viernes, 8 de abril de 2022

El Rey León, el musical

El jueves fuimos a ver un musical que estaba en bocas de todos: El Rey León. Confieso que a mí nunca me había llamado mucho la atención. Supongo que porque tenía otras prioridades de ocio, pero cuando mi suegra dijo que ir a verlos juntos y con la cercanía de su cumpleaños y el mío, decidimos tirar la casa por la ventana y plantarnos en el teatro a cantar el Hakuna Matata.

Porque para tener una experiencia como esta hay que rascarse el bolsillo, ya os lo confirmo yo. Cogimos las entradas más baratas y aún así fue una pasta porque éramos muchos. Pensé que desde atrás del todo más íbamos a escuchar que ver, pero, ¡qué va!, se veía muy bien.

Nada más comenzar y empezar a llenarse el escenario de maravillosos bailarines y marionetas de animales se le pone la carne de gallina. Los números musicales son muy bonitos y la música compuesta por Elton John se te mete debajo de la piel.

Dan ganas de ponerse a cantar a voz en grito, aunque hayan cambiado las letras de la película de Disney. Pero seguro que te cae algún capón como se te ocurra porque la gente quiere escuchar las potentes voces de los actores. ¡Madre mía! ¿Cómo cantan y cómo se mueven por el escenario! Es pura magia.

Estaba encandilada con sus saltos, movimientos sinuosos, los pasos ágiles y las posturas épicas. Se han currado la adaptación.

A Raúl no le emocionó tanto, según él, en la primera parte sólo ponían pequeñas muestras de las canciones para seguir muy rápido con una historia que no le enganchaba en absoluto. En primer lugar, si ponen todas las canciones enteras, más las nuevas que se incluyen, montamos allí campamento. Entramos a las 20.30 y, entre descansos y obra, salimos casi a las 23.30. Y, segundo, la historia es la que es. Ya la conocemos todos. No sé qué se esperaba en ese sentido.

Desde luego, la experiencia es mil veces mejor desde el patio de butacas, y bastante más cara, pero yo lo disfruté al máximo desde la última butaca del teatro. Debe ser increíble ver avanzar a los "animales" por los pasillos y que le "vuelen" pájaros sobre la cabeza, o que te saluden unas jirafas altísimas.

Otra cosa buena de estar en la última fila es que Iván podía sentarse en la butaca plegada y verlo mejor si le apetecía, aunque sentado normal se veía ya bastante bien, porque no molestábamos a nadie.

Aquí os dejo una especie de trailer del espectáculo cuando estuvo en Broadway porque es muy muy parecido a lo que vimos en Teatro Lope de Vega de Madrid. ¡Una pasada!




2 comentarios:

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