domingo, 22 de septiembre de 2019

¿Boing fest o Boing hell?

Mogollón de niños ilusionados esperando entrar
Este sábado fui con dos churumbeles muy emocionadas a una muy anunciada Boing fest. Yo iba con miedito porque me parecía que iba a ser un evento multitudinario tremendo, de esos que agobian y están llenos de colas kilométricas, pero mis chicos tenían unas ganas enoooormes de ir y quién era yo para quitarles la ilusión... Así que me planté en el Museo del Ferrocarril y nos pusimos en la primera supercola del día, que la verdad no fue tan terrible como parecía. Encima se hicieron amiguitos del niño que teníamos delante y estuvieron jugando cerca mientras esperábamos, así que fue hasta divertido.

Al personal se le veía pelín agobiadillo
Nada más entrar nos dimos de frente con el stand de Doraemon, pero con tanta gente rodeándolo no lográbamos ver en qué consistía. Mis chicos me dijeron que creían que estaban pintando dentro y que preferían hacer otras cosas, así que decidimos dar una vueltecita a ver que había.

A primera hora en el rincón creativa de pinta colorea no habían colas
Encontramos el rincón creativo, que parecía que se basaba en actividades de colorear que a estos chicos no les llaman nada la atención. También pasamos por dónde esperaban estrellas de la cadena como Pétalo, Panda y Cuatro Brazos. Las colas para hacerse una foto eran bastante largas, así que también pasamos de eso, aunque nos hizo gracia verles.

Que pena que estuvieran castigados sin videojuegos muahahaha
Entonces nos metimos en la sala de los videojuegos, pero su gozo cayó en un pozo cuando les dije que ahí sólo podían mirar como jugaban otros porque ellos seguían castigados. De todas formas tenían para rato porque, a pesar que fuimos de los primeros en entrar, ya estaba la sala bastante llena.

Su esperanza era la siguiente sala, la de BeyBlade, pero también salieron desilusionados porque no se podían inscribir en el torneo (teníamos que habernos preinscrito antes), encima cada participante tenía que traer su blade de casa y ellos se las habían dejado. Podías comprar una allí, pero como ya tienen en casa ni contemplé esa opción. Ahí la culpa fue mía, que con los viajes, la vuelta al cole y mis historias, no tuve tiempo de mirarme nada del evento y se me había pasado todo esto. Muy desilusionados se dedicaron a mirar como jugaban unos niños, pero duraron dos segundos.

Los trenes siempre triunfan
Decidimos salir al patio a ver las actividades de acción, las que ellos más demandan pero ¡oh cosas del destino! Estaba cerrado porque se les había inundado con las torrenciales lluvias de la noche. Eso no lo podían prever. Se sabía que iba a llover, pero no que cayera el diluvio universal. Es entendible, pero nosotros ya parecíamos haber quemado todos los cartuchos disponibles y encima las multitudes no dejaban pasear con tranquilidad por el museo.

Aquí no podían entrar los padres y aprovecharon gruaaaarl
En fin, que decidimos esperar a que abrieran el patio ya que estábamos los primeros en esa fila. Además, el chico que guardaba la puerta era supermajo y les dio mucha bolilla a los niños. Estuvieron más entretenidos de lo que esperaba. Allí estuvimos por más de una hora hasta que por fin... abrieron medio patio, y no la parte que nos interesaba, pero menos da una piedra.

Bueeeno, no pasa naaaada. Conseguimos meternos en una actividad sin colas, ole ole (porque llegamos los primeros). Un sitio con Tablets (gruarl), un tubo de aire con confettis, juegos gigantes del 4 en raya y el twister y una sala que se suponía que era un escape room. Pintaba bien. Los padres se quedaban fuero y los niños entraban.

Pero no sé qué le pasó a Iván que se enrabietó y se salió del recinto. Ostras y ahora que hacía. Él quería hacer otras cosas, pero no podía dejar al mayor dentro solo con tal volumen de asistentes, como se perdiera la liábamos.

Así que le pedí que saliera. Remoloneó un poco pero salió. Bueno, me dije, no importa, vamos a otra actividad aunque tengamos que hacer la cola de la muerte. Alguien nos dijo que habían abierto la zona de los castillos y allí nos dirigimos, pero nop, seguían cerrados. Se rumoreaba que se abrirían pronto, así que intentamos hacer la misma táctica de intentar de ser de los primeros en entrar, o de los segundos o terceros o número mil porque ya se había juntado bastante gente.

La suerte que tuvimos es que justo pasamos por el puesto de bebidas, patatas y palomitas, así que les compré una caja  de palomitas a cada uno para que se entretuvieran mientras esperábamos. Daniel clamaba por espacio vital, pero eso era algo que escaseaba allá donde posaras los ojos. En esa multitud conocimos a un montón de gente muy agradable y muy indignada con la que tuvimos unas charlas muy entretenidas.

"Esto es una gimkhana encubierta.", le comenté a una madre, "Hay que intentar sobrevivir a un holocausto de multitudes". "Que no, que noooo", me contestó ella, "Esto es un Escape Room encubierto. Hay que ir investigando cómo salir de aquí y pasar a la siguiente habitación". La verdad es que nos lo tomábamos con humor, pero no era el caso de nuestros hijos que juraban en arameo. Se habían imaginado el fiestón y se encontraron con una vorágine de gente y mala organización. "Llevo tres horas aquí y aún no hemos hecho nada", me comentaba una madre un pelín agobiada mientras su hijo resoplaba y suspiraba. Por otra parte se oía llorar a otro peque que se quería ir a casa. ¡Como si fuera fácil! Había que atravesar a un montón de personas bien apretaditas para acceder a la puerta de salida.

Les hizo ilusión pasar cerca de Cuatrobrazos
Iván empezó a ponerse nervioso y se unió a la petición del peque que lloraba, pero sin llorar. Simplemente me miró muy serio y me dijo "¿Nos vamos ya?". Daniel intentaba animarnos porque no se quería perder la parte de los castillos hinchables y las camas elásticas, pero yo ya me olía que el precio a pagar por acceder a estas actividades iba a ser muy alto y se iba a medir en metros de colas.

Tras un ratito más comiendo palomitas y aplastados, Iván y yo anunciamos que ya no podíamos resistirlo más. ¡Ni siquiera estábamos en la cola de una actividad! Sólo esperábamos para entrar en un área cerrada que no se sabía ni cuándo la iban a abrir.

El mayor entró en razón y comenzó la aventura para alcanzar la salida. Cuando logramos dejar atrás la multitud, pasamos por delante de la petada escalera para acceder a los videojuegos y zona Beyblade, el photocall con los personajes de la cadena y los baños (muy escasos para toda la gente que había ahí)... reparamos en una puerta abierta que antes no habíamos visto. En el letrero ponía que era la de emergencia. Nos miramos los tres y empezamos a debatir si nos la jugábamos o no. Reparamos en una guardia de seguridad y le preguntamos dónde daba la misteriosa puerta. "Al concierto", nos indicó. Eso sonaba interesante. Así que no metimos.

La cara de Daniel es un poema
Y por fin una actividad agradable y sin agobios. En el escenario subieron a tocar Chumi Chuma, no los conocía, pero me encantaron. Y parece que a mis niños también. Daniel me enchufó la palomitas y estuvo bailando un buen rato, hasta que le volvió a entrar hambre y se comió las palomitas para usar el envase de juguete y acabar perdido de grasa. Un desastre este chico.

Por fin algo divertido
Las letras de las canciones son muy molonas y los ritmos de esos que te hacen bailar casi sin querer. Resulta que muy pronto van a sacar nuevo libro disco: Ser raro no es nada malo. El primero se llamaba ¡¡Baila sin parar!! e incluye temas grandioso como soy un robot, la canción del cepillo o la de zombi, zombi, zombi, que es la que más me ha llamado la atención. Básicamente habla de que los niños que se pasan todo el día delante de la tele o jugando a los videojuegos se convierten en zombi y sólo se pueden salvar saliendo al parque a jugar. Me encanta jajajaja

Después del concierto, nos dimos una vuelta por la zona que había estado cerrada toda la mañana.Vimos unos hinchables, unas camas elásticas, un montonazo de gente y poco más. Y decidimos por unanimidad irnos a casa sin comernos los sandwiches que habíamos llevado pensando en echar allí el día. Casi todas las actividades que vimos allí las podíamos encontrar en otros eventos, festivales y fiestas sin tanto agobio.

Así que al final me pareció una pena que por meter a tanta gente el evento se convirtiera en un rollo con la de cosas chulas que tenía por ahí. La verdad es que luego en la web vi que tenían más talleres y juegos de los que vimos, pero con las multitudes ni nos enteramos y nos da igual porque tampoco las hubiéramos disfrutado.


6 comentarios:

  1. Que arte, aún del desastre conseguisteis disfrutar �� esos eventos tan multitudinarios al final son decepcionantes

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    1. Yo ya iba pensando que iba a haber muchísima gente y que las colas iban a ser kilométricos, pero uno de los problemas fue que estabas parada un montón de tiempo intentando ir de un sitio a otro para lograr hacer ALGO lo que sea, ni siquiera era una cola de una actividad. Y que habían peques con una ilusión tremenda que acabaron llorando de pura rabia. Afortunadamente para mí, no fue el caso de los míos, que iban a este evento como uno más y sin expectativas. Hubo gente que se trasladó desde valencia o Barcelona (y supongo que de otras ciudades españolas) sólo para asistir a este evento mediocre XS

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  2. Nostros hemos ido hoy domingo, y pronto.. Mi hijo solo ha disfrutado de los beyblade.No ha esperado cola porque llevaba el suyo. No me ha gustado nada la organización. No se ha podido disfrutar de todo por las largas colas. Sólo digo que menos mal que era gratis porque si tengo que pagar los denuncio por engaño... ��

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    1. Pues sí, menos mal que era gratis. Y ya me esperaba mucha gente y colas, pero lo de estar parados sin ir a ninguna parte ya es otro tema. La organización hizo aguas por todas partes. Esto te lo cuentan y no vas ni gratis.

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  3. Pues vaya caos de organización, ¿no?

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    1. Un horror!!! pero bueno, nos quedamos con lo bueno: el concierto. Al menos salvamos la mañana ;)

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