Me pregunto por qué, mientras los demás peques parecen jugar a cosas más o menos tradicionales en el parque, los nuestros siempre se las arreglan para ser los más originales.
Su última demostración creativa fue desarrollada, para mi horror y el de otras madres, hace un par de tardes. En un principio se dedicaron a subirse a los árboles como monos, a hacer estragos con el agua de la fuente, a saquear el contenedor de los cartones... ¡Vamos! Lo que viene siendo habitual cada tarde.
Pero en esta ocasión extremaron sus juegos y se llevaron varios rapapolvos que les empujaban a dar por terminada la actividad problemática que habían desencadenado los gritos maternos en cada momento.
Tras un rato de paz, que nos pareció hasta sospechoso, vimos a los chiquillos reunirse alrededor de uno de los columpios sospechosamente. Desde lejos observamos como llenaban el asiento de arena. No es que nos parezca un comportamiento muy apropiado, pero llega un momento en el que te cansas de reñirles y reñirles y reñirles... y decides darles un poco de espacio. Craso error.
Lo siguiente fue dar vueltas al asiento retorciendo las cadenas al máximo y, por último, soltaban y ¡zas! caía una preciosa cascada de arena. Admito que hasta era bonito de ver.
Sorprendida por su creatividad artística saqué el móvil para pillar el momento en una foto, pero aaaaay, entonces fue cuando se desmandó el tema. Cuando el columpio ya estaba extremadamente retorcido veo a mi churumbel mayor colocarse debajo, ponerse un jersey sobre la cabeza QUE NO ERA SUYO y hacer una señal. Entonces, su compañero soltó el asiento y... ¡zas! toda la lluvia de arena sobre el chiquillo. Me desgañité amenazando con desheredarle o algo peor si volvía a hacer eso, pero entre que el niño es sordo a mi tono de voz y yo ese día había tenido una jornada demoledora y no me apetecía levantarme, me temo que el mensaje no llegaba. No le llegaba a él, porque el resto del parque en peso se estaba enterando de todo.
Sus amigos y su hermano aseguraban desde lejos que el jersey era de Daniel y yo, a mi vez, enarbolaba el VERDADERO jersey para acompañar con pruebas el hecho de que NO era suyo. El caso es que dicha prenda pasó a manos de uno de los amigos que se dispuso a recibir la cascada del mismo modo que mi primogénito. La madre de dicho niño no debía tener la astenia primaveral que parecía haberme atacado esa tarde a mí y no tardó ni un segundo en plantarse en el columpio para acabar con las tormentas de arenas.
Entonces comenzó la investigación sobre el jersey. Daniel aseguró, después de haber jurado y perjurado que era suyo antes de que le sacara de nuevo la chaqueta de su mochila y volviera a descarta esa teoría, que seguro seguro era de una niña que estaba sentada en un banco con su familia. Así que le mandé a devolverle el maltrecho jersey acompañado de una disculpa sentida. Pero tampoco era de ella (menos mal, porque vaya vergüenza me daba a mí el asunto).
Finalmente, dejamos el jersey sobre uno de los bancos y di por terminada la sesión de parque antes de que se les ocurriera otro ingenioso jueguecito de los suyos.
jajajajaja desde fuera da risa, pero ...
ResponderEliminarA mí también me da risa ahora al acordarme, pero en ese momento no jajaja
EliminarTe comprendo totalmente porque a mí me pasa igual. Jirafita y sus amig@s son exploradores total y siempre están ingeniando cosas por el estilo. Hace unos días fue en unos montones de arena que acababa de descargar un camión para la obra del día siguiente. En realidad los chiquillos lo único que hicieron era subir y bajar partiéndose de risa mientras caían, no había ni peligro ni hacían daño a nadie pero una señora salió que le iba a dar algo y eso que las que íbamos a lavar las ropas éramos cada madre..pero finalmente ya viendo el panorama tuve que dar por finalizada la diversión.
ResponderEliminarQue rabia cuando la gente se mete en lo que no les importa. Ni que estuviera rompiendo algo o haciendo algo peligroso. A mí también me ha pasado. Y me ponen la cabeza como un bombo con las posibles desgracias que pueden acontecer si mi hijo o hijos no paran inmediatamente. Así que al final les pido que jueguen a otra cosa por no oir a la señora de turno ainsss
EliminarQue paciencia tenemos que tener las madres...
Yo ahora me he quedado con la intriga sobre el misterioso propietario del jersey. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarY nosotros también. Nunca lo sabremos jooooo
Eliminarjejejej, bueno no era para tanto... jejejej tiene pinta de diver :D
ResponderEliminarPor sus caras divertidísimo, pero es que las madres miramos más allá. Vemos el suelo lleno de arena, la lavadora rota, niño con roña suprema jajajaja
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