En esta ocasión las charlas y talleres se hacían a la par y los visitantes teníamos la opción de elegir lo que más nos gustara. La idea era muy buena, pero, la pena es que te quedabas con las ganas de ir a todas, porque no había ninguna que no fuera interesante. Los horarios reflejados en el programa no se cumplieron al dedillo y cuadrar actividades no fue muy fácil, pero todo lo que presencié fue de una calidad excelente.
Me quedé con las ganas de la charla de Kumon, la de seguridad en Internet de Prosegur y los talleres de porteo de Brazos y abrazos y de manualidades de joyas de Joyitas Monipeny, tips para organizar el ocio en Familia de Mamá tiene un plan y "Recorrido por diferentes modelos educativos" de Contacta Psicólogos.
A la que sí asistí fue a la de Seguridad en el coche de Cristina Barroso, responsable de seguridad infantil de Klippan, que me puso los pelos de punta. Me encantaron las sabias afirmaciones de la ponente. ¿Sabéis que sólo un 40% de los niños fallecidos en accidente de tráfico iban sin dispositivos de seguridad? ¿Os dais cuenta de lo que significa eso? Significa que el 60% de estos niños sí que tenían dispositivos de seguridad infantil y que ¡fallaron! Se me pone la piel de gallina. Para empezar todo peque que viaje de frente se juega la vida. Cuando el coche colisiona, el chiquitín sale despedido hacia adelante y su cuello, costillas y cabeza pagan el pato. Si van en el sentido contrario, el bebé sale despedido de espaldas hacia el asiento, que asume la mayor parte del impacto. Esto me da mucho, muchísimo, en lo que pensar. Otra afirmación que se me grabó a fuego fue que la velocidad máxima a la que podemos sujetar un bulto de tres kilos aproximadamente es de cinco kilómetros por hora. Llevar a un bebé en brazos en el coche es una locura.
También me dejó claro que hay que tener mucho cuidado con la sillita que compramos. No nos podemos fiar sólo de que estén homologadas. Tenemos que comprobar al cien por cien que son seguras, porque ¡estamos hablando de la vida de nuestros hijos! Y eso vale todo el oro del mundo. No cambio la salud de ninguno de mis peques por un precio más ajustado a mi bolsillo. La verdad es que la charla estuvo fenomenal y me abrió los ojos a aspectos que pensé que ya tenía controlados. ¡Nada más lejos de la realidad!
Después de la charla, me reencontré con la familia y nos pasamos por el taller de Kumon. Daniel no quiso ni oír hablar de hacer una ficha. Supongo que ya hace muchas en el cole. Pero Iván estaba muy interesado en una tabla de magnéticos para colocar los números. La monitora era encantadora y les regaló una mochilita a cada uno llenas de sorpresas. Entre ellas unas fichas con muy buena pinta que guardo para el verano. Así, de vez en cuando, siento al mayor a hacerlas para que no pierda el hábito.
Tras Kumon, visitamos el taller de Huertos Tucu Tuco, cuyo despliegue era impresionante. Iván estaba maravillado con los huertos y todo lo que exponían. Tanto que casi se come un Jabón. Bueno, ¡que se lo comió! Menos mal que Marta, de Attempra, vino en nuestra ayuda con una chuche para quitarle el mal sabor de boca al pequeño explorador.
El caso es que a Daniel le interesaba mil veces más la ciudad que la escuela de padres, así que no hubo manera de retenerle por más tiempo en la sala polivalente y le dejé marchar con su padre y su abuela a "trabajar". Repitió Academia de policía, Crucero y Hospital, alucinó con el simulacro de incendios, trabajó en el Banco, pasó por la Central de reciclaje y se metió por los pelos en el avión. Cuando llegó la hora de irnos comentaba que había trabajado poco esta vez. Si es que siempre le sabe a poco. En esta ocasión, lo que le marcó profundamente, fueron los dos espectáculos sobre un incendio simulado que se llevaron a cabo en la plaza de los bomberos. "¡¡Mamá, Micrópolix se quemó dos veces!!" lleva diciéndome desde entonces.
Por su parte, Iván disfrutó a tope de la ludoteca. Se puede decir que se pasó gran parte del tiempo entre la piscinita de bolas, las motos, el coche y los juguetes que tienen expuestos. Un lugar maravilloso para los más pequeños.
Gracias a la colaboración de mi suegra y de mi marido, pude seguir disfrutando de la escuela de padres, que aún tenía mucho que ofrecer.
En el taller de masaje infantil de Attempra, nos contaron de las bondades de esta práctica tanto para la salud, como para el bienestar del bebé. Incluso mejoran muchísimo el sueño de los chiquitines. También resultan maravillosos para aliviar los famosos cólicos. Con este fin nos enseñó un masaje que se llama Sol y luna. Nos estuvo explicando una serie de masajes que iban de la carita hasta los deditos de los pies, pero que sólo era una pequeña parte de lo que enseña en sus talleres.
Lo que más me gustó fue su punto de vista de que, a través del masaje, podemos aumentar la implicación de los papás y de los hermanos en el cuidado del bebé. Papá no puede dar la teta al chiquillo por más que quiera, pero es la persona ideal para bañarlo y darle un maravilloso masaje. Los hermanos mayores también se sienten importantes cuando les encomendamos esta tarea. Y de paso evitamos los consabidos celos. Las técnicas que nos enseñó también eran aplicables a niños y a adultos. Así que por la noche estuve practicando con mis churumbeles. ¡Les encantó! Aunque Iván me lo puso un poco difícil porque se retorcía de la risa cada dos por tres.
Tras un taller tan interesante nos fuimos a comer. He de decir que la restauración flaquea un poco en Micropolix. Entiendo que éramos muchos y estaban desbordados, pero que la hamburguesa estaba carbonizada y que no era barata es un hecho. De todas formas, el día fue tan maravilloso que no me importó mucho la calidad de la comida.
Conseguimos una mesa inmejorablemente situada... ¡con la ludoteca justo enfrente! No podía creer mi suerte. Cuando los peques se aburrieron de masticar se fueron allí directos y nos dejaron disfrutar a los adultos de una charla casi sin interrupciones.
Al poco, pasó por allí Natalia, de Gracias por todo papis, y me avisó de que Mamá Convergente estaba a punto de empezar su charla. ¡No podía perdérmela! Así que dejé a mi familia y volé al lugar indicado. Y fue la mejor decisión que podía tomar porque con su taller de gestión de tiempo me ha hecho pensar mucho. ¡Es hora de replantearse muchas cosas! Hay que acabar con los ladrones de tiempo, o al menos minimizarlos. Las claves son el orden, los hábitos y los retos a conseguir. Organiza tus herramientas de trabajo por usabilidad. Lo que más uses ponlo más a mano y lo que no necesites tanto, en los lugares más inaccesibles. Esta máxima la tenemos que adaptar a todas las facetas de nuestra vida. No podemos perder tiempo buscando. Hay que tener todo ordenado: la cocina, el salón, el escritorio, la mesa de la oficina... Y lo mismo con el ordenador. Cuantas menos utilidades y programas tengas instalados, más rápido y eficiente será su funcionamiento. Tenemos que acostumbrarnos a usar programas en la nube y no instalarlos en nuestro disco duro. Otra máxima muy interesante fue la de no saturar nuestra memoria a corto plazo porque nos limita a la hora de ser productivos. No podemos pensar bien si tenemos en la cabeza la hora del médico o del pediatra, la lista de la compra o el próximo post que tenemos que escribir. Para descargar esta parte de nuestro cerebro podemos usar las GTD o listas para gestionar tareas. Un simple excel nos sirve. En él escribiremos las etiquetas: Faceta (si pertenece al ámbito personal, espiritual o laboral), Proyecto (si es que pertenece a alguno), Tarea (lo que tenemos que hacer), Bandeja (si no tenemos fecha para realizarla todavía), Programado (la fecha en la que lo haremos) y Delegado (Si se lo hemos encargado a alguien para luego comprobar si lo ha llevado a cabo). Confieso que yo he añadido otra: Fecha fin (se refiere a la fecha límite en la que puedo llevar a cabo la tarea, si tiene caducidad, si es una fecha de entrega, etc).
Cuando acabó la charla tuve que salir pintando porque la batería de mi móvil estaba temblando y no quería quedarme incomunicada antes de encontrar a mi familia. me despedí con gran pena de Natalia, de Gracias por todo papis, de Natalia, Las historietas de mamá, Mi cesta de mimbre, de El blog de bombones, Mariella de Espectacular Kids, de Eva de Mamá convergente...
Me faltó decir adiós a Diana, de Mamá tiene un plan, a La guinda de Limón...
Me quedé sin ver a Sweet Valentina ni a Emi de Mamá Orienta...
Y me fui con mucha pena y sensación de haberme dejado muchas cosas en el tintero. Pero si yo iba con pena, lo peques estaban desolados por tener que decirle adió a la ciudad de los niños.
Siento el Nevernding Post, pero es que quería compartir tanta información interesante que pude recoger en el evento.
Q interesante lo q cuentas del taller de gestión de tiempo... para mí es imprescindible la agenda del móvil.
ResponderEliminarLa verdad es que es el típico taller que te cambia la vida para mejor, pero que hay que ir aplicando poco a poco, porque ¡no te da la vida para organizar tanto en un día! jajaja
EliminarEsta claro que aprovechaste bien el tiempo! Yo no pude ir acompañada y tuve que volverme pronto con mucha Peña, porque me encantó Micropapis y me encantó verte!
ResponderEliminarBueno, la próxima y si no, hacemos por quedar!
Besossss
Te entiendo!! Cuando vas con niños hay que atenderlos y te pierdes la mitad por mucho que te interese. Me alegré mucho de verte. A ver si en la próxima nos tiempo a charlar un poco más. Que se mejore tu marido!!
EliminarBesos!!
Tiene que haber sido agotador pero veo que lo aprovechasteis al máximo, tanto tú como los peques. Un besote!!!
ResponderEliminarSomos todoterrenos jajaja
EliminarHola, muchas gracias por la parte que me toca, jajaja........ha sido un placer. Coincido contigo en varias cosas, como lo de la organización de los horarios, o la comida, que era bastante mala y la verdad muy cara. No me gusta que no te dejen entrar comida y tampoco te dejen salir. Luego, no es una ciudad para bebés, no hay cambiadores en los baños!!!!!! imperdonable......pero todo lo demás genial, los peques disfrutan mucho.
ResponderEliminarFue genial volver a encontrarnos :D
EliminarPor cierto había baños que tenían cambiador y otro no, por falta de espacio. ¡Yo también tuve que cambiar al peque!