Si mis niños tenían algo clarísimo en cuanto se montaron en el avión rumbo a Gran Canaria era que querían playa, playa y más playa. A mí no me emociona mucho la opción sol y mar, pero tampoco es que lo pase mal yendo, así que les dimos el gusto y no pasó mucho hasta que pisamos la Playa de Las Canteras, ideal para nuestras vacaciones.
La tenemos a quince minutos en autobús, tiene una barra natural que la hacer única y no estaba muy masificada. Los días que fuimos la disfrutamos al máximo. Hicimos volcanes impresionantes en la arena. Castillos inexpugnables con murallas y fosos que acabaron siendo pastos de las olas, agujeros enormes, enterramos a los chiquillos... Es que ir con chiquillos te da carta blanca a eso de dar rienda suelta a tus dotes de arquitecto de la arena. Una chulada.
A mí la arena no me gusta mucho, pero me encanta el paseito por la avenida y si hay helado de por medio mejor. En ese sentido soy una niña más.
También lo pasamos genial entre las olas: saltando, pasando por debajo, huyendo de ellas... Los peques se llevaron más de un revolcón, pero salían del agua muertos de la risa, así que perfecto.
Lo curioso es que la orilla estaba llena de peces que se veían perfectamente. ¡Hasta se te acercaban! A veces daban un poco de respeto. A mí me vino uno enfilado y me fui rápidamente a la arena por si me daba un bocao. Mejor prevenir que curar, que estoy de buen ver y seguro que le parecía bastante apetitosa.
A Raúl y a los niños les rodearon unos cuantos a lo bestia. A mi marido y a Daniel les hizo mucha gracia la experiencia, pero al chiquitín le entró miedito. No me extraña. El caso es que se movieron y los pececillo se dispersaron. A mí la cosa me recordó la peli de Hitchcock Los Pájaros en versión submarina.
Sólo fue ese rato, porque luego desaparecieron y ya no los vimos acercarse tanto nunca más. Supongo que pensaban que les llevábamos pan, como hacen otros bañistas y cuandop se dieron cuenta de que nada de nada ya nos reconocían a la legua y se decían entre ellos: "Pasa de esa gente Pezpe, que son uno agarraos y no comparten almuerzo" o algo así.
Hay que confesar que los peques se lo pasan de miedo en la playa. Es algo que echan mucho de menos en Madrid.
Nada. Tú sigue poniéndome los dientes largos... Besotes!!!
ResponderEliminarAinss Lo sientoooo
EliminarSoy una cotorra que todo lo casco :_(
Ánimo y espero que te lleguen esas minivacaciones lo antes posible!!!
Jaja, Los peces dijeron :uuyy esta carnaza està maciza...jaja.
ResponderEliminarImagino como lo notais en Madrid, Yo siempre he tenido la playa cerca y lo noto cuando he viajado a sitios Què no, Ya no podrîa vivir sin ella, mi vista se pierde todos Los días en su infinito.
Muchas veces veo pescadores en la misma orilla de la arena, ya al final del día y siempre pienso si ahí se pican peces pero ya veo Què sí!!.
Las canteras me gustò mucho ,tambièn todo su paseo.
Yo crecí con la playa a cinco minutos de mi casa, pero no íbamos mucho. Cuando llegué a Madrid no la eché de menos. Que curioso. Y ahora resulta que mis hijos flipan con la arena y el mar.
EliminarLos peces iban directos a por mis mollas jajaja
La playa y yo somos poco amigos, este año he ido unas 5 veces.
ResponderEliminarA mí tampoco me emociona, pero a mis hijos les flipa así que hay que ir y encroquetarse. Que remedio!!
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