El lunes me enteré por twitter que este jueves era la Harry Potter Book Night, una iniciativa la mar de mágica para contagiar a los niños el amor por la lectura de una forma divertidísima. En España se celebra desde el 2016, pero yo no había participado hasta ahora.
Lo cierto es que lo había escuchado el año pasado, pero estaba tan liada que lo dejé pasar. Una pena porque creo que la voy a adoptar por costumbre. El caso es que el primer jueves de febrero, varias librerías se ponen de acuerdo para organizar actividades chulísimas que giran alrededor del mundo inventado por J. K. Rowling.
La editorial Salamandra facilita un cuadernillo para organizar tu jornada mágica al que no le falta detalle. Tienen colgados los de años anteriores y muchas actividades se pueden hacer también en casa. No tiene desperdicio.
Me miré el programa de actividades previstas muy emocionadas y me decanté por la propuesta de la Librería La Sombra. No me quedaba nada cerca de casa, pero me encantó como exponían lo que íbamos a hacer en un día tan especial: "Vamos a decorar la librería para la ocasión con la cabaña de Hagrid. Os podréis disfrazar con túnicas, y podréis crear un bowtruckle. También habrá lecturas de Animales Fantásticos, te llevarás tu carnet de mago y más sorpresas…" ¡Quién se resiste!
No solemos acudir a eventos entre semana porque estos chiquillos siempre están con alguna tarea a sus espaldas. Si no son deberes, son exámenes y si no extraescolares (Y eso que los míos sólo tienen una cada uno y realmente necesarias). El caso es que no me gusta agotarles y prefiero que sigan con su rutina, pero en esta ocasión hice una excepción.
En cuanto escucharon el plan se emocionaron y se pusieron a esperar ese jueves con impaciencia. El día D, les di sus varitas (Unos palillos chinos que dan el pego) y nos encaminamos a la librería muy contentos.
La profesora nos esperaba en la cabaña de Hagrid para darnos la bienvenida y contarnos un poquito sobre "Animales Fantásticos y cómo encontrarlos". Tenéis que saber que los muggles no siempre vivieron en la inopia con el tema de estos bichos mitológicos y de leyenda. Se guardan escritos que ponen de manifiesto que en su día los conocieron y que les causaban mucho temor y desconfianza. De ahí que los magos decidieran controlarlos y esconderlos. Así los muggles olvidarían que en realidad sí que existe la magia.
Tras la lectura, la profesora le facilitó túnicas a los magos que las quisieran y nos invitó a ponernos el sombrero seleccionador y sacar de un caldero mágico un cartelito con la casa a la que perteneceríamos: Iván Gryffindor (Valiente), Daniel Ravenclaw (Inteligente) y Dácil Hufflepuff (Noble). ¡Si es que nos han clavado! Mi parte de madre troll deseaba que mee saliera Slytherin (Ambición). Pero no soy tan sibilina.
También tuvimos la oportunidad de crear nuestro propio bowtruckle, un bichillo verde que, según nos contó ella misma, defendía su árbol y le sacaba los ojos a quien intentara cortarle su tronco o atacarlo. Como curiosidad nos confesó que le encanta comer chinchillas. Con pajitas, tijeras y celo los chiquillos pusieron en marcha toda su creatividad.
Daniel le puso un montón de brazos a su bowtruckle para que pudiera comer chinchillas a dos carrillos y sacar ojos con mayor efectividad. Eso sí, sólo le puso una pierna, así que era bastante lento y sólo se podía mover pegando saltitos. Iván sí que le puso dos piernitas al suyo, además de una hojita muy decorativa en la cabeza. Ambos le hicieron el árbol a sus bowtruckles para que fueran extra felices. Aquí hay que decir que les eché una manilla bastante importante. Sobre todo al pequeño, así que me lo pasé pipa cortan y pegando trocitos de bicho.
Para hacer los grupos en los juegos nos separaban por casas. Primero tuvimos que adivinar qué criaturas saldrían de unos huevos por medio de un juego de pistas. Aquí había que tener conocimientos bichiles y nosotros no hemos visto ni la película, así que estábamos un poco peces. Yo decía: ¡ese huevo es de dragón! Y me contestaban ¿Pero de qué tipo? ¡Y yo que sé que tipos hay! Sólo recordaba que uno de ellos empezaba por cola algo y era negro. Menos mal que teníamos expertos en nuestro grupo. Aún así acudimos a Google con el último huevo, pero no sirvió de nada. Nos tuvimos que rendir.
También hubo una prueba en la que un grupo le echaba un bicho al otro grupo y éste último tenía que echar el hechizo para defenderse. Lo pasamos genial atacando y defendiéndonos, aunque yo no me enteraba ni del nodo porque, para empezar, los nombres de las criaturas me sonaban a chino.
Ese fue el final de nuestra Harry Potter Book Night. ¡Nos supo a poco! Y nos divertimos un montón.
Corrimos a casa porque no quería que se les hiciera muy tarde a los peques. ¡Que al día siguiente había cole! Pero tuvimos mala suerte en el metro y sacar el bono de diez se convirtió en toda una aventura. Menos mal que un trabajador del metro nos ayudó amablemente con el tema y por fin conseguimos nuestro billete.
Mis niños estaban tan entusiasmados que lo primero que hicieron al llegar a casa fue hacerse su propio bestiario.
Qué chulo!! Yo nunca he sido muy fan de Harry Potter pero supongo que si el boom me hubiera pillado de pequeña, otro gallo cantaría. Besotes!!!
ResponderEliminarA mí me pilló ya con 22 o 23 años y me flipó en su momento, pero ahora ni fu ni fa. Aunque entiendo que a mis hijos les alucine. Tiene todos los ingredientes para gustarles.
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