miércoles, 18 de septiembre de 2019

Guía antibullying: Mamá, papá, no quiero ir la cole

Seguros Meridiano ha publicado una guía para aprender a prevenir, detectar y erradicar los casos de bullying que me ha parecido muy interesante y se puede descargar gratuitamente en el siguiente link: Mamá, papá, no quiero ir al cole. En ella nos enseña, en primer lugar, qué es el Bullying y cómo apareció el término en nuestro lenguaje. Supongo que acoso escolar a habido siempre en menor o mayor medida, pero, por lo visto, una educación falta de valores y una libertad mal entendida dio lugar a un boom de violencia escolar en los países nórdicos que necesitó de la intervención de profesionales para detenerla. En la guía lo cuentan más detalladamente. El Dr. Dan Olweus, psicólogo sueco noruego y profesor de Psicología de la Personalidad, fue el encargado de estudiar la situación y buscar soluciones. Llegó a la conclusión que para que se dé un caso de Bullying tiene que haber intención de hacer daño, que no sea un caso aislado y puntual sino reincidente, que se produzca entre iguales (entre alumnos, por ejemplo) y que el acosador o acosadores sean más fuerte que la víctima física y/o psicológicamente. En los casos de bullying participan tres tipos de personas: el acosador, el acosado y los espectadores pasivos, que son hacia los que se están dirigiendo la mayoría de las campañas sociales en España, puesto que son ellos los que pueden detectar rápidamente estos casos y denunciarlos.

Además de ponernos en contexto y describirnos a qué nos enfrentamos en la guía se nos dan indicaciones para poder detectar si nuestro hijo puede estar sufriendo bullying y cómo podemos actuar para parar la situación. Aunque yo tengo claro que si algún día me entero de que alguno de mis hijos es víctima de abusos, lo primero que haría sería cambiarlo de centro. Cuando el niño esté lejos de relaciones nocivas y dañinas, empezaría a mover piezas para acabar con el problema y que no se repita con otros alumnos.

Otra sección que me ha parecido muy interesante ha sido el capítulo en el que te explican los tipos de bullying, sobre todo el ciberbullying, un veneno que se extiende muy rápido gracias a las herramientas tecnológicas que facilitamos a los niños sin que tengan la madurez y formación suficiente para utilizarlas correctamente.

Al final te vienen recomendaciones de películas y libros para ahondar en el tema.

A muchos padres nos preocupa el acoso escolar en los colegios. Han sido tantos los casos y tragedias que han visto la luz que nos han metido el miedo en el cuerpo. De repente, un día, el peque dice que le duele la barriga, que está malito. No tiene fiebre, ni le ves pálido o sudoroso, pero él insiste y no vas a dudar de su palabra. Así que dejas que se quede en casa y ves una milagrosa recuperación que empieza a mosquearte. ¡Este niño te ha tomado el pelo! Las alarmas empiezan a saltar cuando al día siguiente vuelve de nuevo a la carga con los dolores imaginarios. Está claro que como le dio resultado está usando la misma artimaña para librarse del cole y en la imaginación de una madre aparecen todo tipo de horribles situaciones.

Porque yo, por lo menos, tiendo a ponerme en lo peor cuando se trata de mis hijos. En cuanto les pierdo de vista en la calle o en el parque, el corazón se me acelera y pienso que los he perdido. No vuelvo a respirar hasta que vuelven a estar  controlados.

Pero volviendo al tema, cuando mi hijo mayor comenzó a quejarse de dolor de barriga día sí y día también, cuando tenía unos tres años, pero luego no se le veía que tuviera un malestar real me empecé a preocupar. ¿Por qué mi hijo no quiere ir al colegio? ¿Habrá algo que le asusta? Lo primero que hice fue hablar con la profesora, que me tranquilizó inmediatamente. Daniel no quería ir al cole porque se lo pasaba mejor en casa, pero no tenía ningún problema de socialización y cómo alguien le hinchara las narices no dudaba en responder de la única forma que saben en esas edades, a tortazos. Le observé interactuar con sus compañeros y vi que la profesora tenía razón.

Entonces me vino una preocupación aún más grande. ¿Y si mi hijo es el abusador? (No tengo término medio). La profesora suspiró, se llenó de paciencia y me aseguró que el niño a veces tenía la mano larga, pero que era muy normal a su edad y su carácter movido. Pero que no abusaba del más débil o tenía a ningún niño atormentado. Como ningún padre se puso en contacto conmigo para quejarse del peque me quedé tranquila.

Años más tarde, sí que vino una madre a hablar conmigo porque su hijo le había contado que Iván, mi hijo menor, le pegaba. La pobre estaba muy preocupada, ¡no era para menos! Su hijo se había quejado ya tres veces de la situación. Era un niño muy tranquilo que huía de los conflictos y muy comunicativo. Me contó que Iván le pegaba siempre en el recreo, pero que no le importaba porque era su amigo. Uuuuuy, ahí sí que me sonaron todas las alarmas. Era cierto que a la salida del cole se les veía muy colegas, pero había que investigar qué estaba pasando.

Cogí al pequeño, que en ese momento contaba con cinco años y le di una charla breve y concisa para que le llegara el mensaje: A los amigos no se les pega. Iván se quedó pensando y me contestó que en el recreo jugaban a pegarse. Le pregunté por el niño en concreto y me dijo que sí que le pegaba, como a todos y que también le pegaban a él, porque así era el juego. Lo soltó tan pancho. "¡Pues como me entere de que le has pegado otra vez el castigo va a ser de órdago! A él no le gusta", el niño me soltó un "Vaaaale" de los suyos. "Ni quiero que juegues a pegar". "Vaaaale", repitió.

Al día siguiente le pillé por banda y le pregunté por el tema directamente: "¿Has pegado a fulanito hoy?", el peque me enfrentó muy sonriente y contestó "No, mami. A fulanito NO le he pegado", "Ni a nadie", proseguí. "Bueno sí, al resto sí, porque me han dicho que a ellos les gusta jugar a la guerra". "¡No se pega a NADIE!". Pero yo no estoy en el patio para vigilarles y tampoco sé hasta qué punto se pegan de verdad o hacen el tonto. Al menos se solucionó el problema con su amigo.

Afortunadamente, los juegos de hacer el bestia fueron suavizándose con el tiempo y nunca revistieron mala intención por parte de los peques. De hecho, alguna vez que Iván salió con alguna herida o moretón (muy pocas veces) me decía sonriendo que se lo había hecho fulanito o menganito "sin querer". Total, que tampoco era un caso de bullying, ¡menos mal! De hecho, a día de hoy siguen siendo amigos y no se acuerdan de que un día tuvieron a sus madres con el alma en vilo.

También es peliagudo cuando uno de tus hijos te viene contando de una forma muy natural una serie de sucesos que a ti te parecen un caso de acoso, pero que no tienes manera de identificar correctamente porque te faltan datos, versiones o saber si tu hijo se está inventando la mitad consciente o inconscientemente. Ahí lo único que pude hacer fue comentar con un familiar del niño lo que me había contado mi hijo para que hablara con la supuesta víctima y aclarara la situación. Al final fue otra falsa alarma. Se trataba de un juego que iba de grupos que se peleaban si no entendí mal. Y un grupo mandaba a su gente contra el otro y viceversa. En cada grupo había un jefe. Daniel no quiso jugar (fijo que porque no le había tocado ser jefe) y se pegó todos esos días boicoteando el juego intentando convencer a sus amigos para que se rebelaran. Claro que lo que a mí me contaba eran cosas como "Yo le digo que se están aprovechando de él, pero no me hace caso. Le tratan fatal, pero él quiere ser su amigo y ya le he dicho que pase pero nada". ¡Cómo para no preocuparse!

En fin, que no hay que despistarse nunca con estos temas. No son fáciles de detectar, pero hay que pillarlos a tiempo para evitar unas consecuencias que pueden llegar a ser muy graves. Ya no sólo por nuestros hijos, que, evidentemente, son lo que más no duele, sino por la sociedad en general que anda muy necesitada de valores y concienciación a todos los niveles.

Debemos educar a los niños para evitarlo, hay que formar a los profesores para que sepan enfrentarlo y a los padres para que puedan detectarlo.

La lectura de la guía me ha sido muy útil para aclarar conceptos y tener claros muchos aspectos que desconocía. También os aconsejo que veais la película A Silent Voice y si tenéis hijos de más de doce años yo la vería con ellos y comentaría con ellos cómo les ha afectado. Por cierto, si os interesa la guía en papel la podéis conseguir en las oficinas de Meridiano Seguros.

4 comentarios:

  1. Ya sabes que nosotros lo hemos vivido en primera persona con mi niño y es mucho más difícil de detectar de lo que parece, desgraciadamente pasan meses hasta que realmente aprecias que algo está pasando.
    Además a las instituciones y profesores se les llena la boca con que tienen protocolos para evitarlo y demás, pero a la hora de la verdad, todos echan balones fuera, "eso en nuestro colegio no pasa" y no sólo no ayudan y apoyan al niño víctima, sino que le culpan de la situación.
    Muy triste, pero es la realidad y hablo con pleno conocimiento del tema.

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    1. Ese es mi mayor miedo, que esté pasando y yo no me entere. No sólo que sean víctimas. Me agobia también pensar que puedan llegar a ser acosadores y les doy una plasta tremenda con el tema de la empatía y los valores. A lo peor estoy logrando lo contrario que lo que busco.Es imposible saber como acertar.

      Conozco tu situación y la de otras personas que conozco del mundo virtual y veo lo difícil que te lo ponen todos, muchas veces el propio centro. Muy pocas personas tienen el valor de hacer algo si no son sus propios hijos y poco padres pueden aceptar la idea de que su hijo le haga esas barbaridades a un compañero. Buf, podrían correr ríos y ríos de tinta sobre esta situación tan difícil de controlar. Por eso decía que si una vez uno de mis hijos es la víctima tengo claro que el primer paso es cambiarlo de cole y darle la oportunidad de empezar de cero sin las etiquetas y motes que le hayan puesto unos compañeros crueles. Me alegro infinito de que tu experiencia haya tenido buen final. Lo de que los profesores y el centro culpen la víctima me parece de cabrones, pero también sé por otras madres que lo han sufrido que es muy corriente que pase. Lo que dices tú, es muy triste y de difícil solución

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  2. Es un tema que me ha afectado mucho. Un beso

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    1. Lo siento muchísimo. Son situaciones que destrozan tanto al niño como a los padres y la gente que le quiere.

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