Y ¡No!

Los niños de la edad de Iván le cogen cierto gusto a la palabreja "no" y la sueltan alegremente a diestro y siniestro. Para ellos es un auténtico placer: "No esto", "No lo otro"... Y así vuelven locas a sus sufridas madres, que, para qué negarlo, se tiene ganado el cielo las pobres.

Iván no iba a ser menos. ¡Claro que se niega a todo lo que le proponemos! Excepto si tiene chocolate o resulta realmente atractivo. Pero ha perfeccionado el arte de negar. Él exclama un potente y sonoro "¡Y no!" que va en crescendo y no admite réplica. ¿Por qué añade esa Y? ¿Para dar más énfasis a su negativa? ¿Para dejar más que claro que no está dispuesto a ceder? ¿Para que no se nos ocurra seguir insistiendo? Ni idea. Pero debo aclarar que le da tanto resultado como al resto de los niños: ¡según como tenga el día su madre!