Un año más nos hemos vestido para la ocasión y nos hemos tirado a las calles de Covarrubias para transportarnos de época. La estética del pueblo ayuda, y mucho, a sumergirse en una fantasía medieval muy colorida y divertida en la que te puedes encontrar desde caballeros, a juglares, demonios... e incluso a la mismísima muerte, que vaga por el empedrado con la mirada perdida y sin decir ni una sola palabra.
La música alegre es casi una constante y los puestos multicolores llenos de artesanía y deliciosos manjares son el lugar perfecto para darse una vuelta tranquila en busca de tesoros... si no tienes dos niños revoltosos, claro. Ellos también buscaban tesoros pero de una forma un tanto descontrolada. Por el camino charlaron con los graciosos bufones, se colgaron de la pobre muerte, se comieron todas las muestras que pudieron y se empeñaron en acariciar a dos caballos que pululaban por el pueblo encabezando el pasacalles. ¡Vaya par de torbellinos!
Los peques andaban fascinados con las armas juguetes, las figuras de plástico, los adornos de arcilla... mención especial al puesto de cuero, Amando Pérez Company, en el que tuvieron toda la paciencia del mundo para explicar a mi primogénito cómo grababan los preciosos llaveros, cinturones y demás preciosidades que vendían. Los peques se llevaron dos llaveros chulísimos con su nombre en un lado y un motivo en el otro.
Lo mejor del mercadillo es que te vas encontrando cuentacuentos muy originales, escenas teatralizadas que dan mucho vidilla y espectáculos de todo tipo a la par que andas por las calles.
Supuestamente, había un programa, pero acabamos por pasar de él porque muchas veces no se ajustaban a lo que ahí ponía. Con lo que decidimos pasear y encontrarnos las cosas de forma más natural.
A los peques les gustaron las luchas, altercados y peleas, a mí los bailes tribales y a Raúl el ambiente en general.
Las bailarinas estaban vestidas con vistosas faldas de volantes y miles de abalorios refulgentes. Verlas bailar era casi mágico. Dos de ellas mostraban sendas tripitas de embarazadas. Se movían menos que las demás, pero era precioso verlas.
Los puestos de comida eran toda una tentación. ¡Vaya delicias! Nos comimos unas empanadas de matanza y pulpo para chuparse los dedos. Y un queso con castañas confitadas que ni te cuento. A Daniel se le iban los ojos a todos los puestos, con lo que le gusta a él la gastronomía. En el de pizzas artesanas el pizzero hacía malabarismos con la pasta y tenía a grandes y pequeños hipnotizado. Era alucinante como la tiraba al aire y la volvía a coger de mil maneras diferentes.
Pero lo mejor fue la noche del sábado. Una noche mágica en la que los demonios toman Covarrubias...
Me encantan los mercados medievales así, auténticos. Hay muchos y cada vez proliferan más pero muchos son sólo puestitos, cuando encuentras uno grande que además tiene un pueblo para acompañarlo, es genial.
ResponderEliminarBesos
Éste te iba a gustar mucho porque la ambientación es muy chula y encima ¡estamos nosotros! jajaja que somos muy medievales ;)
EliminarEl tiempo que hace que no voy a un mercado medieval... Molan un montón. Besotes!!!
ResponderEliminarA ver si te animas que en septiembre es el de Ávila (una pasada) y el de Buitrago (más recogidito) ;)
EliminarMe encanta!!!!!!!!!! vais guapísimos los 4!!!!!!! No os falta detalle.
ResponderEliminarA disfrutar del medievo!!!! :)
¡chulísimo todo!
Graciaaaas!!! Lo disfrutamos un montón. Son unos fiestas muy animadas :D
EliminarQue lindo! me encanta verlo, pero nunca me he vestido asi..
ResponderEliminarMucha gente iba sin disfrazar. Yo estuve muchos años yendo sin disfrazar y se disfruta igual, pero disfrazados tiene su punto jajaja
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