Lo más difícil nos parecía asistir a los comensales, ya que en el restaurante los camareros eran ciegos y se movían con muchísima soltura, pero yo, que iba a hacer esas labores soy torpe aún viendo. De todas formas, me tiré a la piscina porque pensé que al menos nos echaríamos una risa. Y siempre podíamos encender las luces si veíamos que la cosa no marchaba. ¡Había que intentarlo!
A Raúl se le ocurrió que no dejáramos el comedor totalmente a oscuras (algo imposible porque las persianas dejaban algún que otro resquicio abierto y se colaba al go de luz de la calle. Encima la puerta del salón tiene cristales, así que tampoco servía de mucho), pero que los comensales se taparan los ojos con antifaces de noche. Buenísima idea. Así lo hicimos. Ellos aseguraban que no veían absolutamente nada y yo, al menos distinguía algunos contornos y podía hacer tareas sencillas como guiarles hasta sus asientos.
Lo más divertido de esta actividad es que el menú es sorpresa, así no saben lo que están comiendo y tiene que intentar identificar los ingredientes con el tacto, olfato y gusto. Con algunas recetas les costó bastante reconocerlos, pero con otros lo tuvieron muy fácil. Te partías con sus comentarios. Sobre todo yo, que sabía lo que había.Me pasé todo el día cocinando para que hubiera un poco de todo en cada plato: carne, pescado, verdura, fruta, dulces... Raúl y los niños pensaron que me había convertido en una loca psicópata que les tenía vedada la entrada a la cocina. Hasta tenían que pedirme a mí los vasos de agua. Y si no que fueran a beber a los baños. Ahí no entraba ni dios, que se estropeaba la sorpresa.
Cuando llegó el momento preparé la mesa, serví los platos, coloqué las latas con pajitas (me parecieron más fáciles de manipular en la oscuridad que los vasos), apagué las luces y esperé a los invitados. Cuando llegaron le di a cada uno de los participantes un antifaz de dormir y los guié a sus asientos por turnos, indicándoles dónde tenían el plato con los bocados principales, el de los postres, la servilleta y la lata de refresco sorpresa. No puse cubiertos porque a oscuras es imposible usarlos. Son más una molestia que otra cosa.
Mientras los acomodaba, tuvimos el primer accidente, totalmente inesperado. Una de las sillas se rompió dejando a un invitado sentado en el suelo. Los niños se reían, pero a mí casi me da algo. Rápidamente me aseguré de que el peque damnificado no hubiera sufrido daño, retiré los restos de silla y traje otra nueva. Así escrito parece algo sencillo, pero casi a oscuras y como estaban dispuestas las cosas no me resultó nada fácil.
Sin más imprevistos pude sentar a todos en sus sillas y dimos comienzo a la cena entre "mmmmm"s y "puag"s, porque habían cosas que sabía que a mis hijos no les gustaba, pero no perdía la esperanza de que con la oscuridad colase y se lo comieran. Al ser familia tenían la confianza suficiente como para emitir ruiditos de asco y protestar enérgicamente.
Son unos exagerados porque el resto de cosas les gustó un montón y ya podrían haber hecho el esfuerzo por mí y comerse lo que no. En fin. El resto de comensales sí que dieron buena cuenta de todo lo que había en el plato y aseguraron que todo estaba riquísimo. Con eso ya soy feliz.
Al final, la cena fue todo un éxito, se lo pasaron genial, nos reímos mucho y mis hijos están empeñados en repetir la experiencia.
Si lo vuelvo a hacer será con menos tiempo de cocina para mí, ya os lo digo.
El menú fue el siguiente:Plato principal:
- Albóndiga de longaniza rebozada rellena de huevo (esta receta la vi en un libro de recetas basadas en el universo de Harry Potter y me quedé con la idea básica. Se compra una longaniza bien gordita, se destripa para sacar el relleno de la tripa, se mezcla con huevo y pan rallado y se deja en la nevera al menos una hora. Con esa masa se envuelven huevos de codorniz duros, se reboza la albóndiga resultante y se fríen en abundante aceite).
- Merluza con espinacas, langostinos, setas shiitake y cebolla frita envuelta en hojaldre (me inspiré en esta receta, pero al final la varié muchísimo)
- Cogollo de lechuga con atún, mayonesa y maíz dulce (no tiene mayor ciencia)
- Minipizza de carbonara (comprada precocinada)
- Pan chino relleno de carne (comprado precocinado)
Postres:
- Gajos de mandarina
- Empanadilla rellena de confitura de manzana (se hace con obleas de empanadillas y el puré de manzana que se vende en. los supermercados)
- Brownie
- Cruasán relleno de dulce de leche (la receta es ésta, pero sin la cobertura y con dulce de leche de repostería comprado como relleno)
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