Al principio, seguía a rajatabla las instrucciones de la pediatra sobre la comida que había que darle al bebé. Cómo si fuera algo de vida o muerte. Ultimamente me he relajado un poco y le doy a probar nuevos sabores que puede que no contaran con la total aprobación de la pediatra si algún día se llegara a enterar. Yo no se lo voy a decir. Desde luego.
Son cosas puntuales y no creo que le hagan ningún daño. De otra manera, nunca lo haría. El caso es que desde que le compramos la redecilla en la que se mete todo tipo de alimentos y el niño no corre peligro de atragantamientos me dan gana de que lo pruebe todo para que vaya descubriendo lo que se estaba perdiendo hasta ahora. Y le suele gustar muchísimo la comida para adultos. Claro, la suya es taaaan sosa...
El otro día le di a probar un poco de salmorejo y creo que fue un poco fuerte para él, en cambio la patata frita le encantó.
Que conste que su dieta diaria sigue constando de aburridos purés y papillas de todo tipo. Y ultimamente está comiendo menos. Debe ser este horrible calor.
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