La novia de Iván

A veces puedo resultar muy pesada intentando que los peques me cuenten algo de lo que han hecho ese día en el cole. Les persigo y les acribillo a preguntas sin perder nunca la esperanza y casi siempre me tengo que conformar con unas migajas miserables.

Con lo que les gusta hablar y lo poco que me cuentan del colegio. Que rabia me da. Una de esas tardes en las que comenzaba con mi interrogatorio Iván soltó su bomba: "Tengo novia", soltó.

"¿Qué, Cómo, Quien?" me atraganté de repente. "Se llama Pepita". Le pregunté si jugaba mucho con ella y me respondió: "Bueno, no". Pero entonces... "¿Qué es lo que te gusta de ella?". El peque se lo pensó poco antes de soltar que era muy guapa y que tenía un pintalabios. "Me lo ha dejado oler. ¿Sabes?". Quién duda que ese el mejor comienzo para una relación. Dónde quedaron los bares y el ¿estudias o trabajas? Ahora es "Oooooh. Un pintalabios. Moooola. ¿Puedo olerlo?"

"Y ¿quién decidió que fuerais novios?" le pregunté con cara de inocente. En este cole, normalmente mandan las niñas en estos temas. "Pues yoooo. Mamá. Que cosas más raras dices. Un día dije que Pepita era mi novia y ya está". Eeeeh... "¿Y qué opina ella?", mi niño me miró sin comprender la pregunta. "¿Quéeee?". Se la repetí pacientemente. "Que si ella también quiere ser tu novia".

"¡No sé!", exclamó como si eso fuera lo más irrelevante del mundo. "¿Pero qué te dijo cuando se lo dijiste?" insistí extremadamente pesada. "Entré en clase, corrí hacia ella y le grité: mi novia, mi novia, dame un besoooooo". Cómo podéis imaginar, yo estaba completa y absolutamente horrorizada.

"¡¡¡¿Y qué hizo ella?!!!" pregunté sin saber si quería escuchar la respuesta. ¡Que porras! Claro que quería escucharla. "Salió corriendo jajajaja". ¿Alguien entiende algo?

"Estoooo... Cariño... Creo que esta relación no ha comenzado con buen pié" comencé mi charla muy seria, pero me cortó enseguida. "¿Por qué? Si Pepita me deja oler su pintalabios. Es muy chulo. Es blanco y huele muy bien", me explicó con ojos brillantes. Creo que este chiquillo se ha enamorado del pintalabios y no de la niña.

"Si es blanco no es un pintalabios. Es cacao", le contesté un poco picada por no haber podido soltar mi charlita con moralina.

"¡Esoooo!", exclamó entusiasmado. "¡Es cacao!" y me dedicó la mejor de las sonrisas.

Supongo que no es fácil para estos chiquillos interiorizar los extraños mensajes que les envían desde las películas y las series sobre el amor y la relación de pareja. Ese mismo día lo había visto charlar con Pepita entre otros niños y parecían muy felices, así que me límité a hablarle de que no se tiene novia si la interesada no consiente. Y que para dar besos primero hay que pedir permiso educadamente.