Dragonero

Si de repente un dragón con muy malas pulgas cayera en mi casa no sé que haría. Eso es lo que le pasa a Edu en "Dragonero"con la mascotita de su tío Manuel cuando éste decide dejarlo a su cuidado y tomarse una semana de vacaciones. Si te pica la curiosidad sobre las trastadas del dragoncito y su sufrido cuidador puedes comprar el libro en la web de Boolino.

Lo cierto es que la trama me atrajo desde el principio, cuando Boolino nos envió una actividad genial para hacer relacionada con este libro infantil. Me hizo gracia la cara de mal bicho del dragón. Cuando nos lo ofrecieron para reseñar dudé un minuto porque me parecía demasiado difícil para mi chico mayor, que está en primero de primaria y esto de la lectura se le resiste. Pero la tentación de saber más sobre el peque y el dragón que le endosan de mala manera pudo conmigo.

No podía estar más equivocada. A Daniel le llamó la atención desde el principio. ¿Un dragón travieso y malavadoteeeee? Esto tiene que molar. Debió pensar en cuanto se hizo con el ejemplar. Pero la extensión casi le hace abandonar. "Mira cariño" intervine, "son capítulos tan cortitos que no vas a tener problema en leer uno cada día".

Y es verdad. La historia está narrada a través de emails, así que suelen ocupar dos o tres paginitas con ilustración incluida. Porque, el pobre Edu, siempre adjunta foto con la última barrabasada de la siniestra mascotita. Esas ilustraciones tan chulas fueron las que terminaron de convencer al peque y ahora se lee un capítulo cada día para descubrir la gamberrada de turno de la bestia verde y cómo la enfrenta el niño protagonista para que a su madre no le dé un telele.

La verdad es que la historia engancha, está contada de una forma muy original y llega a ponerse muy tensa. Lo sé porque yo también me la he leído. No pude aguantar la curiosidad y me he adelantado a Daniel, pero no le cuento nada para no chafarle el final.

Te la lees del tirón en su suspiro... Si eres un adulto. Daniel sigue con su capitulito diario, lento, pero seguro, partiéndose de la risa en cada una de las líneas en las que a mí se me encogía el corazón. Que curiosa la diferencia de percepciones ante un mismo libro.