es. Aunque ni él mismo está seguro de quién es ni a donde le llevan los a veces desastrosos consejos de la llamita.
Todo esto pasará a segundo término cuando empiecen a sucederse extraños fenómenos meteorológicos que afecten a la pobre Lumi, dejándola hecha unos zorros y empujando a nuestros protagonistas y a sus amigos fuera de sus zonas de confort en un viaje bastante... peculiar. Sí, sí. ya sé que estoy abusando de esta palabra, pero es que le casa muy bien a este libro, desde la portada, a cada palabra escrita, al resto de las ilustraciones y pasando por la ambientación, personajes y guión. ¡Todo es peculiar y curioso! Con grandes saltos de la "realidad" más extraña a la imaginación más increíble.
Y todo da como resultado un cuento precioso, de esos que disfrutas cada línea.
Esta lectura está recomendada a partir de ocho años y tiene un formato muy atractivo para los peques. Además, es pequeño y cabe perfectamente en la maleta o en la bolsa de la playa o la piscina.
Por cierto, aquí os dejo otro título muy interesante de la misma autora que leí hace ya unos años: La balada de los unicornios. En este caso, la lectura se recomienda a partir de 14 años.
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