Entre hueco y hueco que me dejen los niños estoy intentando poner algo de orden en esta casa caótica porque los papeles, gomaeva, pompones, washi tapes, cartones, limpiapipas, etc, etc... se nos van a caer un día en la cabeza y nos van a aplastar. Cada vez que algo cae en mis manos veo grandes proyectos, pero la falta de tiempo no nos permiten ponerlos en práctica con lo que se quedan en algún hueco de la casa. ¡Pero se acabaron lo huecos! Están todos a rebosar. Así que reviso, miro, remiro, medito, pienso y lo que lleva ya más de un año (o dos... o tres...) lo tiro (a veces...). Es una cuestión de supervivencia.
Para que os hagáis una idea, encontré un montón de restos de pegatinas. ¿Qué es eso? Os preguntaréis. Pues los huecos en blanco que se quedan cuando usas las pegatinas. ¡Son maravillosos para crear nuestras propias pegatinas (Nivel diógenes máximo, lo sé).
Casi casi casi estaba a punto de tirarlas cuando mi primogénito se presentó en mi cuarto al grito de "¡Me aburroooo!". Niños aburridos + restos de pegatinas... En fin, que los senté en la mesa con el material que casi deshecho, tijeras y rotus. Les dije que podían hacer sus propias pegatinas para pegar en carpetas, libretas... Y Daniel fue más allá. "¡Quiero hacer un álbum con mis pegatinas!", y, como no, el peque se sumó a su propuesta.
Así que les saqué unos cuadernitos para que los costumizaran al gusto. Y allí los dejé tan entretenidos. Si es que al final tengo razón en no tirar las cosas (aunque mi marido sufra, sufra).
Les quedaron unos álbums preciosos.
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