Sin pensármelo dos veces me puse en contacto con ellos y adquirí nuestras entradas para el evento benéfico. El día señalado nos presentamos allí con cuatro kilos de comida para Mensajeros de la Paz y unos niños muy emocionados.
Nos tardaron nada en darnos las entradas y nos encaminamos al lugar dónde se realizaban las actividades. Nos costó mucho llegar porque por el camino nos fuimos encontrando diversos animalitos y la senda de los dinosaurios. Por mucho que les aseguramos a los niños que volveríamos por allí no hubo manera de convencerles de que no se pararan a contemplar y comentar cada maravilla que encontraban.
Por fin llegamos al lugar del evento y nos encontramos con un montón de sorpresas increíbles para los niños. El ejército del aire había montado un divertido circuito para los más intrépidos. Justo al lado teníamos unos creativos talleres para hacer tu propia camiseta y otro stand lleno de plastilina, colores y un Jenga de colorines que fascinó a mis chicos.
Allí estuvieron mucho tiempo inventando nuevos retos y construcciones imposibles. Cuando seguimos camino, Daniel descubrió una muestra de objetos de salvamento que captó toda su atención. El chiquillo no paraba de preguntar al encargado que era eso o para qué servía eso otro. ¡¡Incluso dos o tres veces!! Al pobre chico lo tenía mareado, pero le contestó a todo con una gran sonrisa y sin perder ni un ápice la paciencia.
Mientras Iván acariciaba a todo perrito de salvamento que encontró en su camino. y se acercaba curioso al camión de bomberos que habían abierto para que subiera el que quisiera a curiosear. El peque no se lo pensó dos veces y se metió dentro como una exhalación. Enseguida le pusieron un casco para dar más emoción al momento.
Yo me hubiera quedado un rato más, pero los peques estaban deseando recorrer Faunia, así que después de disfrutar del evento de la Asociación Sonrisas nos adentramos en el parque para descubrir muchas sorpresas.
Empezamos por los polos, dónde los niños lo fliparon con los pingüinos. Nada más salir de esta área temática nos dimos de morros con unos columpios infantiles monísimos y nos tocó hacer una parada para que los peques jugaran a gusto. Si fuera por ellos, allí habrían echado el día, pero lo papis le animamos a seguir la exploración con los pollitos, que les recordaron a los del cole.
Seguimos por las sombras silenciosas, donde comprobamos que son mas educados los animales que los humanos. ¡Anda que no habían señales en cada rincón pidiendo silencio! y a la gente sólo le faltaba aullar. De los niños lo entiendo más, pero no eran precisamente chiquillos los que más gritaban. Pedirles a los niños silencio en esa algarabía era ridículo. Me miraban sin comprender y me preguntaban por qué ellos tenían que estar callados y los demás no.
De allí, fuimos a visitar a los impresionantes cocodrilos y al delicado pabellón de las mariposas. ¡Vaya contraste! La granja les encantó. Es una lugar que siempre triunfa entre lo más pequeños.
Pero lo que más les gustó con diferencia fue el área llamada Veneno, dónde viven los seres más peligrosos y letales. Encima venían con una ficha técnica con el grado de agresividad, veneno, ataque y algunos datos más que flipó a los chiquillos.
Nada más salir, tuvimos que volver a entrar por la enorme boca de serpiente de nuevo y repetir el itinerario por petición entusiasta de los chiquillos. Daniel, incluso tripitió con su padre.
Hicimos un alto para comer, pero los niños no nos dejaron descansar por mucho tiempo. Estaban deseando seguir con la exploración de los diferentes territorios.
Tras atravesar el bosque templado, llenos de ciervos, y el africano, con unos monitos de lo más curioso, nos adentramos en la selva, dónde pasamos por un tunel por debajo de un montón de fascinante fauna marina, nos adentramos en la selva tropical en la que tuvimos a un tucán muy glotón a escasos centímetros y un par de monos traviesos se subieron a la mochila de papá para ver que encontraban. Fue difícilísimo convencerles de que se fueran con las manos vacías.
Eran las cinco de la tarde y ya lo habíamos visto todo. Los papis e Iván estábamos derrengado, pero Daniel aún tenía ganas de marcha. Le convencimos de marcharnos previo paso por la tienda de recuerdos donde nos llevamos un pack de habitantes marinos y otro de dinosaurios para seguir la aventura en casa.
Fue un día muy especial. Gracias Asociación Sonrisas por organizarlo.
No busquéis más a Dori. Está en Faunia jajaja |
Por cierto, ¿adivináis con que famosa pececita nos encontramos?
Que chulada, hasta yo me lo habría pasado pipa!!
ResponderEliminarTú te lo pasas pipa siempre jajaja Que yo lo leo ;)
EliminarPues se ve que estuvo muy divertido, y encima por una buena causa. Hace años mil que no voy a Faunia. Un besote!!!
ResponderEliminarEs un parque en el que lo niños aprenden muchísimo. pero hay animales que dan una penaaaa. Es que muchas veces los visitantes no se saben comportar :_(
EliminarOhhh, qué chulo! Yo con tanto bicho soy feliz, jejejeje... Y como dice Álter, por una muy buena causa! :)
ResponderEliminarMuas!
Eso es lo mejor!! Que además ayudas y eso lo hace un día muy especial :D
EliminarHa debido ser super divertido!! Y os felicito por colaborar por esta causa !
ResponderEliminarSí que lo fue. A los niños les encanta todo lo que tenga que ver con las fuerzas de seguridad y emergencias. Lo fliparon :D
Eliminar