Cada año se curran más y más el rol en vivo infantil de las jornadas Tierra de Nadie. En esta ocasión no podían participar menores de 10 años porque la trama era complicadilla e Iván no pudo apuntarse, pero no sufráis que tenía otras alternativas y no le importó demasiado. En cambio su hermano sí que logró plaza entre las seis que había y estuvo empapándose de la temática los días previos con mucho entusiasmo para dominar el camino del bushido y la técnica del Seppuku, por si acaso acababa deshonrado. Porque, como ya es obvio, la cosa iba de Samuráis, intrigas y diplomacia (ideal para el demagogo de Daniel).
La partida se llamaba La casa del cerezo e iba de una reunión de altos mandatarios de diferentes clanes para parlamentar y discutir quién se hará con el poder en el valle. Cada personaje venía con su historia personal, un objetivo general y un objetivo personal. Lo cierto es que los organizadores se curraron muchísimo la aventura en todos sus detalles.
Elegir el nombre que iba a adoptar Daniel fue una odisea porque no le cuadraba ninguna de nuestras sugerencias: Goku, Sanjuro, Toshiro, Usagi, Yojimbo, Ogami... Ninguno le convencía. Cuando le dije que Usagi significaba conejo, como el personaje de uno de sus cómics preferidos empezamos a buscar animales en el traductor al japonés: Inu, Neko, Kitsune, Kuma... Y al final se quedó con Okami, que significa Lobo. Okami Ishii, del clan de la roca.
Raúl aprovechó para meterle en la cabeza al chiquillo un millón de historias de ronins y samurais y para sentarse con sus churumbeles a ver Yojimbo, que no creo que sea la mejor película de esta temática para que vean unos peques de esa edad, pero cualquiera le quitaba la ilusión al padre.
En esta ocasión lo padres no podían quedarse a cotillear para no romper el juego ni poner nerviosos a los churumbeles, así que me tuve que conformar con la versión del chiquillo, aunque más adelante el máster nos contó bastante más.
Resulta que los peques habían negociado con valor y astucia, pero al final la posadera fue más astuta y acabó envenando a todos y salvándose ella porque había bebido el antídoto. Daniel murió con honor y acabó quedando muy arriba en puntos, pero no logró hacerse con el gobierno en el valle.
Ojalá hubiera podido verlos.
Daniel iba increíble con un maquillaje impresionante que le habían hecho poco antes del juego los mismos organizadores, que habían proyectado un montón de actividades alrededor del juego de rol. A mí me hubiera encantado apuntarme al de Kamishibai, pero la agenda de los niños no me lo permitió.
Además, su traje de Samurai era una pasada. Gracias a María José y Rafa, de jugando por ellos, que me prestaron una especie de casaca negra y una cota de cuero chulísima. El chiquillo estaba impresionante. Y el resto de participantes también se curraron muchísimo sus trajes.
Daniel salió entusiasmado de su partida y hablando sin parar de la sucia traición de la que había sido objeto, pero que al final había ganado por puntos aún después de muerto. Estos peques lo viven todo muy intensamente. Me encanta.
Alucinada estoy con tu hijo.
ResponderEliminarSu interés por juegos que requieren tanta implicación a nivel mental de buscar estrategias para sobrevivir es admirable.
Siempre me pregunto algo:
¿De qué manera conseguisteis estimularlos para que su imaginación no tuviera límites?
La verdad es que no sé. Entre que le sale la imaginación por las orejas desde que era muy pequeño y que a sus padres también supongo que todo se junto ;) Y que los juegos de rol son geniales para darles alas!
Eliminar