Este año la lluvia de estrellas nos ha pillado en Covarrubias. Nos enteramos porque nos lo comentaron unos amigos. En plenas vacaciones no sabíamos ya ni en qué día vivíamos. Nos propusieron ir a unas huertas en las lindes del pueblo a verlas y aceptamos encantados a acompañarles.
No tuvimos que caminar mucho hasta que encontramos el sitio ideal por un motivo importante: tenía un murete que cortaba el viento frío. A pesar de ser agosto nos pillaron días muy frescos en el pueblo burgalés. Lo malo es que nos teníamos que tumbar en duro cemente, en vez de tierra blanda y eso lo notaron nuestras costillas.
Tuvimos más suerte que el año pasado porque vimos muchísimas estrellas fugaces. Uno de nuestros amigos nos contó que, a partir de la una de la madrugada a proximadamente, el cielo se convertía en un no parar de estrellas caídas. No pudimos quedarnos hasta esa hora porque se nos dormían los peques y no nos veíamos cargando con ellos hasta casa. ¡Que ya son muy mayores!
Nos quedamos hasta que vimos el peligro de ensopamiento sobre nuestras espaldas inminente. Es una experiencia muy bonita, pero ya le he comentado a mi señor marido, que si el próximo verano nos pilla de nuevo en Covarrubias, me apunto a verlo desde el patio de la casa de su abuela, que perdemos en visibilidad, pero ganamos en comodidad. Y una, con los años, ya está aburguesada y el confort le suma muchos puntos.
Yo también soy de las que anteponen comodidad a aventura. Uno se va volviendo un comodón con los años. Un besote!!!
ResponderEliminarEs que un término medio es lo mejor
EliminarTumbonas y mantitas se puede combinar con madrugada bajo las estrellas jajaja