"Mira Daniel. Estoy haciendo pasteles" le digo a mi primogénito mientras lleno de arena húmeda un tuper que estamos usando de cubito improvisado. Mi niño acude a mi lado corriendo, muy interesado en mis evoluciones.
En ese momento Iván requiere de mi presencia para subirse al columpio. Me levanto resignada, le subo en su objeto de deseo y lo mezo cada vez más fuerte porque es lo que me pide a voz en grito "Masssh fueeeete, Masssh fueeete".
De repente, el mayor me llama y dirijo mi mirada al arenero. "Mira mami ¡pasteles de otoño!" sonríe orgulloso.
Hay que ver la imaginación que tienen... Un besote.
ResponderEliminarDesbordante :D
EliminarSe lo pasan en grande. Mi pequeñaja aprendió hace unas semanas a columpiarse, todo un alivio dsd entonces! Jeje! Un beso
ResponderEliminarSí que es un alivio. A Daniel no le da la gana aprender. Es más fácil si mamá le columpia :S
Eliminar