"¡Vamos Iván arriba! Que tienes que ir al cole, ¡¡¡Arribaaaaa!!!", todas las mañanas los mismo, por la noche no hay quien les acueste y por la mañana no hay quien les levante (excepto festivos y fines de semana, of course, ahí compiten a ver quien madruga más).
El peque se arrebujó aún más entre el edredón con cabezonería. Desde el umbral de la puerta, el padre trataba de llamar mi atención con desesperación.
"¿Qué quieres pesao?", le espeté de muy mal humor por la resistencia que estaba demostrando el Benjamín esa mañana. Al final tocaría correr, como siempre.
Raúl se señaló un diente y el bolsillo con insistencia. Ay diosssss. Me quedé blanca. La noche anterior, Iván había saltado de la cama a media noche para mostrarnos al padre y a mí un flamante dientecito de leche. Que, por cierto, seguía debajo de la almohada por despiste materno (y paterno).
Sin perder tiempo salimos casi de puntillas de la habitación y revisamos bolsillos, bolsos y carteras en busca y captura de un esquivo euro. Como se resistí el maldito en aparecer. A punto estaba de apostar por dos monedas de 50 céntimos, aunque fuera de lo más irregular en la tradición, cuando encontré un brillante euro. ¡Menos mal!
Siguiente paso, pillar dos chupa chups del bote de las chuches. Sólo había una, así que el otro tendría que ser piruleta. No creo que note mucho la diferencia.
Y Ahora venía lo más difícil. Hacer el intercambio sin que se entere el niño medio despierto. Fui a la habitación con el tesoro bien escondido a mis espaldas. El peque no se había molestado en abrir los ojos aún, así que, con una mano empujé media almohada sobre su cara mientras le decía que se levantara ya, y con la otra hacía un experto intercambio de diente por euro y chuches.
Ni un trilero lo hubiera hecho mejor.
"Venga Iván, ¿no quieres ver lo que te ha dejado el ratoncito Pérez debajo de la almohada?", mano de santo. Al chiquillo le faltó tiempo para levantar la almohada y comprobar que ahí estaba su premio por perder un diente de leche.
Además, el mayor también me oyó y se presentó de un salto en la habitación del hermano para comprobar los regalos de su hermano, que también suponen un beneficio para él (de ahí que hayan dos chupa chups). Mira por donde, tres por uno. Niños felices, ratón estresado y entrada puntual al cole. A veces la magia funciona.
Jaja, al menos os distéis cuenta a tiempo. Es maravillosa esa inocencia, pero laborioso mantenerla 😂😊
ResponderEliminarJo! Ya te digo, entre le ratón, los reyes, papa noel, conejo de pascua y todo lo que se les ocurre no damos a basto jajaja
Eliminarme parece estupendo que el ratoncito deje en tu casa 1€ y un par de chupa chups. Yo empecé con la tontería de dejar pequeños regalos, que de valor económico tienen poco, pero el desgaste de pensar en cada ocasión que puede dejarles es tremendo. Si volviese a empezar haría como vosotros, sin duda
ResponderEliminarMis peques me preguntan por qué a sus amigos les traen regalos chulos o billetes de hasta 50 euros y a ellos sólo un euro y yo les digo que vayan a preguntarle al ratón jajaja A mí me traían 100 pesetas y era más feliz que una perdiz :)
Eliminarjajajaja este ratoncito Perez siempre tiene trucos!!!! y felicidad!!!!!
ResponderEliminarFelicidad, dinero y caries jajaja
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