miércoles, 28 de septiembre de 2022

X Feria de vinos con historia en Covarrubias y dos cumples

Este año hemos repetido asistiendo a la X Feria de vinos con historia de Covarrubias. La IX nos gustó mucho, pero yo acabé fatal porque es un evento un pelín traicionero. Una copita aquí otra allá y sin darte cuenta te has pasado tres pueblos con los vinos.

Eso sí, es divertidísimo ir probando unos y otros de puesto en puesto. El truco está en ir con el estómago bien lleno para que no te afecta tanto.

Por seis euros te dan la copa, la bolsa para colgártela del cuello, un ticket para reservas y otro para jóvenes, blancos y rosados. Y de ahí te van vendiendo los tickets que quieras. Nosotros pillamos un par más de reserva y ya echamos la mañana de puesto en puesto. 

Compramos el que más nos gustó para la comida, que encima era de cumpleaños porque celebrábamos los 99 años de la abuela y, de rebote, el nacimiento de Daniel, que no era ese día, pero aprovechando que estábamos en el pueblo tuvimos dos tartas en vez de una.

Lo pasamos genial cantando, comiendo, dando regalos, haciendo fotitos... Lo típico. Y después una sistecita reparadora que madre mía como iba yo ya a esas alturas. Encima me había apuntado a una cata por la noche que tenía pintaza, pero que casi me rajo. Fui porque soy incapaz de perder oportunidades desde que mis hermanos se subieron a lomos de un elefante y yo no por miedosa. Me arrepentiré toda la vida. ¡Traiganme un elefante ahora mismo! XP

El caso es que fui con dolor de cabeza y todo y fue una pasada. La verdad. Muy original. La llamaron "Miel sobre hojuelas" e intentaron maridar alimentos con la miel como ingrediente y el vino, que por lo visto es algo dificilísimo, porque el sabor dulce de la miel desvirtúa totalmente el sabor del vino. 

Primero nos dieron un tinto reserva delicioso con unas hamburguesitas con mostaza de miel que disfrutamos mucho. Luego se la jugaron con un café muy singular al que llaman "de especialidad" (por lo visto tienen muchísima calidad) con miel. Se hacen con filtro siguiendo una técnica específica. Estaba buenísimo y era sorprendente comprobar como ambos elementos se cambiaban el sabor potenciándose, pero maridar café y vino sigo sin verlo. Como experimento moló, pero como experiencia gastronómica hubiera preferido tomarlos por separado. El broche final lo pusieron unas deliciosas hojuelas con miel, acompañadas con un vino de hielo dulce delicioso. Fue lo que más disfruté. Resulta que este tipo de vino se hace con uvas congeladas y su producción no es propia de nuestro país, que no suele tener otoños muy fríos. 

Lo mejor fue que, mientras probábamos los tres maridajes nos iban contando curiosidades sobre los vinos, el café de especialidad y la miel, tanto históricas como gastronómicas. Fue muy interesante.

Igual pasó en la cata a la que nos habíamos apuntado a la mañana siguiente, "Arlanza en colores", en la que se maridaron vinos con platos de inusuales colores mientras nos contaban cómo influye el color en la percepción del gusto y por qué. Casi todo se debía a cuestiones de supervivencia, ya que los alimentos nocivos suelen tener color azul o verde y por eso nuestro cerebro los rechaza. 

Mientras nos contaban curiosidades no presentaban los platos y vinos elegidos: de entrante tomates de diferentes colores que iban del verde al naranja y con diferentes grados de acidez y dulzura acompañado de un delicioso blanco. Los colores de los tomates representaban a la perfección los que mostraban el vino blanco. De primero un arroz con carne azul delicioso, acompañado por un tinto joven. De segundo una corvina en escabeche morada que estaba de morirse, combinado por un rosado muy singular que ya probamos en la anterior edición de la feria y que nos gustó tango que nos llevamos un par de botellas a casa. Y de postre, un bocadillo de pan brioche con chocolate 100% negro y algo que yo diría que era nocilla o similar maridado con el tinto reserva que ya habíamos probado en la cata de la miel.

Me pareció una pasada la calidad de los productos, el cariño con el que se hacen estas catas, la originalidad y el esfuerzo que se nota que se ha invertido.

Desde luego que cuenten conmigo para la XI edición.

Además, se organizaron algunas actividades infantiles, aunque el tema no sea muy propicio. Uno de los días se repartieron hogazas de pan bañadas en vino y con azúcar. Daniel dice que fue y que no estaba mal. Yo andaba en la cata de los colores así que no pude disfrutar de esta actividad. No se puede estar a todo, pero que pena no poder ir.

También organizaron un taller sensorial para peques que mis hijos dijeron que había molado bastante a pesar de ir dirigido a niños de menor edad (están un poco quisquillosos con el tema porque dicen que les apunto a cosas de niños pequeños y ellos ya son muy mayores). El caso es que salieron contento con un montón de tiras de perfume con diferentes olores y una bolsita de café que estuvieron el resto del día pasándome por las narices.

Por el tema no podía haber mucho hueco para niños, pero en definitiva todos los pasamos muy bien el finde, aunque yo la que más. Eso sí, a los peques les encendió la barbacoa el padre para que pudieran asar mashmellows, algo que estaban deseando dese que lo vieron en la primera serie estadounidense que se les cruzó. Por fin pudieron cumplir con su ilusión y les encantó. A mí me gustan igual de poco las nubes crudas que las asadas, pero tenía que probarlas por si acaso.

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